Miembros del Congreso Eucarístico Nacional de los Estados Unidos de América. Foto: Vatican Media

Papa a católicos de USA: Eucaristía no es un símbolo, es la presencia real de Cristo entre nosotros

Discurso a los miembros del Comité Organizador del Congreso Eucarístico Nacional de los Estados Unidos de América.

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 19.06.2023).- La mañana del lunes 19 de junio el Papa recibió en audiencia a miembros del Comité Organizador del Congreso Eucarístico Nacional de los Estados Unidos de América. Dicho Congreso se tendrá del 17 al 21 de julio de 2024 en Indianápolis. Está prevista la participación de unos 80 mil católicos de los Estados Unidos (puede visitarse la web en este enlace: https://www.eucharisticcongress.org/). A continuación la traducción al castellano del discurso del Papa.

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Me complace daros una cordial bienvenida a todos vosotros, miembros del Comité organizador del próximo Congreso eucarístico nacional de los Estados Unidos de América. Os doy las gracias por todo lo que hacéis y os animo a proseguir vuestros esfuerzos para reavivar la fe y el amor a la santísima Eucaristía, «fuente y culmen de toda la vida cristiana» (Lumen gentium, 11).

Conocemos el relato de la multiplicación de los panes del Evangelio de Juan. Los testigos del milagro volvieron al Señor al día siguiente, esperando verle realizar otro signo. Cristo, sin embargo, quería transformar su hambre material en otra hambre, la del Pan de vida eterna (cf. Jn 6, 26-27). Por eso Jesús habló de sí mismo como del Pan vivo bajado del cielo, el verdadero Pan que da vida al mundo (cf. Jn 6, 51).

Esta mañana, mientras celebraba la Eucaristía, he pensado mucho en esto, porque es lo que nos da la vida. En efecto, la Eucaristía es la respuesta de Dios al hambre más profunda del corazón humano, al hambre de vida verdadera: en ella Cristo mismo está realmente en medio de nosotros para alimentarnos, consolarnos y sostenernos en nuestro camino.

Por desgracia, hoy en día, a veces entre nuestros fieles algunos creen que la Eucaristía es más un símbolo que la presencia real y amorosa del Señor. Es más que un símbolo, es la presencia real y amorosa del Señor. Espero, por tanto, que el Congreso Eucarístico inspire a los católicos de todo el país a recuperar el sentido de la maravilla y del asombro ante este gran don que el Señor nos ha dado, y a pasar tiempo con Él en la celebración de la Santa Misa, así como en la oración personal y en la adoración del Santísimo Sacramento. Creo que en esta época moderna hemos perdido el sentido de la adoración. Debemos recuperar el sentido del silencio, de la adoración. Es una oración que hemos perdido, poca gente sabe lo que es, y vosotros, Obispos, debéis catequizar a los fieles sobre la oración de adoración; la Eucaristía nos lo pide. En este sentido, no puedo dejar de mencionar la necesidad de promover las vocaciones al sacerdocio, porque, como decía san Juan Pablo II: «No hay Eucaristía sin Sacerdocio» (Carta a los sacerdotes para el Jueves Santo de 2004). Se necesitan sacerdotes para celebrar la Sagrada Eucaristía.

Confío en que el Congreso sea una ocasión para que los fieles se comprometan con celo cada vez mayor a ser discípulos misioneros del Señor Jesús en el mundo. En la Eucaristía encontramos a Aquel que se nos ha entregado por entero, que se ha sacrificado para darnos la vida, que nos ha amado hasta el extremo. Nos convertimos en testigos creíbles de la alegría y la belleza transformadora del Evangelio sólo reconociendo que el amor celebrado en el Sacramento no puede guardarse para nosotros mismos, sino que exige ser compartido con todos. En esto consiste el trabajo misionero: vas, celebras la Misa, comulgas, adoras… ¿y después? Después sales, sales a evangelizar, Jesús nos «hace» así…

La Eucaristía nos impulsa a un amor fuertemente comprometido con el prójimo, porque no podemos entender y vivir verdaderamente su significado si mantenemos cerrado el corazón a nuestros hermanos, especialmente a los pobres, a los que sufren, a los que están agotados o perdidos en la vida. Me vienen a la mente dos grupos de personas que debemos visitar siempre: los ancianos, que son la sabiduría de un pueblo, y los enfermos, que son la figura de Jesús sufriente.

Queridos amigos, el Congreso eucarístico nacional marca un momento significativo en la vida de la Iglesia en Estados Unidos. Que todo lo que hagáis sea ocasión de gracia para cada uno de vosotros y dé fruto para acompañar a los hombres y mujeres de vuestro país hacia el Señor: él, con su presencia entre nosotros, reaviva la esperanza y renueva la vida. Os encomiendo a la materna intercesión de María Inmaculada, Patrona de los Estados Unidos de América, y os aseguro mis oraciones por vosotros, por vuestras familias y por vuestras comunidades locales. A todos os imparto mi bendición. Y os pido, por favor, que os acordéis de rezar por mí. Gracias.

Traducción del original en lengua italiana realizada por el director editorial de ZENIT.

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Redacción zenit

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