MADRID, domingo 6 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el mensaje de los obispos españoles a los jóvenes, invitándoles a tomar parte en la próxima Jornada Mundial de la Juventud 2011 de Madrid. El Mensaje fue hecho público el pasado viernes 4 de marzo, al término de la XCVII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española.
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Mensaje a los jóvenes invitándoles a la Jornada Mundial de la Juventud
«Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe (cf. Col 2,7)»
Queridos Jóvenes:
Cerca ya la Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Madrid del 16 al 21 de Agosto, los obispos españoles, reunidos en Asamblea Plenaria, os dirigimos este breve mensaje para animaros a participar en ella. Sabemos que muchos de vosotros os estáis preparando con ilusión y que animáis a vuestros amigos y compañeros. Por nuestra parte, os invitamos a todos como ha hecho el Papa Benedicto XVI en el mensaje que os ha dirigido con ocasión de esta Jornada: «Quisiera que todos los jóvenes, tanto los que comparten nuestra fe, como los que vacilan, dudan o no creen, puedan vivir esta experiencia, que puede ser decisiva para la vida: la experiencia del Señor Jesús resucitado y vivo, y de su amor por cada uno de nosotros»[1].
1. Vivid con gozo y esperanza
Desde el inicio de la Iglesia, sus pastores os han mirado con esperanza y gozo porque sois el presente y, sobre todo, el futuro de la sociedad y de la Iglesia. En su primera carta, san Juan se dirige a vosotros con estas palabras: «Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y la Palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al Maligno» (1Jn 2,14). Hoy, el Sucesor de Pedro os escribe diciendo: «Con profunda alegría, os espero a cada uno personalmente. Cristo quiere afianzaros en la fe por medio de la Iglesia»[2]. También nosotros, como obispos vuestros, confiamos en vosotros y os consideramos, no sólo destinatarios del Evangelio de Cristo, sino protagonistas de la historia de la Iglesia y de su edificación. El lema de la Jornada Mundial de la Juventud no puede ser más expresivo: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe (cf. Col 2,7)». En esa hermosa etapa de la vida, que es la juventud, os animamos a fortalecer y edificar vuestra fe, a profundizar vuestras raíces en Cristo, que os ama y llama a su amistad y os propone seguirle en el sacerdocio, en la vida consagrada o en el matrimonio para hacer de vosotros sus testigos. Él os dará luz y fuerza para edificar vuestro futuro, mediante el estudio, la profesión y el trabajo que, a pesar de las dificultades económicas y del paro actual, lucháis por conseguir.
El Papa Juan Pablo II, el anuncio de cuya próxima beatificación nos ha llenado de gozo, os situó en el centro de su interés y misión. Se le ha llamado el «Papa de los jóvenes», por el afecto y dedicación con que os distinguió. No se ganó vuestro cariño mediante la adulación o al plantearos reducidas exigencias en el seguimiento de Cristo. Todo lo contrario: os pedía lo mejor de vosotros mismos, la capacidad de entregaros totalmente al amor de Dios y de los hombres y a llevar una vida cristiana alejada de toda mediocridad, a contracorriente, si fuera necesario, de nuestro tiempo. ¡Cuántas veces os invitó a ser santos! Pensando en vosotros, inició la apasionante aventura de las Jornadas Mundiales de la Juventud, para que, como jóvenes, manifestarais al mundo la alegría de vivir en Cristo, la juventud y belleza de la Iglesia, y la firmeza de una fe que sea para todos el signo de la presencia del Dios vivo. Sí, amigos, este es el sentido de la próxima Jornada Mundial a la que os invitamos convencidos de vuestra apertura a la Verdad y de vuestra capacidad de crear lazos de amistad con los jóvenes de todo el mundo.
2. Celebrad una auténtica fiesta de la fe
Dentro de unos meses la Iglesia que peregrina en España vivirá la experiencia de acoger en las diócesis y finalmente en Madrid a cientos de miles de jóvenes convocados por el Papa Benedicto XVI para celebrar la XXVI Jornada Mundial de la Juventud. Tendréis ocasión, durante casi una semana, de rezar personal y comunitariamente, participaréis en las catequesis de obispos de todo el mundo sobre el significado de ser cristiano, celebraréis el perdón de Dios y la eucaristía, y expresaréis de muchas maneras – conciertos, exposiciones y actos culturales diversos – la alegría de la fe, que cambia vuestra vida y os proyecta en el mundo como creadores de obras donde brillan la caridad, la justicia y la verdad. La presencia del Papa os permitirá sentiros miembros del Pueblo universal, que es la Iglesia Católica.
