Ofrecemos a nuestros lectores el reciente comunicado emitido por el Obispo de Salto, monseñor Pablo Galimberti, con motivo de la inminente votación en el Senado uruguayo del denominado «matrimonio» de personas del mismo sexo.
*******
DURO GOLPE A LA INSTITUCIÓN MATRIMONIAL EN URUGUAY
A la comunidad católica, a los comunicadores y a la opinión pública:
Este duro golpe caerá sobre el matrimonio y la familia en caso de aprobarse el próximo mes, en el senado, la ley que ya tiene media sanción. La han llamado ley de “matrimonio igualitario”, o sea, entre personas del mismo sexo.
La manera de llamar al proyecto de ley contiene una cuota de engaño. En efecto, al llamarle “matrimonio”, equipara una unión homosexual con el matrimonio entre varón y mujer, unión afectiva pero también corporal plena, con capacidad de engendrar nueva vida y de brindar a los hijos una complementación diferente y complementaria de las figuras de madre y padre, tan importantes para un mejor desarrollo sicológico.
¿Por qué relativizar y desvalorizar una institución, hoy tan golpeada como la familia, introduciéndole profundas modificaciones que van a confundir más que aclarar? Una definición clásica de la justicia es “a cada uno lo suyo”. Según esto, demos a las parejas de varón y mujer los derechos que les corresponden, entre ellos, el de llamarse con toda propiedad “matrimonio”. Y demos a las uniones homosexuales un nombre distinto, por ej. compañeros permanentes o como sea. ¿Por qué no respetar esa lógica elemental que aprendemos desde nuestros primeros balbuceos, de llamar a cada cosa por su nombre, en lugar de implantar “a prepo” la lógica de Babel?
Detrás de esta insistencia se adivina una oscura intención de desarmar una estructura vincular de largo arraigo, motivo por el cual la ministra de Justicia de Francia hablaba de un “cambio de civilización” a una iniciativa similar en su país.
En la manifestación en París a mediados de enero de este año participó la fundadora de la organización gay Homovox, que dijo: “Soy francesa, soy homosexual, la mayoría de los homosexuales no queremos ni el matrimonio ni la adopción de los niños, sobre todo porque no queremos ser tratados del mismo modo que los heterosexuales porque somos diferentes, no queremos igualdad, pero sí justicia” afirmó.
Propongo leer o comentar en los próximos días y semanas este comunicado, invitando a la comunidad católica a elevar oraciones y dar un claro testimonio de fe, según la cual, Dios creó desde el inicio al hombre y la mujer como diferentes y complementarios.Salto, 27 de marzo de 2013
+ Pablo Galimberti
Obispo de Salto