Como siempre la vía Apia Antica, en una jornada de sol y primavera anticipada, veía ir y venir a peregrinos y turistas que se acercan a visitar los lugares de los primeros cristianos, las catacumbas, la iglesia del Quo Vadis, y tantas otras huellas de aquella época originaria que se prodigan en esta antigua vía de salida y entrada de la ciudad eterna.
En la iglesia de San Sebastián, edificada sobre las catacumbas del mismo nombre, los fieles aguardaban impacientes al cardenal Lluis Martínez Sistach, titular de esta parroquia. Han venido en familia incluidos los más pequeños, que se han dejado sentir en una iglesia repleta, y han gateado a placer sobre los mármoles seculares.
El cardenal y arzobispo de Barcelona ha entrado dando la mano a todos, antes de la misa, y ha tenido una palabra para cada familia.
La eucaristía concelebrada con los franciscanos conventuales que atienden la parroquia ha sido muy sencilla y participada.
La procesión de entrada ha tenido como nota señalada que el cardenal Sistach no se ha puesto la mitra, tan solo el solideo y el báculo. La casulla, morada, propia del tiempo de Cuaresma.
Al iniciar sus palabras a los congregados, les ha dado las gracias por estar aquí, por su acogida. «Todas las parroquias de todo el mundo rezan por el próximo cónclave», ha dicho y ha exhortado a rezar para que en la Iglesia haya un buen pastor, que «manifieste el amor de Dios pleno de misericordia».
Comentando el Evangelio de la liturgia de hoy, la parábola del hijo pródigo, ha dicho: «Todos somos pecadores, los dos hijos eran pecadores. Jesús nos ha dejado el sacramento de la reconciliación, del perdón de Dios, del abrazo de Dios con cada uno de nosotros, esta es la auténtica fiesta del perdón de Dios».
Un padre que perdona sin condiciones
«Nos maravilla –añadió- el perdón de Dios incondicional y sin castigo (hoy algunos pedagogos dirían que no es un buen padre, porque no castiga). En cambio, el padre sale a esperar al hijo, le abraza, lo viste del mejor modo posible y le hace una fiesta. Llama al hermano para que se una a la fiesta. Este no comprende el amor y el perdón de su padre al hermano. Los dos habían pecado. Jesús dice en otra parte que hay que perdonar setenta veces siete. El pecado humano y la misericordia de Dios llenan todas las páginas de la Biblia, es un mensaje que necesitamos los hombres y mujeres de hoy».
Luego ha exhortado a los asistentes a rezar «por el trabajo que los cardenales tenemos que hacer. Todo el Pueblo de Dios participará con sus oraciones, y con su trabajo, y los cardenales también, y con la asistencia del Espíritu Santo veremos la fumata blanca de un buen pastor. Pidamos que los cardenales seamos dóciles a la acción del mismo Espíritu».
«Mejor volver a casa»
Al final, tras la bendición y despedirse de los fieles en perfecto italiano, estos le han dedicado una buena ovación. De nuevo algunos le han repetido sus buenos augurios para el cónclave y, a una sugerencia de uno de ellos sobre la futura elección, ha dicho y repetido varias veces: «Lo que Dios quiera, pero mejor volver a casa».
En un aparte con los medios de comunicación presentes, ha explicado que es una de las siete basílicas que en los años santos se visitan. «Esta basílica hasta el siglo XII se le llamaba de San Pedro y San Pablo porque hay la tradición de que aquí estuvieron los cuerpos de san Pedro y san Pablo. En una persecución muy fuerte y muy grave que hubo, los trajeron aquí y luego los trasladaron otra vez al sitio de origen».
Todos colaboramos
«Estamos por tanto todos los cardenales que el martes ya nos vamos a encerrar para elegir al santo padre, con nuestras parroquias respectivas, porque el santo padre, cuando nos hace cardenales, nos hace sus colaboradores más inmediatos y entonces nos da una parroquia –que no hacemos de párroco–, pero sí que nos vincula de alguna manera más a la diócesis de Roma, somos como el clero de la diócesis de Roma. Aquí tenemos a mi querido párroco, el padre Orazio, de los franciscanos conventuales, y debajo las catacumbas de San Sebastián, y si no me equivoco este era el lugar que se llamaba originariamente catacumbas, y el nombre de catacumbas ha pasado a todas las otras catacumbas», ha explicado a los periodistas.
«Yo confío –ha añadido- en que todas estas parroquias de Roma, vamos a elegir al obispo de Roma y al sucesor de san Pedro, y todas las iglesias y todas las parroquias hoy están rezando y rezarán todos los cristianos, porque el cónclave es esto, no solamente trabajamos los cardenales sino que hacemos trabajar a toda la Iglesia, extendida de Oriente a Occidente para que rece, y también hacemos trabajar al Espíritu Santo para que nos ayude y escojamos al papa mejor, para esta Iglesia de hoy y de mañana, y para el mundo de hoy y de mañana. Y espero que podamos ver cuanto antes –que podáis ver, porque estaréis fuera vosotros- la fumata bianca para el mejor papa que necesita la Iglesia y el mundo».
Una periodista le ha recordado que es su primer cónclave y si está nervioso, expectante, curioso… «Bueno debe haber de todo –ha respondido–. Un poco ner…, no nervioso, sino confiando totalmente en la ayuda del Señor, haciendo los deberes que tenemos que hacer, que hemos trabajado mucho estos días, y conociéndonos un poco más, viendo como está la Iglesia y el mundo, y después confiar en su ayuda. Dios nos ha dado un sano entendimiento para que pensemos, reflexionemos. Lo natural no queda suplido por lo sobrenatural, y entonces confiando mucho en que toda la Iglesia está rezando. Y esta es la Iglesia que vive y que se hace presente en los actos más importantes. Y el Espíritu Santo que nos asistirá continuamente».
El papa con toda la Iglesia
ZENIT le ha preguntado, puesto que lo ha repetido, si el rasgo de buen pastor es fundamental para el nuevo papa. «Claro –ha respondido- porque todos los cristianos tenemos que ser de alguna manera pastores ¿no? pero especialmente los que hemos recibido el sacerdocio, y los obispos y el papa. Un buen pastor como Jesucristo, como el evangelio de hoy, que es un evangelio precioso del padre con dos hijos, que somos todos nosotros pecadores, pero con un deseo de recibir el perdón de Dios. Y el papa hace presente también, con toda la Iglesia, este amor y esta misericordia y este perdón de Dios Nuestro Señor. El papa con toda la Iglesia, el solo tampoco lo puede hacer. Con toda la Iglesia, todo el episcopado, con todos los sacerdotes del mundo, con los religiosos y religiosas y con todos los laicos del mundo que son millones y millones».
Y ha concluido: «Esperamos elegir a un buen papa que sea un hombre de Dios que tenga un gran conocimiento de la Iglesia y del mundo, que conozca también los retos más importantes, que fundamentalmente es la evangelización, anunciar a Jesús y su evangelio a todos los hombres y mujeres de la humanidad, porque la Iglesia existe para evangelizar. Que sea un papa que nos ayude a toda la Iglesia a evangelizar. No lo tiene que hacer el solo, lo tenemos que hacer entre todos».