En la celebración de la Eucaristía en honor a san Sebastián, el obispo de la diócesis de San Cristóbal, monseñor Mario Moronta Rodríguez señaló “ya introducidos en el tiempo jubilar de nuestra Diócesis, estamos participando del Año de la Fe, convocado por Benedicto XVI. Uno de los objetivos de esta iniciativa del santo padre es reafirmar nuestra vida de creyentes y uno de los efectos de la fe que recibimos en el bautismo: el encuentro vivo con Jesucristo el Señor”.

En esta eucaristía estuvieron presentes autoridades civiles regionales y municipales, y animada musicalmente por la Coral del Táchira quienes con melodías sacras y criollas amenizaron la ceremonia. De igual forma acompañaron parte del clero tachirense y estudiantes del seminario Santo Tomás de Aquino.

La predicación de monseñor Moronta se basó de la lectura del Evangelio del día, el cual hace mención al primer milagro de Jesús en la boda de Caná: “Tenemos que hacer día a día lo que nos indique el Señor. No es difícil conocer su intención, pues para eso tenemos la Palabra de Dios, acompañada por la enseñanza de la Iglesia. Un hombre de fe, una mujer de fe, una comunidad de creyentes, sin duda, van a poner en práctica lo que el Señor les diga. Por eso, centran su vida en Él y actúan en su nombre”.

De igual forma resaltó que “en este sentido, los cristianos, seguidores de Jesús y miembros de la Iglesia, hemos de estar claros: no podremos, así, hacer nada que desdiga del nombre de cristiano. Cualquier cosa negativa que hagamos o realicemos constituye una ruptura con Cristo y vendría a significar que no se ha hecho posible el encuentro con Jesús, es decir, no se actúa en el nombre del Señor”.

“Lamentablemente, en el mundo de hoy, hay muchos que se dicen creyentes en Jesús que hacen lo contrario de lo que Él nos enseña o indica: los violentos, los que comercian con la muerte, los que rebajan la dignidad de la persona humana, los que desprecian a Dios en la creación y en el trato con los seres humanos, los que se dedican a la guerra, los que comercian con la vida y la dignidad de tantos seres humanos”, agregó.

Prosiguió enfatizando que “es necesario que los católicos volvamos a tomar conciencia de lo que el Señor quiere que hagamos, no ahora siempre: ir llenando las vasijas de nuestra sociedad con el agua limpia de nuestra caridad comprometida con Él y con los demás; sin olvidar precisamente que si queremos ser distinguidos cuales cristianos discípulos de Jesús hemos de hacerlo con el amor fraterno: En esto van a conocer que son mis discípulos, que se aman los unos a los otros, como Yo los he amado”.

“Para todo esto, se requiere disponibilidad. Jesús la mostró al convertir el agua en vino; los servidores de aquella casa en Caná la mostraron al obedecer a María y hacer lo que Jesús les dijo; ésta la manifestó al acudir a su Hijo sabiendo que ya estaba llegando la hora de su revelación como Salvador. Ejemplo de esta disponibilidad la tuvo Sebastián cuyo recuerdo hoy se nos presenta para la imitación. Fue tal su disponibilidad, que en fidelidad con el Señor, fue capaz de dar vida por Él. Fue condenado a morir a flechazos. Las saetas quisieron cortar su vida, y sin embargo ganó la eternidad”.

Finalmente, mencionó que actualmente el papa ha invitado a una Nueva Evangelización, “nos toca asumirla con entusiasmo y decisión, para así anunciar con nuevos métodos y expresiones la Palabra de Vida. Al hacerlo, entonces, estaremos en sintonía con lo que el Evangelio de hoy nos enseña. Así vamos a ser capaces de llenar al Táchira y a Venezuela de lo que es propio de los cristianos: el entusiasmo de la fe, la certeza de la esperanza y la fuerza del amor. Entonces, le estaremos diciendo a los demás, particularmente a quienes se han enfriado y alejado, “hagan lo que Él les diga”. Es tiempo de compromiso evangelizador. Es lo que debe caracterizarnos a todos los creyentes que somos discípulos de Jesús”.