CASTEL GANDOLFO, lunes 10 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Benedicto XVI se refirió este domingo a su próxima visita a Líbano, del 14 al 16 de septiembre próximos. Tras el rezo del Ángelus, pronunció estas palabras.
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Queridos peregrinos aquí presentes, o que participan del Ángelus a través de la radio o la televisión.
En los próximos días, viajaré al Líbano para firmar la Exhortación apostólica postsinodal, fruto de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos celebrado en octubre de 2010. Tendré la feliz oportunidad de encontrar al pueblo libanés y a sus autoridades, además de a los cristianos de ese amado país y de los países vecinos.
No ignoro la situación a menudo dramática que viven los habitantes de esta región, por mucho tiempo desgarrada por conflictos incesantes. Comprendo la angustia de muchos de Medio Oriente, inmersos cotidianamente en sufrimientos de todo tipo, que lamentablemente aquejan, y a veces mortalmente, sus vidas a nivel personal y familiar. Mis pensamientos están con aquellos que, en búsqueda de un espacio de paz, abandonan su vida familiar y profesional y experimentan la precariedad de los exiliados. Aunque parezca difícil encontrar soluciones a los diversos problemas que afectan a la región, no podemos resignarnos a la violencia y la exasperación de las tensiones.
Un compromiso con el diálogo y la reconciliación tiene que ser una prioridad para todas las partes involucradas y debe ser apoyado por la comunidad internacional, cada vez más consciente de la importancia para el mundo entero, de una paz estable y duradera en toda la región. Mi viaje apostólico en el Líbano, y por extensión en el Medio Oriente en su conjunto, se coloca bajo el signo de la paz, en referencia a las palabras de Cristo: "Les doy mi paz" (Jn. 14,27).
¡Que Dios bendiga al Líbano y al Oriente Medio! ¡Que Dios los bendiga a todos!