(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 31.05.2025).- En ocasión del centenario de la canonización de tres importantes santos franceses, el Papa León XIV escribió y envió una carta al episcopado francés. Se trata de la primera misiva del Papa a la Iglesia católica en Francia. Ofrecemos a continuación la traducción al español que ZENIT ha realizado:
***
MENSAJE DEL SANTO PADRE LEÓN XIV
A LA CONFERENCIA DE OBISPOS DE FRANCIA
CON MOTIVO DEL CENTENARIO DE LA CANONIZACIÓN DE
SAN JUAN EUDES, SAN JUAN MARÍA VIANNEY
Y SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS Y DEL SANTÍSIMO ROSARIO
Me complace poder dirigirme por primera vez a ustedes, pastores de la Iglesia en Francia, y, a través de ustedes, a todos sus fieles, en este mes de mayo de 2025, en el que se conmemora el centenario de la canonización de tres santos que, por la gracia de Dios, su país ha dado a la Iglesia universal: san Juan Eudes (1601-1680), san Juan María Vianney (1786-1859) y santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz (1873-1897). Al elevarlos a la gloria de los altares, mi predecesor Pío XI deseaba presentarlos al Pueblo de Dios como maestros a quienes escuchar, como modelos a imitar y como poderosos intercesores a quienes rezar e invocar. La amplitud de los retos que, un siglo después, se presentan a la Iglesia en Francia, y la pertinencia cada vez más actual de estas tres figuras de santidad para afrontarlos, me impulsan a invitaros a dar un relieve particular a este aniversario.
En este breve mensaje, me detendré solo en un rasgo espiritual que Juan Eudes, Juan María Vianney y Teresa tienen en común y ofrecen de manera muy elocuente y atractiva a los hombres y mujeres de hoy: amaron sin reservas a Jesús de manera sencilla, fuerte y auténtica; experimentaron su bondad y su ternura en una cercanía cotidiana particular, y lo testificaron con un admirable impulso misionero.
El difunto papa Francisco nos dejó, a modo de testamento, una hermosa encíclica sobre el Sagrado Corazón en la que afirma: «De la herida del costado de Cristo sigue brotando ese río que nunca se agota, que no pasa, que se ofrece siempre de nuevo a quien quiere amar. Solo su amor hará posible una nueva humanidad» (Dilexit nos, n. 219). No podría haber un programa de evangelización y misión más bello y más sencillo para vuestro país: hacer descubrir a cada uno el amor tierno y predilecto que Jesús le tiene, hasta el punto de transformar su vida.
Y, en este sentido, nuestros tres santos son verdaderos maestros, cuya vida y doctrina os invito a dar a conocer y apreciar sin cesar al Pueblo de Dios. ¿No fue san Juan Eudes el primero en celebrar el culto litúrgico de los Corazones de Jesús y María? ¿No fue san Juan María Vianney un párroco apasionadamente dedicado a su ministerio que afirmaba: «El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús»? Y, por último, ¿no es santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz la gran doctora en “scientia amoris” que nuestro mundo necesita, ella que «respiraba» el nombre de Jesús en cada instante de su vida, con espontaneidad y frescura, y que enseñó a los más pequeños un camino «muy fácil» para acceder a él?
Celebrar el centenario de la canonización de estos tres santos es, ante todo, una invitación a dar gracias al Señor por las maravillas que ha realizado en esta tierra de Francia durante los largos siglos de evangelización y vida cristiana. Los santos no aparecen espontáneamente, sino que, por la gracia, surgen en el seno de comunidades cristianas vivas que han sabido transmitirles la fe, encender en su corazón el amor de Jesús y el deseo de seguirlo. Esta herencia cristiana aún os pertenece, aún impregna profundamente vuestra cultura y permanece viva en muchos corazones.
Por eso, expreso mi deseo de que estas celebraciones no se limiten a evocar con nostalgia un pasado que parece ya pasado, sino que reaviven la esperanza e inspiren un nuevo impulso misionero. Dios puede, con la ayuda de los santos que les ha dado y a quienes ustedes celebran, renovar las maravillas que realizó en el pasado. ¿No será Santa Teresa la Patrona de las misiones en las mismas tierras que la vieron nacer? ¿No podrán San Juan María Vianney y San Juan Eudes hablar a la conciencia de tantos jóvenes sobre la bondad, la grandeza y la fecundidad del sacerdocio, despertando en ellos un deseo entusiasta y dándoles la valentía de responder generosamente a la llamada, precisamente cuando la falta de vocaciones se siente dolorosamente en sus diócesis y los sacerdotes se ven cada vez más sometidos a prueba? Aprovecho esta oportunidad para agradecer de corazón a todos los sacerdotes de Francia su valiente y perseverante compromiso, y quisiera expresarles mi afecto paternal.
Queridos hermanos obispos, invoco la intercesión de San Juan Eudes, San Juan María Vianney y Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz por su país y por el Pueblo de Dios que con valentía lo recorre, bajo los vientos contrarios y a veces hostiles del indiferentismo, el materialismo y el individualismo. Que devuelvan la valentía a este Pueblo, en la certeza de que Cristo ha resucitado verdaderamente, Él, el Salvador del mundo.
Implorando para Francia la protección maternal de su poderosa Patrona, Nuestra Señora de la Asunción, os concedo a cada uno de vosotros y a todo el pueblo confiado a vuestro cuidado pastoral la Bendición Apostólica.
Vaticano, 28 de mayo de 2025
León XIV
Gracias por leer nuestros contenidos. Si deseas recibir el mail diario con las noticias de ZENIT puedes suscribirte gratuitamente a través de este enlace.