Por José Antonio Varela Vidal

ROMA, miércoles 18 julio 2012 (ZENIT.org).- A los religiosos de la Compañía de María se les conoce como los ‘Marianistas’. Y también se reconoce su extensa obra en el mundo, que bajo el carisma de la educación, fundara en 1817 el hoy beato de origen francés, Guillermo José Chaminade.

En una pausa de su trabajo en la Sala Capitular, ZENIT conversó con el sucesor directo de Chaminade, el presbítero español Manuel J. Cortés Soriano SM, luego de ser reelegido como superior general de la Congregación.

¿Cómo toma esta ratificación para un nuevo periodo de superior general?

--Padre Cortés: Es evidente que somos religiosos y debemos obediencia a nuestros superiores, y en este caso el superior es el Capítulo General, la autoridad suprema en la Compañía de María. Los hermanos han expresado ese deseo y lo acepto confiado en el apoyo de ellos, y con la seguridad de que el Señor suplirá lo que me falte.

¿Cómo se desarrolla un Capítulo General y un tipo de elección como ésta?

--Padre Cortés: La primera tarea y la más importante es analizar la situación de la Congregación, a partir de los informes que el Consejo General presenta y con las respuestas a una encuesta que la comisión preparatoria del Capítulo realiza. Hay entonces una primera fase del “Ver”, que terminada da pase a una fase de “Reflexión”, sobre lo que necesita la Compañía de María en lo que respecta a orientaciones, recomendaciones y decisiones que deben tomarse. Durante esta fase se hace también la eleccion del superior general y de los demás integrantes.

¿Quiénes conforman el Capítulo?

--Padre Cortés: Es un grupo de 40 capitulares con voz y voto que representan a todas las unidades de la Compañía de María alrededor del mundo. Algunos lo son de derecho, como el superior general, los tres consejeros, tres asistentes y los superiores y vicesuperiores de las provincias que tienen más de 100 miembros. El resto son elegidos, porque un Capítulo es ante todo una representación de toda la Compañía de María y según nuestras normas, tienen que haber más miembros elegidos que de derecho.

¿Vienen trabajando en un tema central?

--Padre Cortés: Sí, ha sido ver a la Compañía de María como una comunidad global. Esto quiere decir que en el momento histórico que estamos viviendo, y en las circunstancias que actualmente la Congregación vive en cada unidad, necesitamos potenciar la cooperación mutua entre las distintas unidades. Hasta ahora, y sobre todo a mediados del siglo pasado, cada unidad era muy autónoma y tenía mucha capacidad y recursos de personal y financieros, de tal modo que cada una podía afrontar las situaciones con autonomía, aunque siempre en la comunion que genera la Regla de Vida y por supuesto con el mismo carisma.

¿Ha cambiado el panorama entonces?

--Padre Cortés: Nos hemos desarrollado, hemos fundado unidades nuevas en lugares nuevos, pero las unidades antiguas se contraen por falta de vocaciones, lo que hace que la capacidad de autonomía de las unidades haya disminuido mucho; y por otro lado está la realidad del mundo que se ha globalizado. Por eso necesitamos plantearnos cómo potenciar y desarrollar unas estructuras más globales, que rompan fronteras.

¿Cómo conjugar todo esto con el Año de la Fe o la Nueva Evangelización, por ejemplo?

--Padre Cortés: Todo este sentido global de la Congregación afecta no solo las estructuras, sino también al sentido de la misión, a fin de potenciarla, para responder a los nuevos desafios. De la misión de la Iglesia en el mundo, nace también el abrir nuestra visión a los desafíos globales que esta viene afrontando, lo que es muy importante para nosotros.

Es significativo que su nuevo periodo comienza con la celebración de los 50 años del Vaticano II… Según su parecer, ¿cómo ha venido respondiendo la vida religiosa a esta reforma?

--Padre Cortés: La vida religiosa respondió con prontitud a lo que el Vaticano II le pidió, que fue en primer lugar un descenso a las raíces, a lo que en cada instituto podemos llamar “carisma fundacional”, aquella inspiración que viene del Espíritu y que la Iglesia reconocio en su momento. Un volver a las fuentes, y a la revalorización de la vivencia del propio carisma. Y el Vaticano II pidió también una adaptación a los tiempos y a las necesidades de los tiempos.

¿Y qué falta aún?

--Padre Cortés: Nos falta todavía un camino por recorrer en ambas dimensiones. Es decir, en profundizar en el carisma y en encarnar ese carisma en las realidades culturales nuevas del mundo, y en las realidades concretas de los países donde se está implantando la vida religiosa marianista.

La segunda y última parte de esta entrevista será publicada mañana jueves 19 de julio.