El cardenal Deskur, una vida ofrecida por el bien de la Iglesia

Exequias presididas por el cardenal Sodano en nombre del Papa

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CIUDAD DEL VATICANO, martes 6 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- Un “pastor bueno y generoso” que ofreció su vida por el bien de la Iglesia. Así recordó el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio, al cardenal polaco Andrzej Maria Deskur, fallecido el pasado sábado en Roma y cuyos funerales se celebraron este martes por la mañana en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro.

El purpurado tenía 87 años, de los que los últimos 33 vivió en una silla de ruedas, después de sufrir una apoplejía el 13 de octubre de 1978, apenas tres días antes de la elección a la sede pontificia de su gran amigo Karol Wojtyła.

La Misa funeral fue concelebrada por veinticinco cardenales, entre ellos, el secretario de Estado, Tarcisio Bertone, y el arzobispo emérito de Cracovia, Franciszek Macharski, en representación de la diócesis de pertenencia del purpurado difunto – y otros quince arzobispos y obispos.

Estuvieron presentes en la celebración también la embajadora de Polonia ante la Santa Sede, Hanna Suchocka, y los familiares del cardenal Deskur, entre ellos su hermana, Wanda, los numerosos sobrinos y el presidente de la asociación internacional que reúne a la familia Deskur, que tiene noble origen francés.

En su homilía, publicada por L’Osservatore Romano, el cardenal Sodano recordó que el difunto quiso realizar “en sus numerosas pruebas” el ideal trazado por el papa Juan Pablo II en la carta apostólica Salvifici doloris, es decir, “ofrecer su vida por el bien de la Santa Iglesia y en particular por el ministerio fecundo del sucesor de Pedro”.

El cardenal, “pastor bueno y generoso”, vivió en su existencia “acontecimientos dolorosos”, “desde las tremendas pruebas de la última guerra mundial, desde los años difíciles en los que se encontró trabajando para la Iglesia en su Polonia, hasta el largo calvario de su enfermedad”.

“Fue probado, pero Dios lo encontró digno de sí”, afirmó el decano del Colegio Cardenalicio.

“Tuvo un corazón pobre”, “fue probado por muchas aflicciones”, “pero precisamente por esto ha merecido los consuelos del Señor”.

“Fue un pastor misericordioso, pero precisamente por esto mereció la misericordia del Señor”, añadió. “Fue también un trabajador de paz, pero precisamente por esto es digno de ser llamado hijo de Dios”.

El cardenal Deskur recorrió un largo camino, “en una hora difícil de la historia de su querida tierra polaca, como en el exaltante periodo siguiente de servicio a la Sede de Pedro”.

“Baste pensar en su generoso empeño en el sector específico de los medios de comunicación social, con el esfuerzo dedicado a suscitar aquí en Roma, como en numerosos países del mundo, iniciativas providenciales de difusión de la Palabra del Papa y de la actividad de la Sede Apostólica”, recordó el cardenal Sodano.

“Querido hermano, ¡que todos los ángeles y santos te acompañen al Paraíso! Que te guíe en particular hacia la patria eterna Maria santisíma, la Reina de los ángeles y de los santos, de la que eras particularmente devoto”, concluyó.

Totus tuus no era solo el lema del beato Juan Pablo II: fue también el lema de toda tu vida. Que María te acoja, como hijo suyo devoto, en la patria eterna del Paraíso”.

El próximo lunes 12 de septiembre, el cardenal Stanisław Dziwisz, arzobispo de Cracovia, celebrará la Misa funeral en el santuario de la Divina Misericordia, donde el cardenal Deskur será después sepultado.

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ZENIT Staff

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