Un miércoles más, los fieles reunidos en la plaza de San Pedro esperaban con cánticos, música y agitando sus banderas para recibir al Santo Padre. Francisco, ha llegado pasadas las 9.30 montado en el jeep blanco descubierto y ha dedicado media hora para saludar a los peregrinos venidos de todos el mundo. Como es ya costumbre, los protagonistas durante este recorrido son los niños, que en brazos de los hombres de seguridad, son acercados y reciben la bendición del Papa. Algunos lloran y otros permanecen casi inmóviles, pero todos se llevan la caricia del Pontífice argentino.
El frío invernal sigue también acompañando las audiencias de los miércoles, que debido a la multitud que se reúne cada semana, se siguen celebrando en la plaza en vez de en el Aula Pablo VI, como era habitual otros años en estas fechas. Los fieles, protegidos con bufandas, guantes y gorros, han escuchado con atención la catequesis del Papa de esta semana, que ha continuado la comenzada la semana pasada sobre el sacramento del Bautismo.
Con estas palabras en español, ha resumido la catequesis semanal:
Queridos hermanos y hermanas:
En la catequesis de hoy, continúo la reflexión sobre el bautismo. Me detengo en este aspecto: el bautismo nos hace miembros de Cristo y de la comunidad. El Concilio Vaticano II expresaba esta verdad insistiendo en que este sacramento nos incorpora al Pueblo de Dios; nos hace miembros de un Pueblo que camina a lo largo de la historia.
A través de la fuente bautismal, la gracia se transmite y el Pueblo de Dios camina en el tiempo, difundiendo la bendición de Dios. Cada uno de nosotros se convierte en un discípulo misionero. Por un lado, nunca dejamos de ser discípulos, de aprender, de recibir; por otro, estamos llamados a la misión, a compartir lo que hemos recibido, lo que vivimos: la experiencia de amor, la fe en la Trinidad. Estamos llamados a transmitir la fe. Nadie se salva por sí solo, y todos estamos llamados, a pesar de nuestras limitaciones, nuestros defectos y nuestros pecados, a anunciar a los demás la gracia que recibimos en el bautismo. Somos una comunidad, y vivir juntos nuestra fe no es un adorno, sino algo esencial de la vida cristiana, algo esencial de nuestro ser pueblo que camina en la historia y de que da testimonio de que Jesús está vivo".
Al finalizar estas palabras, el Papa ha saludado a los peregrinos de lengua española "en particular a los Padres Agustinos Recoletos y a las Religiosas de María Inmaculada, así como a los demás grupos venidos de España, Argentina, Uruguay, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a tomar en serio su bautismo, siendo discípulos y misioneros del Evangelio, de palabra y con el propio ejemplo. Que Jesús os bendiga y la Virgen Santa os cuide. Muchas gracias."
En el saludo a los peregrinos de lengua árabe, Francisco les ha pedido que "aprendan de la Iglesia japonesa que a causa de las persecuciones del siglo XVII se retiró a la ocultación por unos dos siglos y medio, pasando de una generación a otra la llama de la fe siempre encendida. Las dificultades y las persecuciones, cuando son vividas con confianza, fe y esperanza, purifican la fe y la fortifican. Sois verdaderos testimonios de Cristo y de su Evangelio, auténticos hijos de la Iglesia, preparados siempre a dar razones de vuestra esperanza, con amor y respeto. ¡El Señor custodie vuestra vida y os bendiga!
Para finalizar, en el saludo en italiano, Francisco le ha pedido a los jóvenes que redescubran cotidianamente "la gracia que proviene del Sacramento recibido". A los enfermos, el Santo Padre les ha exhortado a "sacar del Bautismo la fuerza para afrontar momentos de dolor y desaliento". Asimismo, a las parejas de recién casados les ha animado a saber traducir "los compromisos del Bautismo en vuestro camino de vida familiar".
A las 11.00 de la mañana, ha finalizado la catequesis y ha comenzado con los saludos. En primer lugar ha podido saludar e intercambiar unas palabras con varios obispos. A continuación, el Papa ha bajado de nuevo hacia la plaza para detenerse a saludar y charlar con enfermos y ancianos. Hoy, un joven en silla de ruedas, ha intercambiado el solieo blanco con el Santo Padre.
Texto completo de la catequesis de Francisco en la audiencia del miércoles