Por: Stefano Gennarini
(ZENIT Noticias / Roma, 13.05.2022).- Los partidarios internacionales de la homosexualidad y la transexualidad han perdido terreno en un acuerdo de la ONU adoptado a finales del pasado mes de abril. El acuerdo incluso prescinde del ambiguo lenguaje que promueve la autonomía y la diversidad sexual incluidas en recientes acuerdos de la ONU.
Los diplomáticos occidentales han dejado en suspenso la batalla abierta para impulsar la homosexualidad y la transexualidad y otras políticas sociales controvertidas en la Comisión de Población y Desarrollo de la ONU. Han renunciado a añadir un nuevo lenguaje para promover el aborto, la homosexualidad, la transexualidad y la autonomía sexual de los niños en el acuerdo de la comisión celebrado a principios de la última semana de abril pasado. En su lugar, han prometido luchar con más ahínco el año que viene, decepcionando a los grupos de derechos sexuales y dando un respiro a los países tradicionales en las guerras culturales.
La falta de dramatismo en la adopción del acuerdo contrasta con la práctica habitual de los países occidentales de alargar las negociaciones de la comisión de población hasta el último minuto del último día de la sesión para forzar un acuerdo sobre temas que no son ampliamente aceptados por los países tradicionalistas.
La comisión, que se reúne anualmente para debatir cuestiones de población, suele verse envuelta en polémicos debates sobre sexualidad, soberanía y derechos de los padres. Las negociaciones durante la comisión suelen durar hasta altas horas de la noche, y son tan acaloradas que la comisión no ha logrado llegar a un acuerdo en seis de sus últimas ocho sesiones.
El último día no hubo negociaciones nocturnas para limar asperezas. Los delegados concluyeron las negociaciones sobre la resolución a principios de esta semana, ya que la presión para llegar a un acuerdo prevaleció sobre las delegaciones que promueven agresivamente la ideología de género.
“¡La Comisión de Población y Desarrollo (CPD) ha vuelto!”, exclamó Jon Wilmoth al concluir la comisión esta mañana. El jefe de la División de Población de la ONU y principal demógrafo del mundo, estaba eufórico por la adopción de un acuerdo.
La resolución dejó fuera las controvertidas propuestas relacionadas con el aborto, la homosexualidad y la transexualidad, así como las polémicas iniciativas sobre el acceso de los niños a la educación sexual integral, la anticoncepción y el aborto. Incluso dejó de lado expresiones ambiguas del estilo de “formas múltiples e interrelacionadas de discriminación” y “las mujeres en toda su diversidad”.
La resolución también incluía un lenguaje que reconocía el derecho soberano de los países a aplicar los acuerdos de la ONU de acuerdo con su cultura y religión, algo a lo que los países occidentales suelen oponerse hasta el último día de las negociaciones.
Los delegados de la Unión Europea y otros países occidentales se mostraron decepcionados por lo que calificaron de “falta de ambición” y “ausencia de avances” del acuerdo en materia de homosexualidad y transexualidad.
Las delegaciones de los países tradicionales, incluidos los países del Golfo, Guatemala, Egipto, Irán, Irak, Nicaragua, la Federación Rusa, Yemen y la Santa Sede lamentaron la oposición de Occidente a cualquier mención de la familia y que ésta no se incluyera en el acuerdo. También insistieron en que la aplicación del lenguaje relacionado con la salud sexual y reproductiva y los derechos reproductivos en el acuerdo debe estar en consonancia con las leyes nacionales, la cultura y la religión.
Algunos delegados afirmaron que la comisión simplemente optó por posponer el choque sobre las normas sexuales para el año que viene, cuando la comisión se encargue de adoptar un acuerdo sobre educación.
La educación es uno de los temas más controvertidos de la comisión. Varias negociaciones fracasaron en los últimos años cuando los países occidentales querían declarar la educación sexual integral como un derecho humano. La educación sexual integral incluye enseñar a los niños a tener autonomía sexual respecto a sus padres y que puedan decidir su género y sexualidad desde una edad temprana. Los países occidentales insisten en que ningún país puede oponerse a este tipo de educación por motivos de soberanía, cultura o religión.