ROMA, miércoles 24 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Una invitación a defender la libertad religiosa, pero no sólo «a los fieles de la propia religión», lanzó esta mañana René Guitton, escritor francés del libro «Cristianofobia» sobre el éxodo de los cristianos de los países árabes.
Guitton participó esta mañana en Roma en el lanzamiento del «Informe 2010 sobre la libertad religiosa en el mundo», redactado por la organización Ayuda a la Iglesia Necesitada, institución que ayuda a la Iglesia en persecución y que coordina 5.500 proyectos en 140 países.
«No podemos entrar en el mismo juego de los autores de esta persecución», expresó Guitton. Dijo que tampoco puede pensarse en la consolidación de «una Europa cristiana» sólo con el objetivo de «hacer frente a una cultura oriental musulmana».
A su vez manifestó su preocupación por «la equiparación que algunas veces hacen los extremistas entre los cristianos de oriente y occidente» y dijo que ello se debe a «la historia pasada y reciente del colonialismo y de algunas provocaciones efectivas en ámbito económico».
Clamor por Irak
Por otro lado, Guitton se refirió también a los cristianos en Irak, país donde cada vez es más difícil profesar la fe en la esfera pública a causa de «conversiones forzadas, discriminaciones, atentados y masacres».
Una situación que tiene como resultado «un amalgama que quiere confundir y cruzar las ideologías con el objetivo de erradicar a los cristianos de su tierra».
«Debemos actuar y luchar contra todas estas persecuciones», afirmó. La comunidad cristiana en Irak está «en peligro de extinción», «sometida a una agresión terrorista sistemática que declara abiertamente el objetivo de eliminar la presencia cristiana del país», una presencia milenaria que pese a ser una minoría cada vez más pequeña «quiere permanecer».
Guitton ejemplificó también el caso de Turquía, donde hace 100 años ella representación de los cristianos era de un 20 % y hoy son de un 2%. «Es necesario que puedan quedarse allí»
Paquistán, hacia el islamismo
En la presentación del Informe participó también monseñor Joseph Coutts, obispo de Faisalabad y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Paquistaní.
El prelado se refirió al reciente caso de Asia Bibi, la mujer paquistaní que había sido condenada a muerte por blasfemia y que fue liberada esta semana tras haber alcanzado la gracia del presidente Asif Ali Zardari. Dijo que casos como este «hay muchos». Pero que ella «es la primera mujer en ser condenada por blasfemia» y explicó que «el problema no es tanto el dictado de la ley sobre la blasfemia» sino más bien «su aplicación».
El prelado denunció la incriminación de 993 personas por la profanación del Corán y por la difamación del profeta Mahoma.
Entre ellos 479 eran musulmanes, 340 de la secta ahmadi (que el gobierno no reconoce como musulmana), 120 cristianos, 14 hindúes y 10 de otros credos.
«Basta acusar, incluso injustamente alguien de haber blasfemado contra el Corán o contra el Profeta para causarle enormes problemas, es muy difícil demostrarle su inocencia», denunció monseñor Coutts.
«Hasta ahora nadie ha sido ejecutado por blasfemia por parte del estado», explicó el obispo pero dijo que al menos 20 personas «han sido asesinadas por este motivo, fuera del sistema judicial, aunque algunos habían sido formalmente absueltos por los jueces».
Porque la acusación de blasfemia «suscita reacciones muy fuertes que pueden llevar a grupos extremistas o fanáticos a hacer justicia por ellos mismos».
Por su parte, el padre Giulio Albanese, misionero en Camboya y periodista, quien moderaba este diálogo, denunció que el 70 % de la población mundial vive en países donde existen restricciones o persecuciones a causa de la religión que se profesa.
El Informe se realiza cada dos años, analizando la situación de 194 países, en orden alfabético, por áreas geográficas. Será traducido en seis idiomas y en los próximos días será presentado en toda Europa.
Por Carmen Elena Villa