Los cien días del papa pobre (II)

Crece la esperanza por Francisco

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Los cinco primeros días del papa Francisco han sido tan intensos, que parece como si hubiera pasado más tiempo desde el inicio de su pontificado. Todos quieren fotografiarlo, estrecharle la mano, abrazarlo. Hasta un periodista, venido del fin del mundo, preguntaba: “¿podré sacarle unas declaraciones…?”

Es que muchos creen que es como un párroco con el cual se puede hablar el domingo –aunque no con todos, ya alguos aprenderán–, y creen esto porque lo han visto saludar coloquialmente, hablar con los fieles, contar historias personales y caminar como un campechano hacia su siguiente cita, en un vaivén dubitativo que más dice “me quedaría con ustedes”.

Tampoco es raro que con su primer “tuit” haya hecho subir la cuenta del sumo pontífice en Twitter, de modo exponencial. Y pensar que solo les pidió que rezaran por él… «Queridos amigos, os doy las gracias de corazón y os ruego que sigáis rezando por mí”, decía. El primer tuit del papa Francisco llegó al final del Ángelus de ayer domingo. La cuenta @pontifex, en nueve idiomas, ha vuelto a funcionar y tiene ya 3 millones y cuatrocientos mil seguidores.

Cien días (menos cinco)

En esta serie de artículos estamos proyectando cómo podrían ser los cien primeros días del papa Francisco, en una especie de parangón a la “luna de miel” que se le da a los políticos que empiezan a gobernar.

Una columnista italiana escribía en el fin de semana, que estaba verdaderamente feliz con el nuevo papa; pero detuvo en seco su panegírico para decirle: “Santidad, bien por los gestos, pero queremos conocer las medidas”.

Aunque recién mañana se conocerá su programa de gobierno pastoral, estos últimos días han servido también para constatar por dónde llevará su pontificado. Han sido conceptos vertidos sin apelar a la búsqueda de frases hechas, dejando atrás toda “retórica ciceroniana”, que tanto ha caracterizado el lenguaje curial y episcopal.

No sabemos cuánto podrá modificar los estilos, pero ya un noticiero de televisión ha titulado hoy en su edición estelar: “El papa cambiará la Santa Sede”. ¿Será así acaso?

«Tengo un sueño»

Hay algo por lo que Francisco estará dispuesto a arriesgar todo. Y lo ha dicho ante miles de periodistas convocados el sábado a un encuentro con él, quien de este modo agradeció todo el esfuerzo realizado para informar y explicar lo mejor posible, aquello que es y lo que hace la Iglesia.

Después de extenderse en los motivos por los cuales escogió el nombre de Francisco, dejó los papeles –-que son el único signo de formalidad que le queda–, para mirar a todos y suspirar un deseo, un sueño: “¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres!”

Es mucho lo que esto implica, pero a la vez es muy simple iniciarlo. Ya lo ha hecho él con los gestos de no llevar la cruz pectoral de oro, ni los zapatos rojos de cuero finísimo. Tampoco quiere pasear en carros tipo limusina –con el gasto en combustible que esto demanda–, ni cargarle al Vaticano con horas extras para la escolta de un jefe de estado.

Hoy se supo que no usará un anillo de oro, sino que será solamente de plata dorada… Queda esperar si volverá a utilizar los paramentos litúrgicos de un párroco cualquiera, así como el báculo simple y llano de un obispo porteño. 

Corre por las redes sociales una viñeta humorística en la que un par de cardenales lo critican por viajar en bus, pagar la cuenta de su hotel y por llevar una cruz que no es de oro… Él les responde que pensaba que le habían pedido que fuera «el sucesor de un pobre pescador de Galilea, y no de un emperador romano…».

Una decisión que le tomará tiempo a Francisco, pero que propios y extraños le reclaman, es que poco a poco se haga una migración –-o mejor dicho una “aleación”– de metales, de tal manera que los pastores utilicen para efectos de su cruz pectoral y anillo episcopal, elementos más simples como la plata, el fierro o la madera, como muchos ya empezaron a utilizar.

Para los casos de báculos, vasos sagrados y demás ornamentos, es más que seguro que el papa pedirá que se reduzcan las cosas a la simplicidad  –que sin ser austeros en lo artístico–, no den la apariencia de que la Iglesia y sus ministros son poseedores de más riqueza que las enseñanzas del evangelio. Ya lo vimos a él, utilizando su mitra llana y simple, traída en la maleta.

