ARANJUEZ, viernes 22 de julio de 2011 (ZENIT.org).- El secreto del éxito de cada una de las Jornadas Mundiales de la Juventud ha sido y es el mensaje que antes Juan Pablo II, y ahora Benedicto XVI, han dado a la juventud de hoy, afirma el cardenal Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid.
El cardenal presidió hoy la clausura del curso de verano “Los jóvenes y la Iglesia Católica”, organizado por la Universidad Rey Juan Carlos en Aranjuez, con una ponencia titulada “Tareas y caminos abiertos de evangelización de los jóvenes después de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid”.
El arzobispo de Madrid, anfitrión de la próxima Jornada Mundial, afirmó, con palabras de Romano Guardini, que con la JMJ “un acontecimiento de extraordinaria trascendencia ha comenzado”.
El purpurado, que ya acogió, como arzobispo de Santiago de Compostela, la JMJ de 1989, quiso recordar aquel evento: los jóvenes “respondieron en el 89” y lo siguen haciendo desde entonces, afirmó.
En aquella ocasión, Juan Pablo II “invitó a los jóvenes a vivir la vocación y la misión de la Iglesia de forma directa, centrada en Jesucristo” con “un discurso directo, inmediato: Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida”.
Por eso, calificó de “secreto de la historia de las Jornadas Mundiales de la Juventud el mensaje directo y claro del Papa”.
“Eso produce un efecto en la vida de la Iglesia”, que es el nacimiento de “una generación joven, identificada con la fe vivida en la comunión de la Iglesia”.
“Nos encontramos con nuevas realidades, como nuevas formas de vida consagrada, nuevos modos de implicación de los seglares en la vida de la iglesia...”. Y es que “la Iglesia tiene que actualizar su novedad constantemente, porque ella es nueva siempre”.
Para el cardenal Rouco, “la evangelización es la palabra clave. Es lo que anima a la JMJ de Madrid”.
En este sentido, ha apuntado como “metas y caminos posteriores” a la Jornada que “los jóvenes que están en la Iglesia se afiancen en su fe y en vivir comunión con la Iglesia”, “reforzar, profundizar y extender la pastoral vocacional, comenzando por el sacerdocio”, y siguiendo por “la vida consagrada” y la vocación “al matrimonio y la familia cristiana”.
En esta línea, ha manifestado su deseo de que “no saliese nadie de JMJ sin encontrar su vocación”.
Para el Cardenal, con las JMJ surgen “nuevos caminos” de evangelización, y una “apertura de los ámbitos propios para los jóvenes en las parroquias”, así como una revitalización de “la experiencia viva y contemplativa”.
Concluyó afirmando que “la JMJ es una gran expresión de la vida de la Iglesia. Estamos ante un acontecimiento nuevo de la vida de la Iglesia”.