Evangelio 13 septiembre

Padre Nuestro (C) Mariana C./Cathopic

Evangelio del 13 de septiembre: Reflexión del padre Antonio Rivero

“¿Somos conscientes de lo que rezamos en el Padrenuestro?”

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Comentario del Evangelio del domingo, 13 de septiembre de 2020, Domingo XXIV del Tiempo Ordinario, escrito por el padre Antonio Rivero L.C. En su columna, el sacerdote lanza la pregunta: “¿Somos conscientes de lo que rezamos en el Padrenuestro?” y asegura: “Si perdonas, eres auténtico cristiano y seguidor de Cristo”.

DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO

Ciclo A

Textos: Sir 27, 33; 28, 9; Rm 14, 7-9; Mt 18, 21-35

Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y asistente del Centro Sacerdotal Logos en México y Centroamérica, para la formación de sacerdotes diocesanos.

Idea principal: El perdón cristiano: 70 veces 7, o sea siempre.

Resumen del mensaje: La venganza era una ley sagrada en todo el Antiguo Oriente y el perdón, humillante; pero, para el cristiano, la contrapartida de la venganza es el perdón ilimitado, al estilo de Dios.

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, en la mentalidad semita, la de Jesús, el 7 es número venido de la luna y símbolo de perfección. Como la luna tiene 4 fases –cuarto creciente, menguante, etc.– y cada fase tiene 7 días, resulta que el 7 define un ciclo completo, es un número redondo, la idea de un todo acabado. Decían los rabinos de Israel que 2.000 años antes de la creación del mundo, Dios había creado 7 cosas: la Torah (ley), la penitencia, el edén, la gehena (infierno), el Trono de la Gloria, el santuario celeste y el nombre del Mesías. 7 es un número que tira a divino: Dios hizo el mundo en 7 jornadas, los dones del Espíritu son 7, la familia macabea fue perfecta porque tuvo 7 hijos –decía san Gregorio de Nazianzo–. En la catedral de Aachen tenemos el trono de Carlo Magno, fundador del Sacro Imperio Romano Germánico, con sus 7 gradas a honra del trono de Salomón. Delante del Knesset, parlamento de Jerusalén, está el candelabro de bronce, de los 7 brazos, símbolo del poder total de Dios y de la plenitud de la luz, que es Dios.

En segundo lugar, Jesús le dice a Pedro que debe –que debemos- perdonar 70 veces 7; o sea, siempre. Cristo sabe que el hombre es vengativo por naturaleza. A Pedro no le entraba bien en la cabeza el perdón ilimitado de Jesús. Natural, pues en la sinagoga oyó muchas veces que a un judío se le perdona hasta tres veces, pero a un extranjero nunca. Y también oía que a una mujer se le perdona una vez, cinco a un amigo. Se siente, entonces, generoso y pregunta a Jesús si se puede hasta 7 veces. Para tener fuerza para perdonar tenemos que contemplar muchas veces a Dios que siempre nos perdona. Es más, tenemos que pedirle un trasplante de corazón y una infusión de su Espíritu de amor en el alma. Si no, imposible. Jesús se pasó toda su vida perdonando. Y nos ofreció el sacramento de la reconciliación donde encontramos el perdón de Dios, siempre, a todas horas, sin límites. Basta que estemos arrepentidos y con propósito de enmienda.

