ARLINGTON, jueves 24 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Un estudio reciente muestra que las mujeres que acuden regularmente a la iglesia son más inmines a los altibajos de la vida, y que en general son más felices.

Alexander Ross, del Instituto de Ciencias Psicológicas, es el autor de la encuesta, la cual tenía el objetivo de investigar la felicidad decreciente de las mujeres americanas en los últimos 36 años.

Ross descubrió que acudir con regularidad a la iglesia es un factor significativo en la felicidad de las mujeres. Se ha constatado, de hecho, que una inflexión de esta frecuencia en el periodo que va desde 1972 hasta 2008 ha tenido efectos directos sobre la felicidad de las mujeres sobre las que se ha hecho el estudio.

“El descenso de la frecuencia en el tiempo, un comportamiento asociado a una menor felicidad general, explica en parte la disminución de la felicidad de las mujeres”, subrayó Ross.

Cambios sociales

Igualmente, las mujeres que afirman frecuentar con regularidad la iglesia parecen más inmunes a los elementos que han provocado el descenso general de la felicidad.

“Partiendo de que los cambios que nuestra sociedad ha experimentado en las últimas décadas han tenido un impacto negativo en la felicidad de las mujeres”, observó Ross, “el análisis apoya la conclusión de que las mujeres que acuden con frecuencia a la iglesia han sido menos sensibles a este impacto”.

El estudio, publicado en el volumen más reciente del Interdisciplinary Journal of Research on Religion, muestra también un descenso de la práctica religiosa por parte de los hombres en el mismo periodo, pero que no se corresponde con un descenso significativo de la felicidad masculina.

Ross explicó que esto podría deberse al hecho de que las mujeres han modificado sus costumbres relativas a la práctica religiosa en el transcurso de los años de manera mucho más drástica que los hombres. El descenso de frecuentación de las iglesias en las mujeres es también más consistente que el masculino.

El experto subrayó también que “a pesar de que las expectativas de rol para hombres y mujeres han cambiado en las últimas décadas, se podría decir que han cambiado de forma más radical para las mujeres”.

“En el contexto de un mayor sentimiento de disgregación social, quizás las mujeres se han beneficiado más que los hombres de la influencia estabilizadora de una visita regular a la iglesia”.

“San Agustín no estaría sorprendido de lo que hemos descubierto, porque enseñaba que el bien más grande para la humanidad es Dios”, concluyó Ross.