ROMA, martes 12 de julio de 2011 (ZENIT.org).- En una atmósfera casi de estadio – alguno incluso hacía sonar las vuvuzelas (las ruidosas trompetas de plástico del Mundial de fútbol 2010 de Sudáfrica), como ha destacado Avvenire.it -, Sudán del Sur vivió el pasado 9 de julio el tan esperado día de su independencia de Sudán, convirtiéndose oficialmente en el país nº 54 del continente africano y en el nº 193 del mundo.
En la solemne ceremonia, que se celebró en la capital Juba, en el mausoleo del líder independentista John Garang, que murió en un accidente de helicóptero en julio de 2005, participaron decenas de miles de personas, formando según la Neue Zürcher Zeitung (9 de julio), la más numerosa concentración humana jamás vista en la ciudad situada en las orillas del Nilo Blanco.
La celebración comenzó con las oraciones leídas por dos líderes religiosos, uno musulmán y el otro cristiano, monseñor Paulino Luduku Loro. “Que Dios dé alegría a todos nuestro pueblo”, así rezó el arzobispo católico de Juba, que quiso recordar a todos los que “nos han expresado su solidaridad durante los largos años de guerra” y pidió además, un “nuevo entendimiento” entre el Norte y el Sur (Agence France-Presse, 9 de julio).
El culmen del evento llegó cuando se recogió la bandera sudanesa y se izó la de la República de Sudán del Sur, que después de Eritrea (1993), es la segunda nación africana nacida de una secesión. La independencia de Juba fue precedida por una larga y sanguinaria guerra civil entre el norte musulmán y el sur animista y cristiano que, explotando en 1955, duró (con un pausa de 1972 a 1983) hasta la firma del Acuerdo General de Paz (CPA en acrónimo inglés), que se realizó el 9 de enero de 2005 en la capital de Kenya, Nairobi, entre el presidente sudanés, Omar Hassan al-Bashir y los rebeldes del Movimiento/Ejército Popular para la Liberación del Sudán (SPLA/M) de Garang.
Se calcula que la segunda fase de la guerra civil -la más cruenta- hay causado casi 2 millones de víctimas y más de 4 millones de desplazados. “Nuestros mártires no han muerto en vano”, destacó el presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir Mayardit, dirigiéndose a la multitud (BBC, 9 de julio). “Hemos esperado más de 56 años para este día. Es un día que se quedará grabado en nuestros corazones y nuestras mentes”, continuó el ex jefe rebelde, que llevaba su ya característico sombrero negro de cowboy.
El primer país en reconocer el mismo viernes a Sudán del Sur fue el mismo Sudán. Según la agencia Reuters (9 de julio), se trata de un gesto de buena voluntad de parte del régimen de Al-Bashir, sobre cuya cabeza pende todavía una orden internacional de captura emitida por el Tribunal Penal Internacional (ICC) de La Haya (Holanda) por crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos en Darfour entre el 2003 y el 2004. Al- Bashir participó además, en la ceremonia de independencia. “Nos alegramos con nuestros hermanos del sur por la creación de su nuevo Estado. Compartimos su alegría y su fiesta. La voluntad de la gente del sur debe ser respetada”, dijo el hombre fuerte de Jartum, que pidió a los Estados Unidos levantar las sanciones contra su país(BBC, 9 de julio):
Por su parte, el presidente americano Barack Obama afirmó en una nota estar “orgullosos de declarar que los Estados Unidos reconocen formalmente a la República de Sudán del Sur como un Estado soberano e independiente” (Reuters, 9 de julio). Para la Casa Blanca, la jornada del sábado “nos recuerda que después de la oscuridad de la guerra, la luz de un nuevo amanecer es posible”. Obama lanzó a su vez, un llamamiento a Jartum de si continúa por el camino de la paz, “el gobierno de Sudán puede redefinir su relación con la comunidad internacional y asegurar un futuro más próspero para su pueblo”.
También Egipto ha reconocido a la nueva nación africana. Lo anunció el ministro de exteriores del Cairo, Mohammed el-Orabi. Como explica la agencia Reuters (8 de julio), el gobierno egipcio siguió el proceso de secesión con preocupación a causa de la cuestión de la separación de las aguas del Nilo, que provee el 90% de las necesidades hidráulicas del país. Mientras que seis países de la cuenca del Nilo firmaron el año pasado un acuerdo sobre la redistribución de sus aguas, que eliminaba algunos privilegios concedidos a Egipto en la época colonial, la independencia de Sudán del Sur, que se convierte en el país nº11 de las orillas del Nilo, podía complicar la situación.