Finalmente, ¿y nosotros? Tenemos muchas ocasiones, en la vida de familia y de comunidad, en las relaciones sociales y laborales, de imitar o no esta actitud de Dios perdonador. Los padres tienen que perdonar a los hijos su progresivo despego, su resistencia y sus trampas. Los hijos tienen que perdonar a sus padres el egoísmo, su autoritarismo, su paternalismo, su incomprensión. El marido a la mujer el que no valore su trabajo, no respete su fatiga o le irrite con pretensiones descabelladas. Como la mujer al marido su incomprensión de las 60 horas laborales en la casa –él que tiene sólo 40-, sus faltas de sensibilidad afectiva, su ceguera, diaria y defraudadora de ilusiones, para el detalle. Que los seglares perdonen a sus sacerdotes los extravíos, su ignorancia para ayudar y comprender, su pesadez al hablar. Como el sacerdote debe perdonar a los fieles sus espantadas del templo, sus inapetencias religiosas, incluso su caso omiso a la palabra de Dios. Y así el patrón al obrero y viceversa, el gobernante a los súbditos, los discípulos al profesor…y siempre viceversa. Todos a diario 70 veces 7. Ejemplos de santos tenemos que supieron perdonar hasta el extremo: el beato jesuita Miguel Pro que perdonó en la guerra cristera de México a los que le iban a matar, san Juan Pablo II que perdonó al turco Ali Agca, el primer mártir san Esteban, y tantos otros.

Para reflexionar: ¿Realmente somos conscientes de lo que rezamos en el Padrenuestro, esa oración “peligrosa”? ¿Tenemos un corazón magnánimo, fácil en perdonar? Si el hijo pródigo, al volver a casa, se hubiera encontrado con nosotros, en vez de encontrarse con su padre, ¿hubiera terminado igual la historia? Si no perdonamos fácilmente, ¿no será que nos acercamos poco al sacramento de la reconciliación? El que se sabe perdonado, perdona más fácilmente. Cuando perdonamos, ¿es como si tirásemos una limosna, “con aires de perdonavidas”, o, por el contrario, queremos imitar el perdón de Dios?

Para rezar: Señor, quiero contemplar tu corazón siempre dispuesto a perdonar para aprender de ti. Señor, hazme un trasplante de corazón o ponme un marcapasos para que perdone al ritmo tuyo. Señor, limpia mis venas, obturadas por tanto rencor, odio y resentimiento. Señor, que siempre esté dispuesto a perdonar a mi hermano cuando me ha ofendido, y a pedir perdón cuando le he ofendido. Amén.

Para cualquier duda, pregunta o sugerencia, aquí tienen el email del padre Antonio, arivero@legionaries.org

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Antonio Rivero

El padre Antonio Rivero nació en Ávila (España) en 1956. Entró a la congregación de los Legionarios de Cristo en 1968 en Santander (España). Se ordenó de sacerdote en Roma en la Navidad de 1986. Es licenciado en Humanidades Clásicas en Salamanca, en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma y en Teología por la Universidad de santo Tomás también en Roma. Es doctor en Teología Espiritual por el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (Roma) donde defendió su tesis el 16 abril del año 2013 sobre la dirección espiritual en san Juan de Ávila, obteniendo “Summa cum laude”. Realizó su ministerio sacerdotal como formador y profesor de Humanidades clásicas en el seminario en México y España. Fue vicario parroquial en la ciudad de Buenos Aires durante doce años. Durante diez años fue director espiritual y profesor de teología y oratoria en el Seminario María Mater Ecclesiae en são Paulo (Brasil), formando futuros sacerdotes diocesanos. Actualmente es profesor en el Noviciado de la Legión de Cristo en Monterrey (México) y ayuda en el Centro Logos, en la formación de sacerdotes y seminaristas diocesanos. Ha dedicado y dedica también parte de su ministerio sacerdotal a los Medios de Comunicación Social. Ha publicado catorce libros: Jesucristo, Historia de la Iglesia, Los diez mandamientos, Breve catequesis y compendio de liturgia, El tesoro de la Eucaristía, El arte de la predicación sagrada, La Santísima Virgen, Creo en la Vida eterna, Curso de Biblia para laicos, Personajes de la Pasión, G.P.S (Guía Para Santidad, síntesis de espiritualidad católica), Comentario a la liturgia dominical ciclo A, Comentario a la liturgia dominical ciclo B, Comentario a la liturgia dominical ciclo C. Ha grabado más de 200 CDs de formación. Da conferencias en Estados Unidos sobre pastoral familiar, formación católica y juventud. Y finalmente imparte retiros y cursos de formación a religiosas, seminaristas y sacerdotes diocesanos en México, Centroamérica y donde le invitan.

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