¿Se puede estar tan enfermo, de la mente, que ya no se puede amar más? ¿Acaso con la muerte de un ser querido, se va también el amor? ¿En las manos de quién están hoy los «enfermos mentales»…?
A partir de estas interrogantes podemos situarnos ante el film «El lado positivo» (EE.UU. 2012), producido por Bruce Cohen y dirigido por David O. Russell. Con un elenco de noveles y veteranos actores, que van desde Bradley Cooper y Jennifer Lawrence, hasta Robert de Niro y Jacki Weaver, la trama nos permite asomar en los mundos de dos individuos que por diversos motivos se sitúan ante la disyuntiva de recuperar el amor –junto a esto la «cordura», para algunos.
Un aspecto a tener en cuenta en el filme es el sistema que rodea a un «paciente mental», moldeado por las instrucciones de los psiquiatras, condicionado por un código de conducta penal y obsesionado con la idea de recuperar, por ejemplo, el amor perdido; como si este se hubiera detenido en el tiempo esperándolo…
Impresiona ver la actuación de Robert de Niro, quien alienado por los partidos de fútbol del equipo del estado –y también él alterado por imperceptibles hábitos maniáticos–, no falta a su rol de padre abnegado y esposo amoroso.
Por otro lado, la actuación de la premiada Jennifer Lawrence es buena, pero se han visto mejores roles secundarios, a veces olvidados por jurados y críticos.
Nos quedamos con dos escenas. Una es aquella del padre (De Niro), casi suplicando con su actitud, que el hijo recién salido del sanatorio pase más tiempo con su madre y con él en casa.
Y la otra, cuando el mejor amigo de Cooper (el hijo), pasa de un momento de euforia absoluta por la vida «feliz» que lleva con su mujer y la bella casa de estreno, a un estado de angustia existencial por el vacío que siente a pesar de las cosas «buenas» que le rodean.