ROMA, domingo 18 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).– Remy Sandah iba a la iglesia en su comunidad rural de Togo para no tener que trabajar en el campo.
Ahora, el administrador del Consejo General de los Maristas, el hermano Sandah, recuerda su primera experiencia del cristianismo como una señal de que Dios utiliza cualquier cosa para llegar hasta su pueblo, incluso la falta de ganas de trabajar de un niño.
El hermano Sandah está muy lejos de su hogar de África occidental. Trabaja en Roma, donde ha sido entrevistado por el programa de televisión «Dios llora en la Tierra» de la Catholic Radio and Television Network (CRTN) en colaboración con Ayuda a la Iglesia Necesitada.
– ¿Cómo es su entorno familiar?
Hermano Sandah: Soy de un entorno rural. Muchas de las zonas rurales de Togo son pobres. La gente trabaja muy duro pero no hacen prácticamente nada, y esto no es por pereza. Las zonas rurales se basan en la agricultura y, cuando se da un mal año, no hay seguros, y, por ello, se muere de hambre.
– ¿Sus padres trabajan en la agricultura?
Hermano Sandah: Mis padres, mis hermanos y yo trabajamos en el campo. Yo tenía seis años. Trabajábamos unidos y ayudábamos a los demás: se lo podría llamar cooperativa.
– ¿Tuvo tiempo de ir a la escuela?
Hermano Sandah: En mi pueblo se comienza la escuela cuando se tienen seis o siete años. Yo sólo trabajaba los sábados y los domingos. Traté de escapar del trabajo diciéndole a mi padre que tenía que ir a la iglesia. Mi padre no era cristiano pero me permitió ir a la iglesia.
– ¿A qué tipo de escuela asistió?
Hermano Sandah: Era una escuela pública en el pueblo, pero los misioneros no estaban muy lejos y venían a enseñarnos el catecismo y las canciones para la iglesia. Tuve contacto con los maristas cuando fui a la escuela secundaria.
– ¿Es Togo un país cristiano?
Hermano Sandah: No puedo decir que Togo sea un país cristiano, puesto que los católicos son un 25%, los protestantes un 9% y los musulmanes un 15%. La mayoría pertenece a las religiones tradicionales, que representan aproximadamente la mitad de la población. No es un país cristiano pero tenemos una gran población cristiana. Hay libertad de religión y existe una buena relación entre todas las religiones.
– ¿Si sus padres no eran creyentes, cómo es que le permitieron ir a una escuela católica?
Hermano Sandah: Mi familia no era cristiana, pero ahora lo es. Mi hermano mayor fue quien llevó el cristianismo a mi familia. Fue por su cuenta a una escuela cristiana dirigida por los misioneros maristas lejos de nuestro pueblo. Quería tener una educación y mi padre no se opuso a esto, y le dejó ir. Cuando volvió nos habló de la «Buena Nueva», así que la familia abrazó poco a poco el cristianismo. Yo pude ir a la iglesia gracias a él. Mi padre nos dejaba ir si queríamos. Al principio hacía las dos cosas. Iba a la iglesia y también hacía sacrificios a nuestros antepasados con mi padre en la religión tradicional.
– ¿Cómo pasó de la religión tradicional a convertirse en católico?
Hermano Sandah: De hecho, fui bautizado en mi infancia pero no practicaba, y sólo cuando crecí y fui a catequesis y conocí el cristianismo, dejé por completo la religión tradicional. Le dije a mi padre: «Nos han dicho en la iglesia que no deberíamos hacer sacrificios si vamos a la iglesia. Tenemos que elegir». Me dijo: «Elige entonces». Así que elegí a la Iglesia. No se opuso y le estoy muy agradecido.
– ¿Qué fue lo que más le atrajo del catolicismo?
Hermano Sandah: Dios usa todos los medios para llegar a su pueblo y, en mi caso, yo diría que utilizó mi «lado malo». Solía ir a la iglesia por pereza, para escapar de las labores agrícolas. Me gustaba la iglesia por las canciones y, después de un tiempo, iba no por escaparme sino por escuchar las canciones. Cuando luego fui al colegio marista fue algo distinto. Vi su dedicación a la educación, su trabajo y cómo vivían en comunidad. Esto es lo que me atrajo, y también su alegría y cómo trabajaban juntos. Comencé a hacerme preguntas, después fui a hablar con uno de ellos y, tras un discernimiento, decidí convertirme en hermano cuando tuve la edad suficiente para decidir.
– ¿Por qué los maristas?
