La Iglesia contará con 802 nuevos santos, tras la primera canonización que presidirá el papa Francisco este domingo en la Plaza de San Pedro. Se trata de los 800 mártires de Otranto, asesinados salvajemente por el ejército otomano en 1480, y de dos religiosas hispanoamericanas que trabajaron durante toda su vida al servicio de los más pobres y desvalidos: la madre Laura Montoya (1874-1949) y la Madre Lupita (1878-1963). Éste es uno de los grandes actos previstos en el Año de la fe.
Antonio Primaldo y compañeros
Antonio Pezzulla, llamado Primaldo, es el único nombre que ha trascendido de los ochocientos pescadores, artesanos, pastores y agricultores de la pequeña ciudad italiana de Otranto, en la región de Apulia, cuya sangre fue derramada por su fidelidad a Cristo, durante una incursión del ejército otomano, el 29 de julio de 1480.
El martirio de Antonio Primaldo y compañeros se encuadra históricamente en el contexto bélico que dominó durante mucho tiempo las relaciones entre Europa y el Imperio Otomano. Tras la caída de Constantinopla en 1453, y el asedio de Belgrado en 1456, el emperador Mohamed II trató en vano la conquista de la isla de Rodas en 1479. Se dirigió entonces hacia el extremo de la costa de Italia, la más cercana a los puertos de Albania, ya bajo su dominio.
En manos del ejército otomano
Los turcos se acercaron a la ciudad de Otranto, con unas 150 naves y más de 15.000 hombres, conducidos por el Bajá Gedik Ahmed. La ciudad tenía 6.000 habitantes y había sido abandonada por las milicias aragonesas, empeñadas en Toscana. Apenas comenzado el asedio, que duró unos 15 días, se les intimó la rendición como renuncia a la fe en Cristo y conversión al Islam. Al ser rechazada, bombardearon la ciudad, que cayó en manos de los invasores el 12 de agosto. El ejército enardecido masacró sin piedad a quien se ponía a golpe de cimitarra.
Llegando a la catedral, donde se habían refugiado una buena parte de los habitantes, los otomanos derribaron la puerta y cercaron al arzobispo Stefano Pendinelli, que estaba celebrando la Santa Misa y distribuyendo la Eucaristía a los presentes. Monseñor Pendinelli fue horriblemente despedazado en el acto. Junto al prelado, mataron a los canónigos, religiosos y demás fieles que se encontraban en el templo.
Antes la muerte que la apostasía
Al día siguiente, el Bajá ordenó que llevaran a todos los supervivientes al campamento turco, unos 800 hombres, y se les obligara a apostatar. Antonio Primaldo, un humilde tundidor de paños, respondió firme e inmediatamente en nombre de todos: “ellos consideraban a Jesucristo como Hijo de Dios, su Señor y Dios verdadero; y preferían mil veces morir antes que renegarlo y hacerse musulmanes”. El comandante Ahmed ordenó entonces su ejecución.
Jóvenes, adultos y ancianos fueron conducidos con sogas al cuello y con las manos atadas a la espalda a la colina de la Minerva, a las afueras de la ciudad. Antes del martirio, se confortaban los unos a los otros.
Antonio Primaldo, primero en sufrir la decapitación, prodigiosamente se puso de pié y permaneció así, inmóvil, hasta el final de la matanza. El milagro impactó a uno de los verdugos, Berlabei, que tiró su cimitarra, se confesó cristiano y tuvo que soportar entonces ser empalado.
Los cuerpos inertes quedaron a la intemperie durante un año en el lugar del suplicio, donde fueron encontrados incorruptos por las tropas enviadas para liberar Otranto. En junio de 1481, los restos fueron llevados a la iglesia cercana “a la fuente de la Minerva” y trasladados el 13 de octubre siguiente a la Catedral. A comienzos de 1500 se erigió una capilla dentro de la Catedral para acoger definitivamente las reliquias, meta constante de peregrinaciones.
Reconocimiento popular
Antonio Primaldo y sus compañeros fueron de inmediato reconocidos mártires por la población y cada año la Iglesia local, el 14 de agosto, celebra devotamente su memoria. El 14 de diciembre de 1771 fue emanado el decreto de confirmación del culto ab immemorabili tributado a los mártires.
En 1988 fue nombrada por el entonces arzobispo de Otranto, monseñor Vincenzo Franco, la comisión histórica. En los años 1991-1993 se realizó la investigación diocesana, reconocida válida por la Congregación para las Causas de los Santos el 27 de mayo de 1994. Y el 6 de julio de 2007, Benedicto XVI aprobó el decreto con el que se reconocía que los Beatos Antonio Primaldo y compañeros habían sido asesinados por su fidelidad a Cristo.
Canonización
“Nuestra diócesis esperaba este momento desde hace tiempo –escribe el arzobispo de Otranto, monseñor Donato Negro–. En una época de crisis profunda, la inminente canonización de nuestros mártires es una fuerte invitación a vivir hasta el fondo el martirio cotidiano, hecho de fidelidad a Cristo y a su Iglesia”. El milagro reconocido, necesario para el citado decreto, se refiere a la curación de un cáncer de Sor Francesca Levote, religiosa profesa de las Hermanas Pobres de Santa Clara.
Benedicto XVI fijó la fecha de canonización en el Consistorio Ordinario Público del pasado 11 de febrero. Será este domingo, día 12 de mayo, y la presidirá el papa Francisco.