Por Nieves San Martín
ROMA, martes 18 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Durante el viaje apostólico de Benedicto XVI al Líbano, el arzobispo sirio ortodoxo de Aleppo Gregorios Yohanna Abraham escribió dos cartas que expresan bien la situación que está viviendo el martirizado país medioriental. Una, el 15 de septiembre al arzobispo de Canterbury Rowan Williams y la otra, al papa Benedicto XVI, el 14 de septiembre. En ambas expresa su dolor por no haber podido encontrarse con ellos. Curiosamente, el contenido de la exhortación apostólica del papa coincide, en tantos puntos que sugiere el líder ortodoxo, sobre todo en la necesidad de implicar a los jefes musulmanes en la pacificación de la región.
En un mensaje, de 14 de septiembre, dirigido al papa Benedicto XVI, el arzobispo Gregorios Yohanna Ibrahim, afirma que la visita del papa «es bienvenida por todos los ciudadanos, cristianos y musulmanes de Líbano, Siria y todo el Medio Oriente».
En esta encrucijada, expresa, los cristianos están orgullosos «del éxito polifacético de la visita apostólica: espiritual, religioso y social».
Espera que su presencia «inyecte entusiasmo» y le expresa sus tres deseos y preocupaciones.
En primer lugar, afirma que desde mediados de marzo de 2011, los sirios han soportado un «estado de violencia desconocido y sin precedentes» que siguió al «levantamiento pacífico popular». Reitera las pérdidas económicas y la emigración de las que hablaba en su anterior carta.
Ningún ciudadano es actualmente inmune a la espada amenazante de la violencia en las mayores ciudades como Dara’a, Homs, Idle, Damasco y ahora Aleppo, donde «cada noche se convierte en un campo de batalla».
Violencia impuesta
Mar Gregorios Yohanna Abraham asegura que en esta ciudad «los cristianos fueron secuestrados, salvajemente torturados, con la petición de enormes rescates que superan la capacidad de los ciudadanos sirios y sus familias para su liberación». Iglesias, mezquitas y otros centros religiosos estuvieron en el punto de mira, con sacrilegios en Homs, Aleppo y otras localidades de Siria.
Es inquietante también, refiere el arzobispo, «la circulación online de declaraciones y comunicados amenazantes e intimidantes», dirigidos primero contra los cristianos y ahora también contra la comunidad armenia.
Los sirios, explica el prelado están exiliándose principalmente en Líbano, Egipto, Chipre y Turquía.
En segundo lugar, cada vez un mayor número de sirios acaricia la idea de emigrar a países como Suecia, Holanda, Canadá o Estados Unidos. En consecuencia, oleadas de familias están dejando antes Siria hacia Líbano para encontrar una vía de emigración a través de Naciones Unidas u otras organizaciones humanitarias.
Unos sucesos que repercutirán «en el delicado equilibrio del tapiz demográfico» y apenas «reflejará «el rico mosaico sirio que ha sido atesorado por la identidad siria durante centurias».
Por ello, urge a las Iglesias del mundo y sus líderes, a los gobiernos y quienes toman decisiones en ellos que vayan a la raíz de esta «violencia impuesta» para que pueda tornar la vida pacífica y coexistencia.
Que su visita sea un éxito y una bendición
Por último expresa su expectativa de que la exhortación apostólica de Benedicto XVI asuma las preocupaciones y lo que une a todas las Iglesias de la región, tal como: unificar la fecha de la Pascua, establecer un aniversario para los mártires cristianos, activar la unidad cristiana, reforzar el diálogo cristiano-cristiano y cristiano-musulmán en la región.
Sugiere también que sus homólogos musulmanes «tomen conciencia de que la ciudadanía es el único modo de garantizar iguales derechos a cada uno bajo el cielo de la patria». Un deber que corresponde al gobierno y la autoridad legislativa.
No basta denunciar la emigración, afirma el arzobispo Gregorios, sino que hacen falta políticas para detenerla mediante instituciones educativas, culturales, médicas y de comunicación, proyectos de viviendas para los jóvenes que les facilite crear sus familias y consolidar su presencia en la sociedad.
En este sentido, hace un llamamiento a los gobiernos árabes e islámicos a reconsiderar sus planes de estudios para purgar «el sectarismo, la discriminación y la violencia» contra los cristianos y otros grupos.
Recuerda que los cristianos no son nuevos llegados a la región sino que son «el pueblo nativo de la tierra antes de la llegada del Islam, que ha vivido y practicado el cristianismo en la región durante dos milenios».
Por último, mar Gregorios Yohanna Abraham llama a «las facciones beligerantes a reunirse en la mesa de negociación y desarrollar un código de conducta y un acuerdo honorable para establecer una justa paz que reasegure la vida y tranquilidad de todos los ciudadanos».
Y concluye deseando que la visita apostólica sea un éxito y una bendición para la región.
El arzobispo sirio se disculpa por su ausencia en la reunión prevista con el arzobispo Williams en Lambeth el 17 de septiembre, debido a la actual situación en Siria y sobre todo en Aleppo, donde el Arzobispado se encuentra en el casco antiguo de la ciudad. Y explica la situación: «Nuestros movimientos estan restringidos a un kilómetro cuadrado. El camino hacia el aeropuerto internacional de Aleppo es impracticable e inseguro con bloqueos y emboscadas. Muchos han perdido la vida, incluyendo a cuatro armenios que regresaban, un doctor de medicina sirio ortodoxo, mártir hoy, y otro mártir sirio ortodoxo, hace unas semanas».
El prelado ortodoxo explica el «inmenso sufrimiento» del pueblo sirio debido a los «cambios incontrolables que se están dando». Y expresa su temor de que «los ciudadanos pierdan la confianza en su patria».
Falta de confianza entre sirios y en el país
«Esta guerra ha sacudido el núcleo de nuestra confianza los unos con los otros, y también nuestra confianza en nuestro país, al que pertenecemos, queremos y de cuya historia y potencial estamos orgullosos».
El arzobispo Gregorios encuentra dificultad en resumir los acontecimientos diarios sobre el terreno: «Pero si y cuando la hostilidad cese, el mundo se quedará atónito y muy sorprendido por el gran número de vidas de civiles perdidas y la magnitud de la devastación y sacrilegios; a lo que hay que añadir los daños a las infraestructuras y los grandes estragos a la economía».
El arzobispo ortodoxo siente no poder asistir al Sínodo anual y participar en los debates que habr´ña sobre la actual situación siria. Lamenta no haber podido saludar al papa Benedicto XVI en su reciente «visita histórica» al Líbano. Recuerda que participó en el Sínodo dedicado a Medio Oriente en octubre de 2010, en calidad de representante de la Iglesia Siria Ortodoxa de Antioquía y también del Consejo Mundial de las Iglesias. Allí habló sobre la presencia y testimonio de los cristianos en Medio Oriente hoy, del impacto de la inmigración cristiana medioriental y el gran número de refugiados procedentes de la región.