Nicaragua: La Iglesia critica duramente la candidatura de Ortega a la reelección

El obispo auxiliar de Managua denuncia la corrupción política

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MANAGUA, lunes 28 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- El obispo auxiliar de Managua Silvio José Báez, lamentó este domingo que “lo ilegal se quiera revestir de legalidad”, en alusión a la aprobación por el IV Congreso sandinista de la candidatura de Daniel Ortega a la presidencia de Nicaragua para un nuevo mandato.

Daniel Ortega, que fue designado este sábado como candidato presidencial, pretende ser reelegido en noviembre próximo, algo que viola la Constitución de la República en su artículo 147, según informan hoy los diarios nicaragüenses «La Prensa» y «El Nuevo Diario».

“No es mi opinión personal, sino de la Conferencia Episcopal, que no se debe utilizar la ley para hacer pasar por legal algo que es ilegal”, manifestó monseñor Báez, y recordó que desde hace varios meses Ortega ha mostrado su pretensión de ser reelegido, utilizando una «pseudosentencia» hecha por magistrados judiciales orteguistas, en la que declaran inaplicable para Ortega el artículo constitucional 147.

“El Estado de Derecho está hecho pedazos, hecho añicos”, afirmó el obispo auxiliar de Managua, quien también lamentó que los nicaragüenses no hayan sido capaces, hasta el momento, de evitar la inconstitucional candidatura de Ortega.

Monseñor Báez recordó que el año pasado, en abril y noviembre, la Iglesia católica exhortó a que no se utilizara la ley para maquillar actos ilegales, y que se respetara la Constitución, que claramente prohíbe la reelección.

Citando uno de los documentos emitidos por los obispos, aseguró que la “Conferencia Episcopal dijo que una democracia sin valores está lista para convertirse en un totalitarismo visible o encubierto”.

En el mensaje de noviembre del año pasado, “decíamos que, lamentablemente, la situación se ha agravado. Vemos la ley en manos de un grupo que la utiliza para imponer sus caprichos, vemos el Estado de Derecho del país hecho pedazos, estamos viendo el Estado de Nicaragua como si fuera una empresa al servicio de un grupo, de una familia y de unos pocos”, subrayó.

“Lo triste es que pareciera que en Nicaragua los obispos tenemos el papel de la oposición. No es que seamos opositores al gobierno, la Conferencia Episcopal lo que hace es ofrecer luz desde la verdad y la justicia que vienen del Evangelio y la sabiduría de la Iglesia en su magisterio social, para ayudarle a la razón política a que vaya más allá de lo que entenebrecida por el pecado y las ambiciones ya no puede”, añadió monseñor Báez.

Aclaró que la Iglesia no está de parte de ningún grupo de poder, ni de ninguna ideología. “Hemos querido los obispos con nuestras palabras, simplemente, prestar un servicio de la crítica evangélica, de la denuncia sana, porque la política en Nicaragua hay que sanearla, es una política que está privada de valores de ética y moral”, aseguró.

Con respecto a los actos de corrupción en el Consejo Supremo Electoral, CSE, el obispo, durante su homilía, explicó cómo el dinero y la riqueza “pueden llevar a esclavizar el corazón de una persona, a tal modo que la ambición, el egoísmo, el deseo de acumular dinero desmesuradamente le llevan a cometer actos inmorales, ilícitos, y actos de una corrupción de tal grado como la que estamos ahora descubriendo en una institución del Estado”.

En el fondo, “esto es la esclavitud del corazón al Dios dinero, cuando a este falso Dios se le sirve por encima de todas las cosas, la inmoralidad, el robo, la corrupción”, dijo Báez, quien retomó unas declaraciones del arzobispo de Managua Leopoldo Brenes, quien dijo que es una obligación moral de la Contraloría General de la República pedir cuentas a los señalados como corruptos.

Dijo que todo lo denunciado en el CSE, tiene que quedar claro. “Tienen que rendir cuentas los responsables y las instituciones del Estado que son encargadas de velar por los bienes de la nación, tienen que llevar a cabo una investigación a fondo”, señaló.

El problema, indicó Báez, es que las leyes del país son controladas por un grupo de personas que carecen de valores y principios, y que por poder y dinero son capaces de cualquier acto de corrupción. “Una democracia sin valores está lista para convertirse en un totalitarismo visible o encubierto”, dijo monseñor Báez. “El Estado está al servicio de una familia”, remachó.

El prelado añadió que con todos los problemas políticos, los nicaragüenses se han olvidado de lo fundamental, del problema social, que son los pobres. “Hay muchos desocupados, los nicaragüenses no reciben la atención necesaria, muchos no tienen acceso a la educación, por más que se diga, este es el segundo país más pobre de Latinoamérica”, señaló monseñor Báez.

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ZENIT Staff

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