A través de varias entregas, ZENIT ha venido resumiendo parte de lo que fue el pontificado del papa emérito, Benedicto XVI. Hoy que ya no está a la cabeza de la Iglesia, nos toca cerrar esta serie recordando algunos momentos de tipo extraordinario, iniciativas que respondieron a su visión particular del mundo y de la Iglesia.
Desde que se supo de su renuncia, han sido múltiples y variados los comentarios que alabaron su pontificado y hubo hasta quien pidió que los cardenales lo volvieran a elegir…
Otros creyeron que no hizo bien en renunciar, casi obligándolo a también morir de frente a las cámaras… Tampoco le gustó a algunos que no llegara hasta el final con ciertas reformas de la curia romana; o por el contrario, a ciertos sectores les pareció que exageró en la vuelta a los trajes y usos litúrgicos pre-conciliares.
No falta quien cree que alargó la intervención en algunas congregaciones, o por el contrario no fue más claro con ciertos episcopados, que hoy ya han relajado sus posiciones en defensa de la vida. También hay quienes no se explican porqué no hizo beato al arzobispo Romero o al presbítero y reformador italiano Lorenzo Milani. En fin, hay de todo en la viña del Señor…
Los años maravillosos
Durante el periodo de Benedicto XVI, la Iglesia vivió algunos acontecimientos de gran alcance, enmarcados en periodos anuales. Podemos recordar la acertada convocatoria al Año Paulino en 2008, con motivo del bimilenario del nacimiento del Apóstol de los gentiles.
El objetivo de ese jubileo –según dijo–, fue “descubrir la gran figura del apóstol Pablo, su trabajo constante e incansable, sus viajes (..) profundizar en sus ricas enseñanzas, dirigidas a todos, en particular a los gentiles, y meditar sobre su espiritualidad vigorosa de la fe, esperanza y caridad (..) y, finalmente, orar y trabajar por la unidad de todos los cristianos en una Iglesia que está unida”
También se vivió intensamente el Año Sacerdotal en 2009, celebrado por los 150 años de la muerte del santo Cura de Ars. Fue un periodo para comprender de nuevo la grandeza y la belleza del ministerio sacerdotal. Otro tiempo fuerte fue el Año de la Eucaristía, que si bien solo le tocó clausurar en el 2005, fue el centro de sus meditaciones; su intención fue revalorizar el misterio eucarístico en la vida del católico, y hacerla volver al centro de las comunidades.
Dejó caminando el actual Año de la Fe, al cual convocó con la carta apostólica Porta fidei. El motivo fue hacer coincidir el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y también los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. Será para todos los creyentes –en sus propias palabras–, “una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo”.
Quizás en este periodo del papado se esperaba una convocatotria a un año del Sacramento de la Reconciliación, como un intento de incorporarlo de manera más habitual en la vida de la gente; y de paso, reanimar a los presbíteros a volver a sentarse en los confesionarios.
Primus inter pares
Si bien el diálogo ecuménico se entrampa más en lo referido al primado de Pedro –que en otros temas doctrinales o del culto divino–, el papa emérito tomó la iniciativa en varios aspectos con el fin de hacer posible la unidad querida por Cristo. O al menos para que los fieles que la busquen, encuentren en él justamente eso, un puente…, un pontífice.
Allí están por ejemplo los nuevos Ordinariatos para los fieles anglicanos que quieran vivir su fe en comunión con la Iglesia católica, y progresivamente incorporarse a ella. Gracias a la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus, cientos de exanglicanos, entre obispos, presbíteros, religiosas y fieles, viven hoy su fe en la Iglesia católica a través de los ritos heredados en su tradición. Pero lo fundamental es que se sientan finalmente, como “un mismo rebaño con un solo pastor”.
Otra gran iniciativa fue la elevación de categoría de la Comisión Ecclesia Dei, creada por el beato Juan Pablo II, a nivel de dicasterio romano. Este reconocimiento –fundamentado en el motu proprio Ecclesiae Unitatem–, permitió estudiar a profundidad el tema y tender nuevos puentes con los seguidores del obispo cismático Marcel Lefebvre.
Desde el interior de este grupo se alzaron voces que le pedían al papa teólogo que encuentre un punto medio, a fin de sentirse todos bajo la guía del Pastor universal, figura en la que creen. Un gesto paternal del santo padre fue el retiro de la excomunión a loscuatro obispos de la cúpula de los lefebvrianos, siendo así que algunos de ellos han respondido con una dócil actitud hacia el diálogo y la voluntad de entendimiento.
Un modo de no querer borrar la tradición pre-conciliar, fue la dación del motu proprio Summorum Pontificum, en el que se aclaraba que el rito antiguo de la misa de 1962 no había sido suprimido y que quienes quisieran –lefebvrianos en tránsito y otros interesados–, pudieran celebrar misas según disposiciones precisas.
Otros elementos importantes han sido la continuación de las comisiones de alto nivel para el diálogo ecuménico con los luteranos y con los ortodoxos por una parte. Y por otro lado, con los representantes de los judíos y de los musulmanes, habiendo respondido con una cautelosa carta, a otra recibida con la firma de 138 líderes e intelectuales del mundo islámico que pedían diálogo.
A los budistas y a los hinduístas no dejó de mandarles cada año un mensaje de reconocimiento en sus celebraciones principales. Y fue muy simbólico la incorporación del árabe en el breve saludo que daba a los fieles del mundo entero, cuando se despedía en las Audiencias generales.
