Este sábado se llevó a cabo en el atrio de la Catedral de San Cristóbal la Misa Crismal, con esta actividad se inicia formalmente la Semana Santa en la Diócesis de San Cristóbal, Venezuela, donde se congregan todos los sacerdotes del estado Táchira junto al obispo, monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez.

Al inicio de la celebración eucarística se escuchó un saludo del papa Benedicto XVI, y a la vez fue desplegada una gigantografía con la imagen del papa Francisco quien muestra en su gesto un saludo con su sonrisa resplandeciente que lo ha caracterizado.

Monseñor Moronta inició su homilía resaltando lo bonito que es poder comprobar que los sacerdotes asistan en peregrinación a la Catedral, “a renovar tanto nuestra fe como nuestros compromisos sacerdotales; qué hermoso es sentir la presencia de tantos hermanos, fieles cristianos laicos y religiosas que nos acompañan”.

"Qué hermoso es compartir con el pueblo de Dios una de las mayores riquezas de nuestra Iglesia local: su presbiterio" agregó.

Esta celebración contó con la animación musical del coro diocesano, el cual lo integra los coros parroquiales de: Nuestra Señora de Coromoto, Nuestra Señora de la Consolación y san Juan Nepomuceno, dirigido por los sacerdotes José Lucio León y Salvador Castillo.

De igual forma, monseñor Moronta enfatizó que los sacerdotes en primer lugar han sido elegidos para hacer llegar la gracia a nuestros hermanos, por tanto, su ministerio apunta a esto. “No se puede reducir a determinadas actividades; sino que todo lo que hacemos debe manifestar nuestro ser; es decir realizar el servicio sacerdotal que permite a todos ir alcanzando el encuentro con el Señor y la plenitud de la vida de gracia. Entonces, seremos mediadores de esa gracia que Dios da. No la inventamos. La gracia no es una especie de recurso psicológico que damos a los demás”.

En segundo lugar, el sacerdote es ser hombres de Dios que vivimos la experiencia de la gracia en todo tiempo y lugar. La gracia es algo que debe estar manifestándose en cada uno de sus actos. “El día de nuestra ordenación fuimos advertidos con seriedad sobre este asunto, cuando el obispo, al entregarnos el cáliz y la patena, nos dijo ‘Imiten lo que tratan’”.

En tercer lugar, “somos hombres de Iglesia. Al serlo, debemos tener muy presente que somos ministros de y para la comunión. Ministros de la comunión con Dios mismo que nos da su gracia; de la comunión con el obispo y los hermanos sacerdotes, con quienes hemos de vivir la vocación a la santidad; con el pueblo de Dios, del cual somos ministros”.

"Somos ministros para la comunión, es decir, para mantener vivo el encuentro de comunión con el Señor Jesús; para manifestarlo en nuestros actos con los hermanos en la fe; para edificar la unidad, superando lo que nos pueda dividir. Para ello, no olvidemos que somos servidores de la Palabra  y de la Eucaristía" resaltó.

Dirigiéndose a todos los fieles presente en este acto litúrgico dijo “delante de ustedes está este grupo numeroso de sacerdotes. Los ojos de ustedes están como los de aquellos fieles en la sinagoga que miraban a Jesús, puestos o dirigidos hacia ellos. Véanlos con el cariño y el amor de todo cristiano. Están al servicio de ustedes”.

"Renuevan sus compromisos y promesas para reafirmar que quieren seguir siendo testigos para ustedes. Son hombres de fe y la comparten con ustedes, desde la dimensión del ministerio sacerdotal. Les pido encarecidamente que oren por ellos para que sean fieles, cada día más, a la llamada que Dios les hizo y a la respuesta que ellos le siguen dando" enfatizó.

Finalizando la predica, el Obispo señaló que “en este Año de la Fe también han sido llamados a cruzar por la Puerta, que es Cristo. Les ayudarán siempre a atravesar esa puerta de la Fe. Es un hermoso regalo de Dios para nosotros: saber que contamos con su ayuda y su ministerio para poder tener la gracia y así poder ser confirmados permanentemente en nuestra fe”.

“Pidámosle a Dios que los mantenga fieles con el amor primero, el de la vocación y la respuesta, que no se contaminen con los criterios del mundo. Manifestemos que vemos en ellos a Jesucristo, del cual son testigos para nuestra fe con un fuerte y caluroso aplauso”.

Además de la renovación de los compromisos sacerdotales, el Obispo bendijo el óleo de los catecúmenos, de los enfermos, y consagró el Santo Crisma que serán utilizados en la administración de los sacramentos del bautismo, confirmación, unción de los enfermos y orden en las diversas parroquias de la Diócesis de San Cristóbal.