Por James Mulford
DUBLÍN, lunes 18 junio 2012 (ZENIT.org).- Peregrinos de Irlanda y de todo el mundo llenaban el estadio Croke Park Stadium ayer por la mañana en la ceremonia de clausura del 50 Congreso Eucarístico Internacional, celebrado la semana pasada en Dublín, Irlanda.
ZENIT habló con algunos de ellos mientras ocupaban sus lugares en el estadio.
El arzobispo Salvador Piñeiro, de la diócesis de Ayacucho y presidente de la Conferencia Episcopal de Perú, comentó: “He vivido lo que siempre conocíamos; el cariño, la realidad irlandesa. Y, sobre todo, yo he venido, cumpliendo el encargo de mis hermanos obispos, representando al Perú con una delegación, para reflexionar, para para vivir la fe, y también para agradecer la labor que han hecho tantos misioneros irlandeses. Soy testigo de que desde hace 50 años llegaron los religiosos columbanos y las hermanas a las zonas marginales de Lima y cómo, cuando tenían todo ya organizado, entregaron las parroquias a las diócesis. ¡Cuántos hijos de Irlanda llegaron al Perú a sembrar el Evangelio!. Por eso tenemos una deuda y hemos venido a agradecer. Yo me voy muy contento. Veo que esta oración de toda la Iglesia en este estadio es también un inicio de nuevos proyectos, de nuevas tareas».
Por su parte, monseñor Rafael Romo Muñoz, Arzobispo de Tijuana, Mexico, declaró: “Yo he venido aquí a Irlanda porque, habiendo celebrado el último Congreso Eucarístico nacional en México, siendo mi diócesis la anfitriona, yo no podía perderme este congreso. Y, por lo mismo, lo he vivido intensamente y he aprovechado todos los momentos, he disfrutado mucho y he entendido en uno de los temas que ‘debemos convertirnos en aquello que celebramos’. Esto es importantísimo. ‘Convertirnos en la Eucaristía que celebramos'».
Mark Acoba, joven estudiante de Filipinas y miembro de Youth for Christ, dijo que esta semana fue “asombrosa” y que estaba especialmente impresionado por el testimonio de un bailarín filipino que habló de su conversión y descubrimiento de la fe.
Los padres Brian Dowd y Gerard Sauer dirigieron una peregrinación de la diócesis de Brooklyn. Antes de venir al Congreso Eucarístico, visitaron otras partes de Irlanda. Una peregrina, Peggy Pomeroy, dijo que se conmovió hasta las lágrimas en la homilía, el día anterior, dada por el arzobispo de Manila, Luis Antonio Tagle.
Al otro lado del estadio, dos sacerdotes de Filadelfia compartían sus experiencias. El padre Roland Slobogin, dijo que fue “impresionante” y “muy espiritual”. Su colega, el padre Eugene M. Tully, comentó que el Congreso le ayudó a tener una «visión más allá de la comunidad”. Añadió: “Fuí más allá de lo que el ojo podía ver y fue un signo de algo mucho más profundo, mucho más espiritual”.
Brigid Carthy y Mary Dooley, son dos hermanas que aunque no pudieron asistir a todo el Congreso lo siguieron por la televisión e internet y, en palabras de Mary, “no me quiero perder la misa final por mi vida”.
Las gemelas Gemma y Triona King son laicas irlandesas consagradas que han asistido a todo el Congreso. Gemma comentó que fue “mucho más allá de todas nuestras expectativas”. Dijo que toda el área donde se celebró el Congreso era como una “Aldea Eucarística” y se podía sentir el amor y la caridad entre la gente. Su hermana, Triona, lo llamó “Festival de Fe” y le impresionó la energía y entusiasmo de todos los participantes. “Fue como estar en el monte Tabor y no deseas bajar. Deseábamos que no acabara nunca”.