Obama-Francisco: una ventaja en la imagen de un presidente cada vez menos popular

El profesor Giovagnoli de la Universidad Católica de Milán comenta el primer encuentro entre el Papa y el jefe de Estado y explica por qué a Obama no le conviene afrontar ciertos «temas candentes»

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“El presidente está impaciente por reunirse con el papa Francesco”. La declaración de la portavoz del National Security Council (NSC) de la Casa Blanca, Caitlin Hayden, ha alimentado la ya viva curiosidad por el encuentro de mañana entre el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, y el papa Francisco. Una audiencia que había llamado la atención de politólogos y vaticanistas, sobre todo por los temas que serán discutidos a puerta cerrada, que parecen mostrar más discrepancias que visiones de acuerdo, aunque tampoco faltan algunos puntos en común. De todo esto ha hablado ZENIT con el Agostino Giovagnoli, profesor de historia contemporánea de la Universidad Católica de Milán.

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¿Qué significado se puede dar a la visita de mañana? ¿Se puede interpretar cómo una movimiento estratégico en vista de las próximas elecciones en EEUU, quizá para ganarse el voto de los electores católicos?
–Giovagnoli: Creo que es reductivo interpretar la visita del presidente Obama solo desde un punto de vista de estrategia política. Obama ha declarado siempre simpatía y admiración hacia el Pontífice, y ha citado palabras suyas en varios discursos. Más bien creo que por parte del presidente haya una exigencia de interactuar con un actor imprescindible de la escena internacional. Y es seguramente una ventaja de imagen estar cerca de áquel que ha sido definido como el hombre del año…

De hecho, en los días pasados la revista Fortune ha nombrado al Papa como uno de los líderes más influyentes del mundo. Y en la misma lista falta el nombre de Obama…
–Giovagnoli: Esta clasificación me parece excesiva… Cierto, hay una verdad, y es que la popularidad de Obama ha bajado mucho en esta fase, mientras que la de Francisco es muy apreciada, sobre todo por los católicos tanto conservadores como progresistas. Sin embargo, si puedo utilizar las palabras del Pontífice, es necesario poner atención para no trasfigurar la imagen del Papa, y hacerle una especie de «Superpapa». Porque además de contrastar los deseos del Santo Padre, esto traiciona la elección misma de testimonio basado en la sencillez, de hombre que sigue el Evangelio y no de un «artífice dotado de súper poderes». Me parece que estas clasificaciones reflejan sobre todo la pérdida de un mundo a la búsqueda de líderes creíbles, en un momento en el que muchos líderes internacionales, incluido el mismo Obama, reflejan un déficito de credibilidad.

A pesar de su enorme popularidad, no faltan las críticas al Pontífice precisamente en Estado Unidos tras la Evangelii Gaudium, especialmente por su visión económica, definida como «marxismo».
–Giovagnoli: A estas críticas ha respondido el mismo Francesco con gran espíritu diciendo que no se ha ofendido por ser definido marxista, porque ha conocido muchos marxistas de buena fe, buenas personas. Más allá de la broma, estos ataques al Pontífice representan algo viejo, es decir, el intento de llevar al cristianismo, al catolicismo, sobre corrientes ideológicas de derecha o de izquierda… Esto es radical y totalmente negado por un pontificado que, aunque declarado enseguida de parte de los pobres y los débiles, no se ha determinado nunca en posiciones políticas o ideológicas. Me parecen más bien armas «despuntadas» que revelan el despecho o la preocupación de los que han considerado el cristianismo un instrumento al servicio de los propios intereses.

¿A qué se refiere?
–Giovagnoli: Hay nombres y apellidos de grandes donantes de la Iglesia católica americana que han expresado públicamente estas preocupaciones. Hombres de negocios católicos que se han molestado pensando también en las sumas prometidas para las restauraciones de la catedral de Nueva York. Pero esto es solo un aspecto de la cuestión. Diría que más profunda, sin embargo, es la realidad de un mundo que ha instrumentalizado el catolicismo haciendo una especie de ideología del occidente y de sus valores. Pero esto, como decía, pertenece a una estación que Francisco ha superado ampliamente. Llevando de nuevo la centralidad sobre el Evangelio, el Papa ha anulado ipso facto ciertos tipos de operaciones ideológicas.

Como ha afirmado usted mismo, Obama ha expresado más de una vez simpatía y admiración por el Pontífice. ¿Qué relación hay entre los dos?
–Giovagnoli: No sé si existe una relación. Creo que Obama haya intuido en el magisterio de este Papa que desde hace tiempo tiene posiciones muy críticas hacia los excesos del liberalismo, de la lógica de los mercados, de la globalización, un terreno sobre el que él también necesita moverse. Por tanto, un Papa así declaradamente de la parte de los más débiles, representa un interlocutor que presenta ocasiones importantes para un presidente que de alguna manera está buscando valorizar algunas elecciones de su ministerio hasta ahora no muy apreciadas por su mismo electorado.

Desde hace algunos años, algunos obispos estadounidenses conducen una dura batalla contra las posiciones de Obama sobre algunos principios que parecen contrastar con la doctrina de la Iglesia y la misma libertad religiosa. Entre estos: aborto, uniones gay, anticonceptivos, etc. ¿Es plausible que temas tan delicados sean afrontados mañana durante el encuentro?
–Giovagnoli: Es posible, naturalmente, pero lo consideraría una movimiento ingenuo y contraproducente. Creo que a Obama no le conviene plantear estos problemas. El episcopado americano está dividido: entre obispos hay también posiciones inconexas, pero la mayoría ha levantado fuertes críticas. Imagino, por tanto, que no sea interés del presidente centrar el coloquio sobre estos temas, también porque realmente no se puede esperar del Pontífice respuestas en contraste con los principios afirmados por los obispos americanos que, obviamente, son principios de la Iglesia católica. Por lo tanto, estoy seguro que la discusión tratará sobre otros argumentos de común interés.

¿Cuáles por ejemplo?
–Giovagnoli: La paz, lo primero. Después cuestiones internacionales y los temas que tienen que ver con los pobres, un desarrollo internacional más equilibrado y así sucesivamente.

Más allá de las divergencias, en su opinión, ¿hay puntos en común entre Obama y Bergoglio?
–Giovagnoli: La política de Obama es un poco difícil de identificar. De forma especial últimamente, que ha demostrado algunas oscilaciones que la hacen difícil de descifrar. Cierto, hay algunos elementos sobre todo en el proyecto inicial del presidente: ir al encuentro de las exigencias de un nuevo diálogo internacional, una relación más madura con el mundo árabe e islámico, la preocupación por la paz -premiado con el Nobel de la Paz en 2009- y también la atención por las clases más desgastadas, superando esa lógica del capitalismo compasivo de su predecesor. Yo diría que estos elementos del «programa» más que de la política de Obama puedan encontrar un banco en las enseñanzas del papa Francisco que, pero obviamente, se colocan en un plano más alto  y muestran más robustez.

Traducido del italiano por Rocío Lancho García

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Salvatore Cernuzio

Crotone, Italy Bachelor's degree in Communication Sciences, Information and Marketing (2008) and Master's degree in Publishing and Journalism (2010) from LUMSA University of Rome. Vatican Radio. Rome Seven. "Ecclesia in Urbe. Social Communications Office of the Vicariate of Rome. Second place in the Youth category of the second edition of the Giuseppe De Carli Prize for religious information.

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