Es el actual prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales y como tal, gran canciller del Pontificio Instituto Oriental de Roma. Fue creado cardenal en 2007 por Benedicto XVI, con el título de los santos Blas y Carlos en el Catinari.
Manifestó esta mañana que una de las principales tareas del próximo papa será impulsar una reforma de la curia vaticana a fin de que esta sirva con eficacia. “Tiene que estar al servicio del carisma petrino y de la colegialidad episcopal –expresó en una entrevista–. Debe estar organizada para que sirva al Papa con eficacia y sirva también a toda la Iglesia a través de los obispos”. Respecto a las cualidades que deberá tener el sucesor de san Pedro, afirmó estar buscando a alguien que “camine hacia la santidad”, que cuente con fuerzas suficientes y sepa responder a las exigencias del gobierno de la Iglesia.
El mundo lo recuerda porque, siendo sustituto de la Secretaría de Estado, tuvo a su cargo el anuncio de la muerte de Juan Pablo II en la plaza de San Pedro, en aquella noche del sábado 2 de abril de 2005.
“Queridos hermanos y hermanas: A las 21.37 horas, nuestro amadísimo santo padre Juan Pablo II ha retornado a la Casa del Padre; rezamos por él”, fueron las tristes palabras que le tocó decir ante la atención del mundo entero.
Ejerció la presidencia delegada de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos de octubre de 2010, y permanece como miembro del Consejo Especial para el Líbano de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos.
Trajo al Aula Sinodal los dolores y las esperanzas de los creyentes orientales: “Aunque la situación mejoró algo, en algunos contextos los católicos con otros cristianos todavía soportan la hostilidad, la persecución y la falta de respeto por el derecho fundamental a la libertad religiosa. Hechos que son humanamente vergonzosos se multiplican y afectan a las víctimas inocentes”.
Durante su servicio como sustituto, participó directamente en la preparación de todos los viajes apostólicos a diferentes países del mundo del beato Juan Pablo II. Lo acompañó personalmente a los viajes a Grecia, Siria, Malta, Ucrania, Kazajistán y Armenia. Asimismo estuvo con él en Azerbaiyán, Bulgaria, en Toronto para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), así como en Guatemala, México, Polonia, España, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Eslovaquia, Suiza y Lourdes. Luego acompañaría a Benedicto XVI durante sus primeros seis viajes apostólicos, es decir, a Colonia para la JMJ, a Polonia, Valencia, Baviera, Turquía y Brasil.
El cardenal Sandri nació en Buenos Aires, Argentina, el 18 de noviembre de 1943. De raíces italianas, sus padres emigraron a Argentina desde Ala, una ciudad en la provincia de Trento.
Después de las humanidades, filosofía y teología en los seminarios menor y mayor en Buenos Aires, obtuvo la licenciatura en teología en la Universidad Católica Argentina. Fue ordenado sacerdote el 2 de diciembre de 1967, y fue incardinado en la Archidiócesis de Buenos Aires. Allí se desempeñó como vicario parroquial y también secretario del cardenal Juan Carlos Aramburu, para ser luego enviado en 1970 a Roma a continuar sus estudios.
Como estudiante del Colegio Pontificio Pío Latinoamericano, asistió a la Facultad de Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Gregoriana y obtuvo un título de licenciatura. Cuatro años después, en 1974, ingresaría en el servicio diplomático del Vaticano, por lo que su carrera en la Curia romana es de larga data.
Más adelante, tuvo cargos en las nunciaturas en Madagascar e Islas Mauricio; también en la Secretaría de Estado, entre 1977 y 1989; y en la nunciatura en los Estados Unidos de América, donde fue observador permanente de la Santa Sede ante la Organización de Estados Americanos (OEA), entre 1989 y 1991.
Ese año, en tanto, fue nombrado administrador de la Prefectura de la Casa Pontificia y en 1992, asesor de la Secretaría de Estado para asuntos generales. Cinco años más tarde, en 1997, fue consagrado como arzobispo titular de Cittanova y nombrado nuncio en Venezuela.
El 1 de marzo de 2000, Juan Pablo II lo nombró nuncio apostólico en México, donde permaneció hasta el 16 de septiembre de ese año cuando el papa lo nombró sustituto para Asuntos Generales de la Secretaría de Estado. Allí permaneció hasta su nombramiento como prefecto para las Iglesias Orientales en 2007 por el papa Benedicto XVI.
Como cardenal es miembro de las Congregaciones para la Doctrina de la Fe, para la Evangelización de los Pueblos, para los Obispos y para la Educación Católica. Asimismo, del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica y de los consejos pontificios para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, para el Diálogo Interreligioso, para los Textos Legislativos y para el Estado de la Ciudad del Vaticano. Acompaña a la Comisión Pontificia para América Latina como consejero.