Como obispo de Buenos Aires, el cardenal argentino Jorge Bergoglio había elegido un lema y un escudo. Sin embargo, aunque mantuvo en lo esencial su escudo episcopal, lo cambió en un detalle que alude al inicio de su pontificado. Por ello, lo que aparentemente se ve como un racimo de uva ha sido reinterpretado como una flor de nardo, para aludir a la vara de esta flor, símbolo de castidad, que porta san José en la iconografía tradicional.
El escudo
En los rasgos, esenciales, el papa Francisco ha decidido conservar su blasón anterior, elegido desde su consagración episcopal y caracterizado por una línea sencilla.
El escudo azul está coronado por los símbolos de la dignidad pontificia, iguales a los queridos por su predecesor Benedicto XVI (mitra colocada entre las llaves en aspa de oro y de plata, entrelazadas por un cordón rojo). En lo alto, destaca el emblema de la orden de procedencia del papa, la Compañía de Jesús: un sol radiante y resplandeciente marcado con las letras, en rojo, IHS, monograma de Cristo. La letra H está coronada por una cruz, abajo tres clavos en negro.
En la parte baja se encuentran la estrella y la flor de nardo. La estrella, según la antigua tradición herádica simboliza a la Virgen María, madre de Cristo y de la Iglesia universal. En la tradición iconográfica hispánica, de hecho, san José es representado con una vara de nardo en la mano. Poniendo en su escudo tales imágenes, el papa ha querido expresar su propia particular devoción hacia la Virgen Santísima y San José.
En su escudo episcopal la estrella era Nuestra Señora y a su derecha, estaba el racimo de uva, de claro significado evangélico.
El lema
El lema del santo padre Francisco se toma de las Homilías de san Beda el Venerable, sacerdote (Om. 21; CCL 122, 149-151), el cual, comentando el episodio evangélico de la vocación de san Mateo, escribe: «Vidit ergo Iesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me» (Vio Jesús un publicano y como le miró con sentimiento de amor y lo eligió, le dijo: Sígueme)
Esta homilía es un homenaje a la misericordia divina y es reproducida en la Liturgia de las Horas de la fiesta de san Mateo. Reviste un significado particular, la presencia amorosa de Dios, que con mirada de tierno amor, lo llamaba a la vida religiosa, sobre el ejemplo de san Ignacio de Loyola.
Una vez elegido obispo, monseñor Bergoglio, en recuerdo de tal evento que marcó los inicios de su total consagración a Dios en su Iglesia, decide elegir, como lema y programa de vida, la expresión de san Beda miserando atque eligendo, que ha querido reproducir también en el propio escudo pontificio.