El presidente de Filipinas Benigno Aquino y el dirigente del principal movimiento separatista musulmán, Murad Abrahim, firmaron este jueves en Manila un histórico acuerdo de paz que pondrá fin a una de las más largas y sanguinarias guerras separatistas del continente asiático. La Conferencia episcopal filipina (Cbcp) aplaudió la firma del acuerdo de paz.
El MILF se comprometió a deponer las armas a cambio de la creación de una región autónoma en el sur del archipiélago, en la isla de Mindanao, un territorio musulmán en un país con un 80 por ciento de católicos. El movimiento rebelde ahora deberá desarmar a sus aproximadamente 10 mil efectivos, y para ello aplicará el modelo utilizado en Irlanda del Norte.
En el curso de la ceremonia, a la cual han participado unas mil personas, el presidente filipino Benigno Aquino habló de un «recorrido que puede llevar a un cambio permanente». Por su parte el líder Milf, definió la firma del acuerdo como «la coronación de nuestra batalla». Los acuerdos de paz fueron acogidos con fiestas y celebraciones también por los 10 mil combatientes y sostenedores del Milf, reunidos en el campo base de Darapanan, en la pequeña ciudad de Sultan Kudarat, provincia de Mindanao.
El presidente de la Cbcp y arzobispo Lingayen-Dagupan, mons. Sócrates Villegas declaró: «Nos unimos a nuestros conciudadanos en las celebraciones de un evento que representa una piedra miliar en el proceso de paz». Y aseguró la oración de la comunidad cristiana, para que «este primer paso, lleno de coraje, pueda ser seguido por ulteriores pasos que conduzcan a la dirección de una paz verdadera y duradera en Mindanao».
Los obispos lanzaron además un llamado al gobierno, para que continúe un camino de paz, capaz de involucrar a todas las almas del país; por esto, los prelados invocan «un diálogo abierto, honesto y basado en la confianza» también con el Moro National Liberation Front (Mnlf), el otro grupo secesionista musulmán formado por algunos que se fueron del Milf.
La rebelión separatista inició en los años 70, con un trágico saldo de 150 mil vidas, convirtiéndose en una de las más largas y sangrientas de Asia.