Amar siempre

En estos días de inmersión total en las actividades de un pontífice, las imágenes han dejado ver a un hombre bueno que solo trata de hacer el bien. Es popular sin dejar de ser culto, algo de lo que se habló en el último Sínodo de los Obispos por boca de un joven, quien les reclamó a los pastores que les devuelvan aquellos párrocos, “que eran el referente cultural del pueblo, del barrio”.

Cuando el papa insiste en que lo reconozcan como el Obispo de Roma, no es porque quiera despojarse de su título de sumo pontífice. Creemos que lo que busca es enviar un mensaje a los pastores de que la Iglesia se construye desde una realidad de base, donde está la gente de carne y hueso, con alma y cuerpo.

Todos los fieles a los que se les entrevista por calles y plazas, manifiestan su alegría porque tienen el papa que «debía llegar», al que querían para este tiempo, al que esperaban… Es un papa que los hace reflexionar, reir, gritar, llorar y hasta bailar. “No nos sentimos tan solos”, decía un señor romano. Otra pensaba «¿cómo puedo volver y pedir perdón?», y sobre todo no cansarse de hacerlo, como les dijo Francisco.

¿Pero qué ha hecho el papa argentino para generar todo este entusiasmo en tan pocos días? Algunos dicen que los ha mirado con compasión, otros que los ha saludado como viejos amigos; y hay quienes no pueden creer que les haya dicho “los quiero mucho”.

No es que haya hecho cosas excepcionales, tan solo les ha volcado su corazón de pastor, de padre y de hermano. Aquí encontramos otra ocasión que bien podría aprovechar para orientar sus primeros años de gobierno…

La verdadera alegría

Quizás no lo diga él mismo todo, porque sería detenerse en los detalles. Pero bien podría hacer entender lo que quiere para los siguientes años en la Iglesia, contando aquel relato de las «Florecillas» en las que Francisco le dice al hermano León que irán a evangelizar, por lo que se ponen en camino. 

Fue así que después de varias horas de conversar por los caminos, reir y saludar a la gente, el hermano, al ver que volvían al convento le dice a Francisco: «¿Cómo es que ya regresamos, si no hemos evangelizado?». A lo que el pobre de Asís le responde: «Claro que hemos evangelizado, cuando nos veían en fraternidad, sonriendo y saludando, ya lo estábamos haciendo».

Quizás así algunos entiendan que deben acercarse más a la gente, y «salir», como le ha dicho el papa a los pastores de la Iglesia, extensivo a todos los bautizados. Y también, ¿por qué no?, sonreir un poco más por las calles…

Se recuerda aún la anécdota del cardenal Dolan en el Consistorio de 2012, cuando contó que siendo seminarista en Roma, un alto prelado estadounidense les visitó y les pidió: «Cuando vayan por la calles, ¡sonrían por favor!». 

Otro obispo le decía una vez a un grupo de religiosas en un evento regional: «Ustedes son las esposas de Cristo…, sí es verdad, ¡pero a veces cuando las veo por la calle, me parecen «las viudas de Jesús»». A buen entendedor, pocas palabras, ¿no?

Personalmente, hoy percibí que el mensaje de sencillez del papa va calando a pocos. Y lo constaté al cruzarme por el Vaticano con un cardenal que había participado del Cónclave, quien estaba jalando con fatiga su maleta desde el hospedaje que dejaba atrás. Valgan verdades, era un asiático, grandes entusiastas de nuestros tiempos…

Continuará…

La
primera parte de este artículo en: http://www.zenit.org/es/articles/los-cien-dias-del-papa-pobre-i

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José Antonio Varela Vidal

Lima, 1967. Periodista colegiado con ejercicio de la profesión desde 1989. Titulado en periodismo por la Universidad Jaime Bausate y Meza, de Lima. Estudios complementarios en filosofía, teología, periodismo religioso, new media y en comunicación pastoral e intercultural-misionera; así como en pastoral urbana, doctrina social de la Iglesia y comunicación institucional y estratégica, desarrollados indistintamente en Lima, Quito, Bogotá, Roma, Miami, y Washington DC. Ex jefe de oficinas de comunicación institucional en el sector público y eclesial. Asimismo, fue gerente de televisión de un canal y director de dos revistas impresas. Es articulista en publicaciones católicas de su país y del extranjero, entre ellas zenit. Actualmente colabora con los padres palotinos, presentes en el Perú desde el 2014.

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