Hermano Sandah: Vinieron de Suiza. De hecho, yo no sabía nada de los hermanos. Sabía lo que era un sacerdote, pero en cuanto a la vida de un hermano, no sabía nada en absoluto. Cuando se me explicó que viven en comunidad y rezan y trabajan juntos -casi como un sacerdote pero no celebran misa-, no me sentí atraído por el sacerdocio sino que me interesé por esta vida y pensé que podía ser mi camino. La otra razón fue que habían venido de Suiza. No había más vocaciones en Suiza y el colegio que dirigían en Togo se cerraría si no había togoleses que lo mantuvieran. Fui el primero en unirme a ellos. Así que también por amor a la educación.
– ¿Cuál fue la reacción de su familia cuando les dijo que quería unirse a los maristas y convertirse en hermano?
Hermano Sandah: Su primera reacción fue negativa porque, como he dicho, a los hermanos religiosos no se les conocía y no querían oír hablar de ello. Traté de explicar lo que es la vida religiosa y su pregunta era: «¿Se casan?». Afirmé: «No». «Así que es como un sacerdote y no hay ninguna diferencia». Les dije: «Hay una diferencia. No celebran misa». «Si no se casan es lo mismo». Como mi hermano mayor había ido al colegio y se había hecho sacerdote, me dijeron: «Con uno es suficiente». Insistí. Finalmente, cuando mis padres me visitaron y vieron a otros jóvenes en el pre noviciado, poco a poco lo aceptaron en la época en que estaba preparado para hacer mis primeros votos.
– Aceptaron que usted no iba a casarse y, considerando que su hermano mayor es sacerdote, ¿hay alguien que haya continuado la línea familiar?
Hermano Sandah: Esa fue la preocupación inicial, pero mi hermano pequeño tiene esposa y cuatro hijos, y no tienen que preocuparse por eso. Mi madre, desde que se hizo cristiana, ha entendido que la vida cristiana lo es todo. Ella decía: «La vida no es nuestra. La vida es de Dios». Ella lo comprendía, e incluso mi padre, que ahora se ha ido al Padre, antes de su muerte, estaba de acuerdo con todo. Así que estoy agradecido.
– ¿Fue difícil darle la espalda a la religión tradicional africana cuando decidió hacerse católico?
Hermano Sandah: Una cosa que hay que decir es que me decidí siendo niño, cuando mi práctica de la religión tradicional no era una fe. Mi interés era exclusivamente el de comer carne, que se sacrificaba, y ayudar, ver y estar allí. No era de corazón. Descubrí la fe católica de otra forma. Así que no puedo decir que echo de menos la religión tradicional.
– ¿Qué pasaje evangélico escogió durante su profesión?
Hermano Sandah: Cuando hice mis votos perpetuos, que es cuando se decide solemnemente permanecer en la congregación, elegí Juan 16,33 con las palabras de Cristo: «No temáis, yo he vencido al mundo». Estas palabras me decían mucho en aquel momento porque había graves problemas en la década de los noventa: una guerra civil entre el norte y el sur, y las diversas tribus étnicas y la gente tenían miedo. Pensaba que nosotros, los cristianos, no deberíamos tener miedo y deberíamos ayudar a la gente a confiar en Dios porque nuestro destino está en sus manos.
– ¿Cuál es la situación política actual en Togo?
Hermano Sandah: Las cosas han cambiado mucho últimamente. Nuestro último presidente ha hecho mucho para lograr este cambio. Somos una república con una democracia con diversos partidos políticos en el Pa
rlamento, tras la transición de un sistema de partido único a tres partidos grandes y muchos otros.
– ¿Qué más se debe hacer en su país?
Hermano Sandah: Deberíamos estar unidos como si fuéramos uno. Algunas personas sienten que son más de Togo que otros y creen que tienen más derechos. Todavía hay tensión entre la gente del norte y la del sur a causa de las injusticias del pasado. El Gobierno está tratando ahora de intentar aliviar esta tensión, ya que sin unidad la nación no prosperará.
– ¿Puede usted ayudar en este proceso de reconciliación?
Hermano Sandah: Creo que todos podemos hacer algo. Directamente, pienso que puedo hacer lo que todo cristiano debe hacer, es decir, ser un ejemplo de reconciliación. En mi comunidad somos de diversas tribus y grupos étnicos y vivimos en armonía. Si la gente ve que esto es posible, comprenderán cómo vivir sin discordia y tensión, y cambiarán.
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Marie Pauline Meyer realizó esta entrevista para «Dios llora en la Tierra», un programa semanal producido por la Catholic Radio & Television Network en colaboración con Ayuda a la Iglesia Necesitada.
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Para más información: www.WhereGodWeeps.org y www.acn-intl.org