Pensar en el origen

Ciclo de conferencias sobre »Los desafíos de la fe» en la Gregoriana

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Giuseppe Bonfrate, en el ciclo de conferencias «Los desafíos a la fe», organizado por la Universidad Pontificia Gregoriana, habló del origen último del cosmos y del hombre.

El problema del origen último del cosmos y del hombre es una cuestión ineludible pero, ¿cómo ilustrarlo a la luz de la Sagrada Escritura y de la referencia a la tradición y a la historia de la teología indicando cuanto la reflexión cristiana ha elaborado a cerca del origen del universo, con su millones de galaxias, y el motivo por la que existen? La razón de la fe y su armonía y complementariedad con la ciencia, sostiene el papa, contra fideísmo y racionalismo, también acerca la confesión de fe en Dios creador.

En este línea, Giuseppe Bonfrate, profesor de la Facultad de Teología en la Universidad Pontificia Gregoriana, mostró en su conferencia de este miércoles, las pautas para el descubrimiento del aspecto de la sabiduría, que revela el significado del acto originario con el que Dios da la vida al creado con el aliento prodigioso de su Palabra.

¿Puerta cerrada?

El profesor Bonfrate comenzó su ponencia invitando a los presentes a hacer una relectura del Génesis intentado comprender y descubrir qué nos comunica este libro. Haciendo mención a la reflexión de Kant sobre el problema del origen, a la que el filósofo alemán respondía diciendo que esa puerta está cerrada. Sin embargo, don Guiseppe Bonfrate indicó que quizá esa puerta que explica el origen del mundo no está del todo cerrada como creía Kant.

Para comprender mejor la mano de Dios en el origen del mundo, hizo referencia al exilio del pueblo de Israel de Babilonia. Este pasaje supone una reflexión sobre la experiencia, ¿por qué Dios no nos ha defendido? Hace pensar en el propio destino. El pueblo de Israel tiene la sensación de perder todo en lo que apoyaba su seguridad. El libro del Génesis nos hace preguntas y Dios habla a su pueblo a través de esta lectura.

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Gn 1, 26-27). Estos dos versos tienen casi un carácter enigmático – dijo Don Giuseppe – y muestran el propósito de Dios que se explica a través de una intención: crear al hombre a su imagen y semejanza. Sobre estos dos versículos han reflexionado mucho los padres de la Iglesia, incluso Basilio de Cesarea, en el siglo IV hizo dos homilías a propósito de este argumento, conocidas como las homilías sobre el origen del mundo.

Silencio de Dios, libertad de la criatura

«¿Por qué primero habla de imagen y semejanza y en la segunda parte sólo de imagen? ¿Acaso Dios se arrepiente en un segundo momento de la decisión de hacer al hombre a su semejanza?», reflexiona el profesor Bonfrate. La respuesta es sencilla: «ese silencio es el espacio que Dios abre a la libertad de la criatura». » Cualquier cosa que hagas, cualquier cosa que te suceda, no cambia el hecho de que estás hecho a imagen de Dios», añadió. Además, «Dios nos pide confirmación para esa semejanza con él».

Para completar esta reflexión, el ponente llamó la atención sobre el fragmento del Evangelio que habla del pago del tributo al César. «También aquí, las palabras de Jesús abren un espacio de libertad. Pertenecemos a Dios en el plano espiritual. Si quieren la moneda que la tengan, pero si quieren nuestra alma, no, no es suya» concluyó.

Volviendo a la lectura del Génesis, destacó también el pasaje de la semana de la creación, en la que se repite en varias ocasiones «y vio Dios que era bueno» . De Dios no puede venir otra cosa que el bien. Pero está también el árbol del jardín. «¿Por qué aparece el mal?», apeló don Giuseppe a los asistentes. Y explicó a continuación: «Dios expresa una necesidad, pide el respeto de una regla, no comer de ese árbol. Aquí aparecen los límites de la libertad». Al igual que Jesús en las tentaciones del desierto, ¿qué quiere verificar Jesús? ¿cuál es el límite? «El demonio trata de empujar el límite de la necesidad, si convierte las piedras en pan, sería como decir: si lo quieres, lo tienes. Dios nos concede la libertad de obedecer o de desobedecer». Y por eso hay que tener en cuenta que «Dios es Padre, siempre será nuestro Padre, pero la vida es nuestra».

El origen de la violencia

Finalizando su intervención reflexionó también sobre el pasaje de Caín y Abel porque el mal y la muerte forman parte de la libertad y se pregunta «¿por qué Dios provoca a Caín?» Diversos filósofos han intentado dar respuesta, en el origen de la violencia y el porqué esa violencia está el hombre. Dios nos da la capacidad de dominar esa violencia. «Caín no ha elegido y aquí encontramos la epifanía de la libertad. La libertad es el verdadero desafío de Dios.» El profesor Bonfrate invitó además a entender los diez mandamientos desde una perspectiva de la libertad. Entenderlos «de un modo indicativo y no imperativo, como unas indicaciones en el camino».

Como cierre a la conferencia, don Giuseppe leyó un fragmento de la obra de Dostoyevski «El gran inquisidor», del monólogo que el inquisidor tiene con Jesús preso, preguntándole por qué ha vuelto, «Dios no quiere irse, quiere quedarse con nosotros». Jesús en su libertad elige quedarse y «cada crucifijo cuenta el riesgo de esta libertad», finalizó.

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Staff Reporter

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