CIUDAD DEL VATICANO, viernes 9 marzo 2012 (ZENIT.org).- “La divinidad de Cristo es hoy la verdad con la que la Iglesia está o cae” y “no ha habido nunca en la historia una renovación de la Iglesia que no haya sido también un retorno a los Padres”.
Lo ha dicho el padre Raniero Cantalamessa OFM cap, en su primera prédica de Cuaresma pronunciada hoy 9 de marzo en la capilla Redemptoris Mater, en el Vaticano, en presencia del papa Benedicto XVI.
El predicador de la Casa Pontificia explicó que en preparación del año de la fe, las cuatro prédicas de Cuaresma se proponen extraer impulso y devolver frescura a nuestro creer, mediante un renovado contacto con los “gigantes de la fe” del pasado.
Y en particular con cuatro grandes doctores de la Iglesia oriental: Atanasio, Basilio, Gregorio Nacianceno y Gregorio Niceno, relativamente a los temas de la divinidad de Cristo, del Espíritu Santo, de la Trinidad y del conocimiento de Dios.
“Lo que querríamos aprender de los Padres –precisó el padre Cantalamessa- no es tanto cómo anunciar la fe al mundo, y ni siquiera como defender la fe contra los errores, es más bien pasar, como dice Pablo ‘de una fe creída a una fe vivida’”.
En esta primera prédica de Cuaresma, el padre Cantalamessa empezó con san Atanasio, obispo de Alejandría, nacido en 295 y muerto en 373. Un personaje del que se ha escrito: “Pocos Padres han dejado una marca tan profunda en la historia de la Iglesia como él”.
El dogma por el que san Atanasio sufrió por siete veces el exilio es el de la divinidad de Cristo.
Según el predicador de la Casa Pontificia: “La divinidad de Cristo es hoy el verdadero articulus stantis et cadentis ecclesiae, la verdad con la que la Iglesia esta o cae.
Sin la fe en la divinidad de Cristo: Dios está lejano, Cristo permanece en su tiempo, el Evangelio es uno de los muchos libros religiosos de la humanidad, la Iglesia, una simple institución, la evangelización, una propaganda, la liturgia, reevocación de un pasado que ya no está, la moral cristiana, un peso nada ligero y un yugo nada suave.
Pero con la fe en la divinidad de Cristo: Dios es el Enmanuel, el Dios con nosotros, Cristo es el resucitado que vive en el Espíritu, el Evangelio, palabra definitiva de Dios a toda la humanidad, la Iglesia, sacramento universal de salvación, la evangelización, compartir un don, la liturgia, encuentro gozoso con el Resucitado, la vida presente, inicio de la eternidad.
“La fe en la divinidad de Cristo –subrayó el padre Cantalamessa- nos es sobre todo indispensable en este momento para mantener viva la esperanza en el futuro de la Iglesia y del mundo”.
Contra los gnósticos que negaban la verdadera humanidad de Cristo, Tertuliano alzó, en su tiempo, el grito: “¡No quitéis al mundo su única esperanza!”. Por este motivo, sostuvo el predicador, “nosotros debemos decirlo hoy a quienes se niegan a creer en la divinidad de Cristo”.
El padre Cantalamessa concluyó recordando que “a los apóstoles, tras haber calmado la tempestad, Jesús dirigió una palabra que repite hoy a sus sucesores: “¡Ánimo! Soy yo, no tengáis miedo”.
Se puede leer el texto completo de la prédica en: http://www.zenit.org/article-41674?l=spanish.
Por Antonio Gaspari