CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 3 de julio de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI asegura que la mirada de Jesús, al igual que hace dos mil años, se posa hoy sobre los millones de oprimidos y víctimas de la injusticia, así como sobre las personas que sufren a causa de la depresión, enfermedad que cada vez más extendida.
Al mismo tiempo, al comentar las palabras de Cristo, en el Evangelio de la liturgia de este domingo –“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os daré descanso”–, alentó a una conversión que adopte el rechazo de la arrogancia y la violencia, para abrazar la fuerza de la verdad y el amor.
En su alocución antes de rezar la oración mariana del Ángelus, junto a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, el pontífice recordó la “compasión” que Jesús sentía al recorrer los caminos de Galilea, porque aquellos hombres y mujeres “estaban cansados y abatidos, como ovejas sin pastor”.
Ahora bien, añadió, “esa mirada de Jesús parece extenderse hasta hoy, hasta nuestro mundo. También hoy se posa sobre tanta gente oprimida por condiciones de vida difíciles, así como desprovista de válidos puntos de referencia para encontrar un sentido y una meta a la existencia”.
“Multitudes extenuadas que se encuentran en los países más pobres, probadas por la indigencia; y en los países más ricos también hay muchos hombres y mujeres insatisfechos, incluso enfermos de depresión”, siguió constatando el Santo Padre, hablando desde la ventana de su estudio.
“Pensemos, además, en los numerosos evacuados y refugiados, en cuantos emigran arriesgando su propia vida. La mirada de Cristo se posa sobre toda esta gente, es más, sobre cada uno de estos hijos del Padre que está en los cielos, y repite: ‘Venid a mí todos…’”, afirmó.
Según el obispo de Roma, “el verdadero remedio para las heridas de la humanidad –tanto materiales, como es el hambre y las injusticias, y psicológicas y morales, causadas por un falso bienestar– es una regla de vida basada en el amor fraterno, que tiene su manantial en el amor de Dios”.
Por eso, aseguró, “es necesario abandonar el camino de la arrogancia, de la violencia utilizada para procurarse posiciones cada vez de mayor poder, para asegurarse el éxito a toda costa”.
“También por respeto del ambiente es necesario renunciar al estilo agresivo que ha dominado en los últimos siglos y adoptar una razonable ‘mansedumbre’”, subrayó.
“Pero sobre todo en las relaciones humanas, interpersonales, sociales, la regla del respeto y de la no violencia, es decir, la fuerza de la verdad contra todo abuso, puede asegurar un futuro digno del hombre”, aclaró, invitando a todo creyente a “consolar a otros hermanos y hermanas que recorren con fatiga el camino de la vida”.
Puede leerse el Ángelus en: Benedicto XVI: La mirada de Jesús se posa hoy sobre todos los oprimidos