Mons. Enrique Díaz futuro obispo titular de San Cristobal de las Casas

El obispo de San Cristobal de las Casas, Felipe Arismendi, comunicó en una carta llegada a la redacción de ZENIT su gra alegría por el nombramiento que ha hecho el papa Francisco de el actual obispo auxiliar Enrique Díaz Díaz, como coadjutor. Vale a decir con derecho a ser syu sucesor cuando por motivo de edad presente su renuncia. 

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A continuación la carta del obispo Arizmendi

Con un gran gozo y una fe confiada en que el Espíritu Santo guía a su Iglesia, anuncio que este jueves 15 de mayo de 2014 se publica el nombramiento que hace el Papa Francisco de Mons. Enrique Díaz Díaz, hasta ahora Obispo Auxiliar de San Cristóbal de Las Casas, para que sea Coadjutor de un servidor en nuestra diócesis. Esto significa que, conforme al canon 403,3 del Código de Derecho Canónico, tiene el derecho de ser mi sucesor, cuando el Papa acepte mi renuncia por límite de edad, que presentaré el 1 de mayo de 2015, conforme a los cánones 401,1 y 409,1. Para que esto conste en actas, debe presentar su nombramiento a un servidor, al Colegio de Consultores Diocesanos y a la Hna. Canciller de la Curia, conforme al canon 404,1, lo cual hará oficialmente en la próxima asamblea diocesana, el lunes 2 de junio. Tan pronto el Papa acepte mi renuncia, asume de inmediato el servicio de obispo diocesano, y yo paso a ser obispo emérito.

Este nombramiento me llena de inmensa alegría y fortalece mi esperanza, porque significa que nuestra diócesis continuará su esfuerzo por ser fiel al Concilio Vaticano II, siguiendo los caminos señalados en nuestro III Sínodo Diocesano, para ser una Iglesia autóctona, liberadora, evangelizadora, servidora, en comunión y bajo la guía del Espíritu Santo.

Con fraterna insistencia, yo propuse ante el Papa y sus colaboradores a Mons. Enrique como Coadjutor, porque él también está convencido de la importancia de la inculturación de la Iglesia en estas tierras chiapanecas, siempre en comunión con el Papa y con los hermanos obispos. Tiene un corazón muy centrado en Jesucristo, que es su pasión primera, con una fuerte cimentación en la Palabra de Dios, y otra gran pasión por el pueblo, sobre todo por los pobres, los marginados, los indígenas. Se ha esforzado por hablar algunos de los idiomas originarios de este lugar, como el tseltal, tsotsil, tojolabal y ch’ol. Se esfuerza por promover la unidad en la legítima diversidad dentro de la Iglesia, promoviendo la participación de las mujeres, de los catequistas, de los diáconos y de los demás servidores.

Porque estoy convencido de las cualidades que Dios le concedió en favor de este pueblo, desde hace dos años empecé a solicitar este nombramiento ante los colaboradores del Papa en Roma. El 12 de diciembre pasado, cuando el Papa nos recibió en audiencia privada, le expliqué los motivos de mi petición. El Papa los comprendió y los asumió. Me indicó que explicara esto mismo al Cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos, responsable inmediato de hacer las consultas requeridas para estos casos. Después de cinco meses de consultas e investigaciones en diversos ambientes eclesiales, se consideró pertinente confiarle esta responsabilidad. Aunque la Iglesia no es democrática, sino jerárquica, cuando yo presenté esta mi propuesta ante diversas instancias de la diócesis, hubo una aceptación general, lo cual indica que Mons. Enrique es bien apreciado por la comunidad diocesana. Esta voz del pueblo, me dio confianza. Muchas veces medité esta propuesta ante el Santísimo Sacramento, para que el Señor nos iluminara al tomar esta decisión, siempre pensando en la vida de nuestro pueblo.

Mons. Enrique, al recibir la noticia, por medio del Sr. Nuncio Apostólico en México, Mons. Cristophe Pierre, de que el Papa le pedía este servicio, lo meditó, lo llevó a la oración, lo consultó, pues la encomienda es delicada; pero una vez que vio que Dios, por las mediaciones humanas que Jesucristo estableció en su Iglesia, le invitaba a colaborar en este ministerio, lo ha asumido con gusto y generosidad.

Le agradecemos su docilidad al Espíritu y pedimos para él los dones que más necesite, para que sea un buen pastor, según el corazón de Jesucristo.

+ Felipe Arizmendi Esquivel

Obispo de San Cristóbal de Las Casas

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ZENIT Staff

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