(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano 30.05.2025).- Por la mañana del viernes 30 de mayo, el Papa León recibió en audiencia a miembros de asociaciones y movimientos populares que en 2024 participaron en la “arena de paz” en la ciudad de Verona. La audiencia tuvo lugar en la Sala Clementina del Palacio Apostólico. A continuación la traducción de ZENIT al castellano:
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¡Gracias, gracias! En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡La paz sea con vosotros!
Queridos hermanos y hermanas:
Me complace daros la bienvenida a vosotros, miembros de los movimientos y asociaciones que hace un año dieron vida al gran encuentro «Arena di Pace» (Arena de la Paz), en Verona, con la participación del papa Francisco. Agradezco en particular al obispo de Verona, monseñor Domenico Pompili, y también a los Padres Combonianos. En aquella ocasión, el Papa reiteró que la construcción de la paz comienza poniéndose del lado de las víctimas, compartiendo su punto de vista. Esta perspectiva es esencial para desarmar los corazones, las miradas, las mentes y denunciar las injusticias de un sistema que mata y se basa en la cultura del descarte.
No podemos olvidar el valiente abrazo entre el israelí Maoz Inon, cuyos padres fueron asesinados por Hamás, y el palestino Aziz Sarah, cuyo hermano fue asesinado por el ejército israelí, y que ahora son amigos y colaboradores: ese gesto permanece como testimonio y signo de esperanza. Y les agradecemos que hayan querido estar presentes también hoy.
El camino hacia la paz requiere corazones y mentes entrenados y formados para la atención al otro y capaces de reconocer el bien común en el contexto actual. El camino que conduce a la paz es comunitario, pasa por el cuidado de las relaciones de justicia entre todos los seres vivos. La paz, afirmó San Juan Pablo II, es un bien indivisible, o es de todos o no es de nadie (cf. Lett. enc. Sollicitudo rei socialis, 26). Solo se activa en las conciencias «una determinación firme y perseverante de comprometerse por el bien común» (ibíd., 38) se puede realmente conquistar y disfrutar la paz, como calidad de vida y como desarrollo integral.
En una época como la nuestra, marcada por la velocidad y la inmediatez, debemos recuperar los largos tiempos necesarios para que estos procesos puedan tener lugar. La historia, la experiencia y las muchas buenas prácticas que conocemos nos han hecho comprender que la paz auténtica es la que toma forma a partir de la realidad (territorios, comunidades, instituciones locales, etc.) y escuchándola. Precisamente por eso nos damos cuenta de que esta paz es posible cuando las diferencias y los conflictos que conlleva no se eliminan, sino que se reconocen, se asumen y se atraviesan.
Por eso es especialmente valioso vuestro compromiso como movimientos y asociaciones populares, que de manera concreta y «desde abajo», en diálogo con todos y con la creatividad y la genialidad que nacen de la cultura de la paz, lleváis a cabo proyectos y acciones al servicio concreto de las personas y del bien común. De esta manera generáis esperanza.
Queridos hermanos y hermanas, hay demasiada violencia en el mundo, hay demasiada violencia en nuestras sociedades. Ante las guerras, el terrorismo, la trata de seres humanos, la agresividad generalizada, los niños y los jóvenes necesitan experiencias que eduquen en la cultura de la vida, del diálogo, del respeto mutuo. Y, ante todo, necesitan testigos de un estilo de vida diferente, no violento. Por lo tanto, desde el nivel local y cotidiano hasta el orden mundial, cuando quienes han sufrido injusticias y las víctimas de la violencia saben resistir la tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos no violentos de construcción de la paz. La no violencia como método y como estilo debe caracterizar nuestras decisiones, nuestras relaciones, nuestras acciones.
El Evangelio y la Doctrina Social son para los cristianos el alimento constante de este compromiso; pero al mismo tiempo pueden ser una brújula válida para todos. Porque se trata, en efecto, de una tarea encomendada a todos, creyentes y no creyentes, que deben elaborarla y realizarla a través de la reflexión y la práctica inspiradas en la dignidad de la persona y el bien común.
Si quieres la paz, prepara instituciones de paz. Cada vez somos más conscientes de que no se trata solo de instituciones políticas, nacionales o internacionales, sino que es el conjunto de instituciones —educativas, económicas, sociales— el que está en juego. En la encíclica Fratelli tutti se repite muchas veces la necesidad de construir un «nosotros», que debe traducirse también a nivel institucional. Por eso os animo a comprometeros y a estar presentes: presentes en la masa de la historia como levadura de unidad, de comunión, de fraternidad. La fraternidad necesita ser descubierta, amada, experimentada, anunciada y testimoniada, con la esperanza confiada de que es posible gracias al amor de Dios, «derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo» (Rm 5,5).
Queridos amigos, os doy las gracias por haber venido. Rezo por vosotros: para que podáis trabajar con tenacidad y paciencia. Y os acompaño con mi bendición. ¡Gracias!
[Bendición]
¡Muchas gracias y mis mejores deseos para todos vosotros!
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