ROMA, lunes 23 enero 2012 (ZENIT.org).- Con motivo del Año Nuevo chino, que se celebra este lunes 23 de enero, la agencia de información del Instituto Pontificio de Misiones Extranjeras en Milán, Asia News, ha pedido a las autoridades chinas la liberación de los obispos y sacerdotes de la Iglesia católica prisioneros. En una entrevista, monseñor Sabio Hon Tai-fai expone la situación de estos encarcelados por su fidelidad a Roma, autodenominados católicos “clandestinos”.
AsiaNews ha dirigido una carta abierta a Hu Jintao, presidente de la República Popular de China, y a su embajador en Italia, Ding Wei. Con fecha de 16 de enero, firmada por el padre Bernardo Cervellera, director de la agencia, la carta insta a las autoridades a liberar a cuatro obispos y cinco sacerdotes de la Iglesia católica en China. Uno de ellos, monseñor James Su Zhimin, está detenido en secreto desde 1997.
El 17 de enero, AsiaNews entrevistó a monseñor Savio Hon Tai-fai, oriundo de Hongkong y secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que trabaja en Roma.
Sobre esta gestión de petición de la libertad de los obispos y sacerdotes, o al menos tener información sobre su paradero, monseñor Hon Tai-fai opina: “Intentar conocer cuál es su situación implica que estamos frente a un sistema cuyo funcionamiento no permite la comunicación al país de ninguna noticia considerada como mala o negativa. La respuesta del gobierno chino a los requerimientos que se le presentan es siempre la misma: ‘No sabemos nada’. Esta ha sido la respuesta que han dado siempre a la Santa Sede. Pero tal respuesta nos dice que estas personas, que son obispos, hombres de fe y de fidelidad a su Señor, han desaparecido por motivos religiosos. Concretamente sus familias y sus allegados nos hacen llegar algunas noticias que consiguen obtener”.
¿Qué hacer por estos prisioneros de fe?
–Monseñor Hon Tai-fai: Podemos y debemos orar por estos obispos y sacerdotes privados de libertad. Debo decir que me siento orgulloso de ellos por el testimonio que dan. Soy chino y el testimonio dado por mis hermanos en el episcopado me colma de alegría y me reconforta. Pero no debemos renunciar a cuestionar a aquellos que retienen a estos obispos. Las autoridades [chinas] deberían decidirse a encontrar una solución a este problema no sólo por las dificultades para la comunidad católica sino también por los problemas que esto causa a la nación china. La noticia de los arrestos, de las desapariciones, de las detenciones en los campos de trabajo o en los cuarteles de la policía, de obispos o de sacerdotes causan perjuicio a China. ¡Si estas personas son consideradas culpables que comparezcan ante la justicia! Pero no es normal que sean detenidas o aisladas sin haber sido juzgadas. Esta manera de actuar no resuelve nada y causa perjuicio a la imagen de China a nivel internacional.
¿Estos sufrimientos, tienen algún sentido?
–Monseñor Hon Tai-fai: Nuestra fe nos enseña que estos sufrimientos tienen un gran valor salvífico. Estos mártires, modelo de heroísmo para todos los creyentes del mundo, hacen nuestra evangelización fecunda.
El Vaticano insiste en pedir su puesta en libertad
–Monseñor Hon Tai-fai: Existen dos canales a través de los cuales se pide su liberación. El primero pasa por sus amigos, sean o no católicos, que han iniciado gestiones ante las autoridades para pedir la puesta en libertad de los obispos. Pero la respuesta que se les da es siempre la misma: “No sabemos nada. No sabemos donde están”. Los diplomáticos extranjeros que presentan la misma demanda a través de los canales oficiales reciben la misma respuesta. No obstante aunque no se obtenga ninguna respuesta satisfactoria es necesario perseverar porque esto incita a las autoridades chinas, a los diferentes departamentos del gobierno, la Seguridad pública, a no volver a cerrar este dossier arriesgando así empañar todavía más la imagen de la China a nivel internacional.
Estos canales puede parecer que no dan muchos resultados, pero presentar sin descanso nuestra demanda es esencial para que nadie olvide la suerte de estas personas. Además es importante que se exprese concretamente el amor de la Santa Sede hacía la comunidad clandestina.
Algunos dicen que el Vaticano ha olvidado a las comunidades clandestinas
–Monseñor Hon Tai-fai: Se dice en efecto aquí o allá que el Vaticano les ha olvidado, pero no es verdad. La Santa Sede no puede hacer pública toda la ayuda que les aporta, ni incluso su proximidad con esas comunidades. Ayudamos a la Iglesia entera, no hacemos distinción entre oficiales y clandestinos y tomamos en cuenta aquello que es importante para la evangelización.
Es importante también que las comunidades clandestinas aprendan a perdonar. El mártir a ejemplo de san Esteban, es también aquel que perdona. Por ejemplo, en las ordenaciones episcopales ilícitas, las de los últimos meses, muchos obispos oficiales han sido obligados a participar. Más tarde, muchos de ellos pidieron el perdón del papa, que se lo ha concedido. También los clandestinos deben mostrarse magnánimos y reconstruir la unidad en la reconciliación.
Traducido del francés por Raquel Anillo