WASHINGTON, D.C., miércoles 9 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Los obispos de Estados Unidos han hecho público una carta en la que piden al Gobierno federal que detenga las deportaciones de haitianos, citando un informe que documenta al menos una muerte por cólera entre los devueltos a la isla caribeña.
«Ahora no es momento de continuar con las deportaciones a Haití, ni sería moral ni políticamente apropiado hacerlo en un futuro próximo», afirmaron los prelados en esta carta, dirigida a la secretaria del Departamento de Estado para la Seguridad Nacional, Janet Napolitano.
La carta está firmada por el arzobispo coadjutor de Los Ángeles y presidente del Comité de Migraciones de la Conferencia Episcopal, monseñor José Gomez, y por el obispo de Tucson y presidente del Catholic Relief Services, monseñor Gerald Kicanas.
La Conferencia Episcopal de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) había expresado su oposición a que se continuase con las deportaciones a Haití tan pronto como se anunció, el pasado diciembre, que había terminado el plazo de un año de prórroga.
Hubo 27 deportaciones el mes pasado; fue uno de estos deportados el que presuntamente murió de cólera.
Situaciones insostenibles
Los obispos fueron informado, por parte del Departamento de seguridad, que se trataba de “asuntos de seguridad interna”, y de que “aquellos de los que se había programado la deportación eran delincuentes que habían cumplido condena por ‘antecedentes penales graves’”.
Pero monseñores Gómez y Kicanas hablaron de otra realidad: «Entre los 27 ya deportados y los otros 300 que esperan la deportación, hay un número significativo de condenas no violentas de bajo nivel, que ya habían sido liberados y que habían estado viviendo en la comunidad sin ningún incidente durante años. Otros se encuentran en situaciones humanitarias imperiosas, incluidas graves condiciones médicas, o potenciales reclamaciones contra las medidas de inmigración».
Hay planes para llevar a cabo 700 deportaciones hasta final de año, planes condenados por los prelados a causa de los más de 3.600 haitianos víctimas del cólera, con otros 400.000 infectados; el lento proceso de reconstrucción, con cientos de miles de víctimas del terremoto viviendo aún en tiendas; y los disturbios por las pasadas elecciones presidenciales de noviembre.
“Para agravar estos problemas, las cárceles de Haití, en las que el Gobierno haitiano coloca de forma rutinaria a los deportados, y que son conocidas por el trato inhumano a los detenidos, están ahora inundadas de cólera”, observaron. “Como se sabe, se ha informado de que, un deportado, Wildrick Guerrier, ha muerto de cólera contraido en una carcel de Haití, y que otro deportado está gravemente enfermo”.
«Proseguir con las deportaciones en estas graves condiciones representaría un desprecio a sabiendas de la vida y de la dignidad de los haitianos que van a ser deportados».
Mala señal
Además, los prelados advierten de que las deportaciones están mandando una señal a la isla, la de que Estados Unidos “se retracta de su compromiso de ayudar a Haití a volver a la normalidad”
Monseñores Gomez y Kicanas recomiendan tres pasos para ayudar a Haití: redesignarla con el estátus de “protección temporal”, garantizar la libertad condicional humanitaria para los familiares cercanos de los haitianos evacuados a Estados Unidos para recibir atención médica después del terremoto, e implementar un programa condicional de reunificación familiar que beneficiaría a 55.000 haitianos con peticiones familiares aprobadas en los Estados Unidos mientras esperan que sus fechas prioritarias se pongan al día.
Los obispos alabaron la decisión de Napolitano de Haití como nación con estatuto “temporalmente protegido” después del terremoto de enero de 2010.
«Le pedimos que no niegue esta acción positiva con una reanudación de las deportaciones en este momento”, añadían. “Al contrario, le pedimos que cesen las deportaciones a Haití de forma indefinida y que extiendan a Haití la ayuda norteamericana proporcionando más ayuda a la inmigración de los haitianos, particularmente ante la actual situación de crisis sanitaria y política que atraviesa el país”.
La carta (en inglés) puede leerse en: www.usccb.org/comm/archives/2011/11-026.shtml