Todos están de acuerdo en que con la independencia comienza el verdadero trabajo para Juba. Los retos que esperan al país -uno de los más pobres del mundo, tan grande como España y Portugal juntas- son enormes. El primer desafío es el de la seguridad, no sólo la exterior -como sugieren la crisis en la disputada región de Abyei y la violencia en el Estado sudanés de Kordofán del Sur- sino también la interior. Sobre el terreno de Sudán del Sur actúan al menos, siete movimientos de rebeldes, que según Juba están financiados por Jartum. Para muchos expertos, el verdadero enemigo de Sudán del Sur se esconde, de hecho, dentro del país, y son la corrupción y las divisiones étnicas.
En el frente de la seguridad hay, de todas maneras, alguna buena noticia. El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el pasado viernes 8 de julio la misión UNMISS (United Nations Mission in the Republic of South Sudan), que prevé el envío de 7.000 cascos azules y 900 policías. “Se trata de una fuerte señal de apoyo a Sudán del Sur”, afirmó el embajador de Alemania, Peter Wittig, que este mes asume la presidencia del organismo (Reuters, 8 de julio).
Luego están los espinosos asuntos de las fronteras con Sudán, la deuda sudanesa y sobre todo el del petróleo. Mientras que la mayor parte de los yacimientos sudaneses (al menos el 75%) se encuentran en el territorio del sur, la infraestructura para la exportación del oro negro (en particular el Gran Oleoducto del Nilo y el puerto comercial de Port Sudan) se han quedado en las manos de Jartum). Pero aunque Sudán del Sur se verá obligado a llegar a un acuerdo con el Norte, todo indica que para su desarrollo económico necesitará sobre todo, ayuda de sus vecinos Etiopía, Kenya y Uganda.
Como recuerda Reuters (6 de julio), Sudán del Sur es, de hecho, el principal destinatario de las exportaciones ugandesas, que según Uganda Exports Pormotions Board llegaron, en 2009, a un volumen de 184’6 millones de dólares. EN el mismo años. Kenya exportó bienes y servicios por 157’7 millones de dólares hacia Juba. Según un informe del centro de consulta Frontiers Economics, una posible reanudación de la guerra en Sudán del Sur costaría a sus vecinos hasta el 34% de su PIB combinado durante un periodo de 10 años. Juba es, además, el candidato más probable para convertirse en miembro de la Comunidad de África Oriental (EAC), si los actuales estados miembros (Burundi, Kenya, Ruanda, Tanzania y Uganda), decidiesen ampliar este grupo.
Para su desarrollo, Juba tiene, quizás, un sorprendente as en la manga: podría convertirse en un destino para los amantes del safari. Como recordó el periódico español El mundo (10 de julio), en Sudán del Sur se esconde un Serengeti “secreto”. Exploradores de la sociedad zoológica de Nueva York (Wildlife Conservation Society o WCS) y del National Geographic descubrieron en 2006 una gran migración en masa de herbívoros casi mayor que la de famoso Parque Nacional del Serengeti, en Tanzania. En esta migración participaron hasta 1’4 millones de antílopes y otros herbívoros, entre ellos el cobo de oreja blanca, el antílope alcino y el órice beisa. Junto con el oeste de Etiopía, la zona de Sudán del Sur donde se ha verificado esta migra
ción, forma, según El Mundo, el mayor ecosistema de sabana todavía intacto de toda África.
Mientras tanto, la prioridad absoluta es la creación -casi de cero- de un sistema sanitario y educativo. Con una población igual a la de Milán y Roma juntas -observa Il Corriere della Sera (9 de julio)- el nuevo país africano tiene menos de 499 chicas diplomadas en la escuela superior. Para ayudar en este colosal desafío, las autoridades de Sudán del Sur -un país donde un niño sobre diez muere antes de cinco años y una mujer sobre diez muere durante o después del parto- hay 400 ONG activas además de la Iglesia católica. Este años la diócesis de Torit pretende, por ejemplo, dedicar 9 millones de dólares a proyectos de desarrollo (La Croix, 1 de abril).
Por Paul De Maeyer
[Traducción del italiano por Carmen Álvarez]