La familia, institución que más sufre, según obispo mexicano

El obispo de Querétaro afirma que hay una “conspiración” contra ella

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QUERÉTARO, lunes 21 de febrero de 2011 (ZENIT.orgEl Observador).- Con motivo de los recientes ataques que está sufriendo la familia en países como México y otros de la América Latina, el obispo de Querétaro, monseñor Mario de Gasperín ha escrito una reflexión sobre el tema en la que señala que “la familia es una de las instituciones que más ha sufrido y sufre en el momento actual”.

“A pesar de que oímos decir continuamente que la familia es la célula fundamental de la sociedad, es la que padece más ataques e incomprensiones. Hay por doquier como una conspiración contra la familia, que se origina en el menosprecio del matrimonio, su origen y fundamento”, mencionó el obispo mexicano.

Monseñor De Gasperín enlistó cinco puntos que, en su opinión, son fundamentales para entender y valorar a la familia desde la perspectiva cristiana y como una institución natural, querida por Dios.

El primero es que la familia “según el plan de Dios, está formada por papá, mamá y los hijos. La llaman tradicional, pero mejor sería llamarla normal. No hay familia completa sin papá ni mamá, y todo niño tiene derecho a tener un padre y una madre que le brinden cariño y calor”.

En segundo lugar, afirma, “como la paternidad divina es el origen de la paternidad humana, la misión de los papás es prolongar la presencia de Dios en el hogar, que consiste en dar amor y comunicar la vida. El que honra a sus padres honra también a Dios y merece la bendición del Señor. Los hijos deben corresponder al amor de sus padres con la obediencia y la gratitud”.

El tercero es que los hijos “son el fruto más precioso del amor de los padres, quienes, al darles la vida, deben comunicarles también la fe, que es vida de Dios. Los hijos aprenden el amor de Dios de sus padres, en el hogar. La familia es escuela de amor, de vida y de fe, que son los tres pilares  que sostienen la vida cristiana familiar”.

“La santa Biblia dice que “el principio de la sabiduría es el temor de Dios”; por tanto, una familia sabia se fundamenta en el respeto amoroso a Dios. Sin Dios, no hay familia que resista los embates del mal. La familia que vive conforme a los mandamientos de Dios produce buenos frutos, hombres y mujeres de bien, útiles a la sociedad”, explicó a continuación.

Por último, afirmó que formar una familia unida y estable “es una gran tarea que reciben los padres el día que se casan por la Iglesia. Esa es su vocación y misión principal en este mundo. De ello deberán dar cuenta a Dios, y en ello estará su premio y su salvación”.

La reflexión de monseñor De Gasperín concluye subrayando que “no hay tarea más grande que procrear gente de bien. A ello contribuye la Iglesia católica protegiendo y defendiendo la fidelidad conyugal y la unidad familiar. Una familia unida es una bendición para la Iglesia y para la sociedad”.

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ZENIT Staff

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