Hemos reflexionado ya sobre los ritos iniciales. Antes de adentrarnos en la Liturgia de la Palabra me gustaría detenerme y meditar con vosotros sobre los fines de la Misa
A nuestros hijos pequeños no se los podemos explicar con palabras ¿o si?, pero es muy importante que nosotros los tengamos claros en nuestra cabeza.
¿Por qué ? Porque cuando enseñamos, todo lo que hacemos, todo lo que transmitimos, nos tiene que llevar a lo que pretendemos enseñar.
Hace poco asistí a una Misa para las familias y los niños. Ellos se lo pasaron muy bien subiendo y bajando del altar, batiendo palmas… No estaba mal pero ¿nos acercamos al Misterio o nos despistamos por el camino?
¿Vamos a Misa para que los niños sé lo pasen bien?
¿Y cuándo ya no les divierta subir y bajar y batir palmas…?
Si no pensamos bien en lo que es la Santa Misa y en sus fines, corremos el riesgo de que se convierta en el tostón que nos tenemos que tragar entre palma y palma. Llega un momento en que ni las palmas les divierte. Y los papás que asistían para ver a sus hijos felices y entretenidos también dejaran de ir, seguramente cuando estos lleguen a la adolescencia.
En la Santa Misa el Protagonista es Jesús y los demás participamos de su sacrificio en la cruz.
Estamos en Misa para:
1- Alabar y adorar a Dios Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo.
2- Dar gracias a Dios por la creación y la redención.
3- Desagraviar a Dios por nuestros pecados.
4- Pedir a Dios sus dones y sus gracias.
Todo lo que les digamos y les pidamos que hagan nos tiene que llevar a darnos cuenta de esto.
¡Acerquémonos al Misterio!