La Jornada Mundial de la Juventud será, pues, una auténtica fiesta de la fe, que mostrará cómo son los cristianos que necesita el mundo de hoy: «artífices de paz, promotores de justicia, animadores de un mundo más humano, un mundo según Dios», que se comprometen «en diferentes ámbitos de la vida social, con competencia y profesionalidad, contribuyendo eficazmente al bien de todos»[3]. Se trata, amigos jóvenes, de hacer visible que «Cristo no es un bien sólo para nosotros mismos, sino que es el bien más precioso que tenemos que compartir con los demás. En la era de la globalización, sed testigos de la esperanza cristiana en el mundo entero: son muchos los que desean recibir esta esperanza»[4].
Os invitamos a participar en la Jornada Mundial de la Juventud como expresión de vuestra adhesión a Cristo y pertenencia a la Iglesia. Para que esta participación sea verdadera y fecunda os animamos desde ahora aperegrinar interiormente hacia Cristo, conscientes de que «la calidad de nuestro encuentro dependerá, sobre todo, de la preparación espiritual, de la oración, de la escucha en común de la Palabra de Dios y del apoyo recíproco»[5]. Nosotros mismos, vuestros sacerdotes, catequistas y jóvenes de vuestras comunidades os acompañaremos en esta tarea. No estáis solos, porque sois parte de la única Iglesia de Cristo que peregrina en el mundo. Sólo os pedimos que confiéis y pongáis en juego todas vuestras capacidades.
3. Manifestad el rostro de la Iglesia joven
Vuestra responsabilidad como jóvenes del país que acoge es muy grande. Vosotros seréis en cierto sentido el rostro de la Iglesia joven que recibirá a los peregrinos del mundo entero. Los días de acogida en las diócesis serán una experiencia inolvidable para vivir la universalidad de la Iglesia y la enorme riqueza y vitalidad de cada diócesis de España, que acogió el evangelio de Cristo desde la primera hora del cristianismo. Animad a vuestros amigos y compañeros para que participen en las diversas tareas de acogida y voluntariado, en las celebraciones de la fe y en las actividades que cada diócesis prepare. Ofreceos también como voluntarios para las muchas tareas de la organización en Madrid, sede de la Jornada Mundial de la Juventud. Se trata de servir a todos para que todos se sientan acogidos y amados por sí mismos. Os pedimos también vuestra solidaridad con los jóvenes de los países más necesitados. Muchos de ellos, con frecuencia aislados de experiencias de este tipo, desean participar en la Jornada para vivir dimensiones de la fe y de la vida eclesial que les enriquezcan. También esperamos a jóvenes de países donde la Iglesia es perseguida, que nos fortalecerán con su testimonio. Sed generosos al inscribiros contribuyendo con la cuota de solidaridad. Haréis felices a muchos compañeros vuestros.
No queremos terminar sin agradeceros de antemano la acogida de este mensaje y vuestro trabajo en la Iglesia. Recibid nuestras palabras como signo del afecto y cercanía que sentimos por vosotros. Como obispos, estamos a vuestro lado y os queremos. La Iglesia os necesita para anunciar a todos el amor de Dios. Sabemos que también vosotros nos queréis y necesitáis para crecer en vuestra fe y en la vida cris
tiana. Peregrinamos en Cristo, camino que nos lleva hacia el Padre. Todos somos caminantes y todos aspiramos a llegar juntos a la meta. ¿Acaso no son estas suficientes razones para vivir en la comunión que el Espíritu nos ha dado? ¿No será más grande nuestra alegría si todos nos encontramos con el Sucesor de Pedro que viene a confirmarnos en la fe? Pidamos, pues, unos por otros para que esta Jornada Mundial, como las anteriores, nos arraigue y edifique en Cristo y convierta nuestra fe en la roca firme sobre la que se asiente nuestra vida. No nos faltará la protección de María, Madre de Cristo y de la Iglesia, que desde la meta de la peregrinación vigila y custodia nuestros pasos.
Os bendecimos en el Señor Jesucristo
Madrid, 2 de marzo de 2011
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[1] Benedicto XVI, Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI a los jóvenes del mundo con ocasión de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud 2011, 6-VIII, 2010. [2] Benedicto XVI, Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI a los jóvenes del mundo con ocasión de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud 2011, 6-VIII, 2010, 6. [3] Benedicto XVI, Mensaje, 5. [4] Benedicto XVI, Mensaje, 5. [5] Benedicto XVI, Mensaje, 6.