CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 26 julio 2004 (ZENIT.org).- El enviado de Juan Pablo II al final de su visita a Sudán insiste en que las autoridades del país y la comunidad internacional deben garantizar la asistencia a las poblaciones desplazadas, en particular las de Darfur, que atraviesan condiciones humanitarias alarmantes.
Es el llamamiento que lanza el arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del Consejo Pontificio Cor Unum, al concluir la visita que emprendió el 22 de julio a varias regiones del país africano, incluidos campos de refugiados de poblaciones de la región occidental, fronteriza con Chad.
«Al final de su visita, el enviado del Santo Padre quiere reafirma, en línea con lo que ya ha indicado la Santa Sede, que es necesario que las autoridades sudanesas, en colaboración con la comunidad internacional, garanticen la asistencia y el regreso en condiciones de seguridad a sus aldeas a cuantos han quedado privados de todo», afirma monseñor Cordes en un comunicado enviado a Zenit este lunes.
Estas personas, afirma después de haber constatado su situación con sus propios ojos, «han sido obligadas a huir y viven en condiciones indignas del hombre».
«La Iglesia católica, a través de la Conferencia Episcopal local, la red Cáritas y de otras agencias cristianas, da su contribución amplia y específica para apoyar a todos aquellos que en más de veinte años de conflicto han abandonado sus propias casas».
Monseñor Cordes considera que «con la aportación de todas las poblaciones del país, se puede construir un futuro mejor para Sudán».
«Por desgracia, la guerra en Sudán ha sido descuidada e ignorada por la opinión pública durante demasiado tiempo –denuncia el comunicado del prelado alemán–. Finalmente el mundo sigue hoy con atención lo que pasa en este país. Los responsables que inspiran la política internacional han descubierto su deber de ver más lejos de sus propios intereses».
Al mismo tiempo el arzobispo recuerda el llamamiento que lanzó este domingo Juan Pablo II a rezar «por nuestros hermanos y hermanas de África, sobre los que invoco la protección maternal de María».
En su visita a Sudán, monseñor Cordes se encontró con el cardenal Gabriel Zubeir Wako, arzobispo de Jartum, con Moses Machar, vicepresidente de la República, así como con el vicegobernador de Darfur del sur.
«Ante estas dos autoridades políticas intervino a favor de las agencias católicas de ayuda para obtener libre acceso, no siempre posible, a los campos de refugiados», revela el comunicado.
Además de visitar los barrios de pobreza de las afueras de Jartum, en la que se encuentran personas desplazadas por más de diez años de guerra con el sur, monseñor Cordes pudo llegar hasta el campo de Kalma, en los alrededores de la ciudad de Nyala, región de Darfur.
«Allí pudo encontrarse, entre otros, con algunos representantes de agencias católicas de asistencia, que están preparando –junto a otras agencias cristianas– un programa de ayuda por diecisiete millones de dólares», indica el comunicado.
Tras ver la situación, el arzobispo ha calificado de «imposibles de describir» las condiciones de miles y miles de personas. En Kalma, informa, se encuentran unos diez mil desplazados, «que acampan en el desierto bajo tiendas de paja y telones de plástico».
«El viaje ha recibido una amplia cobertura por los medios de comunicación árabes locales», constata monseñor Cordes.
«La Iglesia en Sudán y los representantes del gobierno han expresado repetidamente su sincera gratitud al Santo Padre por su preocupación por el país africano y por todos los que sufren», concluye el prelado.
La violencia comenzó hace unos dieciocho meses cuando dos grupos rebeldes de tribus africanas de Darfur se alzaron en armas para disputar con agricultores árabes la posesión de tierras y de recursos naturales.
Posteriormente, milicianos árabes conocidos como «Janjaweed», u «hombres a caballo», iniciaron una letal campaña para desalojar a los africanos negros.
Unas 30.000 personas, en su mayoría africanos negros, han sido asesinadas y más de un millón han tenido que abandonar sus viviendas para transferirse a otras regiones del país y 160.00 a Chad. Al menos 2,2 millones necesitan urgente atención médica y alimenticia.