Sal de la tierra
Si bien no han tenido un corte religioso ni doctrinal, el mundo aprecia los esfuerzos de entendimiento que hizo el papa, por ejemplo al crear en el año 2007 una comisión de trabajo con el gobierno chino y con otras administraciones que se mantienen en una comprensible reserva. Se ha sabido sin embargo de los grandes avances que dejó el papa en las conversaciones con el gobierno de Vietnam…
En estos años ha llamado la atención la cantidad de relaciones diplomáticas que se han establecido con algunos estados, muchos de los cuales por propia iniciativa de ellos mismos, o como resultado de años de diplomacia vaticana. Desde 2005 hasta el fin del papado, se establecieron relaciones con la Federación Rusa, Malasia, Montenegro y con los Emiratos Árabes Unidos, por mencionar algunos.
Dos momentos difíciles que tuvo que enfrentar el papa, le dieron el coraje para escribir sendas comunicaciones que involucraban por un lado a los católicos, pero también a los gobiernos. Nos referimos a la Carta a los católicos en China y la llamada Carta pastoral a los católicos de Irlanda.
En el caso de la primera, si bien sirvió para alentar a los creyentes en el país comunista, recibió una respuesta dura por parte del gobierno, que aún cree que el Vaticano se inmiscuye demasiado en los asuntos internos del país. Pero a Benedicto XVI le habrá consolado mucho la reciente Carta que le enviaron los católicos en China, quienes le agradecen por lo que hizo a favor de ellos y se encomiendan a sus oraciones.
En el caso de la Carta a los irlandeses, en esta se conoció la posición inquebrantable del papa emérito ante los casos de pedofilia, que habían embarrado el rostro maternal de la Iglesia allí y en muchos países. Era importante hacerlo en medio de la actitud tan crítica que había asumido dicho gobierno por el supuesto encubrimiento y falta de acción de los prelados de entonces, posición que llevó a que el país cerrase su representación diplomática en el Vaticano.
El profesor Ratzinger
Ju
nto al magisterio ordinario que deja al mundo Benedicto XVI, se recordarán los libros que escribió de su puño y letra; así como aquella entrevista sin precedentes que concedió a un periodista alemán, quien viene terminando una nueva biografía del profesor Ratzinger.
Cabe añadir aquí que durante su pontificado tuvo la excepcional costumbre de publicar artículos en periódicos y revistas que llevaban su firma, o mandar un mensaje por la laica BBC dentro de un ciclo de grandes invitados. También respondió a una entrevista televisiva, elaborada con preguntas de los niños. Otros recordarán su diálogo afectuso y en directo con los astronautas del transbordador Endeavour y la Estación Espacial Internacional en el 2011.
Fueron entonces tres los libros con los que quiso continuar su vasta obra teológica. Salieron publicados con su nombre de papa y de teólogo, la tríada “Jesús de Nazareth”, que va desde la Infancia de Cristo hasta su Resurrección.
Otra publicación de gran resonancia fue el libro-entrevista “Luz del Mundo”, con el periodista alemán Peter Seewald (1954), donde aborda diversos temas actuales. No faltó la polémica, tal como su (adelantada) posición sobre la renuncia de un papa; o una frase mal traducida sobre la prevención del Sida. El best seller, publicado en 2010, ha sido traducido en 28 idiomas, incluido el árabe.
Santos y beatos
Desde Benedicto XVI, los beatos volvieron a ser proclamados por los obispos, en sus diócesis respectivas, salvo aquellos que él se reservó a sí mismo, como el caso de Juan Pablo II y el cardenal inglés convertido al catolicismo, John Henry Newman.
El número de beatos proclamados por el Romano Pontífice emérito se cuentan por centenares, los cuales han sido verdaderas fiestas de reconocimiento y devoción en las iglesias locales donde se han celebrado las ceremonias.
En el caso de los santos, han sido cuarenta y uno los beatos elevados definitivamente a los altares por el papa, desde la primera canonización del 23 de octubre de 2005 donde proclamó santo –entre otros–, al chileno Alberto Hurtado. Hasta la última en octubre de 2012, donde estaban la joven indígena norteamericana Caterina Tekakwitha, y la religiosa española María del Monte Carmelo Sallés y Barangueras, fundadora de las Hermanas de la Inmaculada Concepción.
Gestos valiosos
Al final de este recorrido no es fácil quedarse con una sola imagen del papa. Alguien dijo en las últimas semanas, que a este papa se le recordaría justamente por el gesto que tuvo de renunciar… Esto sería reducir su obra y ser mal agradecidos.
Hay otras cuatro cosas más que hizo, y que dan una señal clara de que el mundo debe responder cada vez mejor a las cuestiones actuales. Muchos le agradecen por el impulso a una Nueva Evangelización; el gesto de perdón a Paolo Gabriele; la cuenta de un sumo pontífice en Twitter y la supresión de ese tipo de creencias como el limbo.
Y por supuesto, al haberse retirado a tiempo, como debe ser…
Para leer los anteriores artículos del Dossier:
– Las encíclicas:www.zenit.org/es/articles/dossier-los-ocho-anos-de-benedicto-xvi-i.
– Los primeros viajes: www.zenit.org/es/articles/dossier-los-ocho-anos-de-benedicto-xvi-ii.
– Los viajes intermedios: www.zenit.org/es/articles/dossier-los-ocho-anos-de-benedicto-xvi-iii.
– Los viajes finales:www.zenit.org/es/articles/dossier-los-ocho-anos-de-benedicto-xvi-iv–2.
– Los Sínodos:www.zenit.org/es/articles/dossier-los-ocho-anos-de-benedicto-xvi-v.
– Las obras de caridad: www.zenit.org/es/articles/dossier-los-ocho-anos-de-benedicto-xvi-vi