(ZENIT Noticias / Madrid-Buenos Aires, 05.07.2023).- El nuevo prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el Arzobispo Víctor Manuel Fernández, concedió una entrevista a un medio español en el que aborda temas polémicos en torno a su nombramiento.
El Arzobispo argentino refiere que recientemente envió una carta a todos los miembros del Dicasterio para la Doctrina de la Fe «diciéndoles que yo admiraba al Cardenal Ladaria como teólogo y también por su estilo de trabajo, que considero modélico, pero agregué que lo haría «a modo mío» como dice la canción italiana. Teniendo en cuenta el llamado del Papa a la sinodalidad, primero tendré que escuchar un poco antes de tomar decisiones, pero ciertamente hay consideraciones de la carta que el papa me envió que tendremos que aplicar de alguna manera».
El entrevistador, Javier Arias, le pregunta por qué pidió no ocuparse del tema de los abusos y a ello el neo-prefecto refiere que «porque no me consideraba adecuado para liderar el trabajo en el área disciplinar. Yo no soy canonista, y de hecho cuando llegué a La Plata tenía poca idea de cómo lidiar con estos asuntos. Es complejo porque en principio uno tiene que creerles a los que presentan acusaciones de abusos de menores, hay que creerles, y por otro lado no puede condenar al cura sin el debido proceso, que requiere tiempo. Y en el medio vienen todos los reclamos a los que uno tiene que responder diciendo lo menos posible para no interferir».
Sobre la experiencia al lidiar con casos de abusos durante su etapa como Arzobispo de La Plata añade: «En aquel momento yo me dejé guiar por los canonistas y fui aprendiendo, pero con enorme sufrimiento por el temor de ser injusto con uno o con otro. Te imaginas que tener que ir a Roma para ocuparme de eso era una tortura. Pero el Papa me dijo que, precisamente, lo que quería era que el Prefecto delegara esa tarea en la Sección disciplinaria, que se creó hace poco, porque tiene profesionales muy idóneos, y agregó: «te pido que como Prefecto dediques tu empeño personal de modo más directo a la finalidad principal del Dicasterio» relacionada con la fe, la Teología, la transmisión de la fe. En esto me sentía más seguro. Si «humildad es verdad», yo me siento seguro con mi saber teológico, aunque haya escrito muchos librillos de oraciones, o catequesis sencillas. Soy Teólogo y el Papa destaca en su carta que fui decano de Teología, presidente de la Sociedad argentina de Teología y Presidente de la Comisión episcopal de Fe y Cultura (doctrinal) siempre elegido en votación por mis pares. No fue por acomodo o por amistad con Bergoglio».
Otro tema abordado en la entrevista es la que dice relación con la afirmación vertida en una carta acerca de que el Santo Oficio (ahora Dicasterio para la Doctrina de la Fe) llegó a torturar y matar. A eso responde el entrevistado diciendo que «no podemos negar que hubo torturas y muertes. Sabemos que eso no puede juzgarse con criterios actuales. Lo reiteré en una entrevista periodística. Pero lo que está mal está mal y yo defiendo la moralidad objetiva. Si los condicionamientos históricos pueden disminuir la culpabilidad, y eso debe ser contemplado en nuestros juicios, no podemos negar que aquello era “objetivamente” malo. También sabemos que otros “tribunales” de la época eran mucho más crueles e inmorales que la Iglesia Católica, aun los de otras confesiones cristianas, pero lo que está mal está mal».
El sínodo alemán es otro de los temas sobre los que se le pregunta al nuevo prefecto de la Doctrina de la Fe. A la interrogante de cómo pretende abordar ese problema Mons. Fernández reconoce que «Los alemanes siempre llaman la atención, y en mi estilo de Arzobispo no ha estado presente esa preocupación por ordenar mujeres o cosas por el estilo. Evidentemente ahora me corresponde ponerme al día en el asunto, escuchar, conversar, consultar. Por lo pronto, debo decirle que no creo que no haya algo bueno en esta “movida” alemana. Una vez el Cardenal Ladaria me dijo que ojalá hubiera algún hereje que nos obligue a profundizar más la fe. Esta cuestión histórica algo nos dejará de bueno, aunque pueda ser necesario pulir cosas, precisarlas, madurarlas».
La «bendición a parejas homosexuales» es otra pregunta. «¿Está ud de acuerdo?», le preguntan desde InfoVaticana. Y a eso contesta: «Mire, así como estoy firmemente en contra del aborto (y lo desafío a que encuentre alguien en Latinoamérica que haya escrito más artículos que yo en contra del aborto), también entiendo que «matrimonio» en sentido estricto es sólo una cosa: esa unión estable de dos seres tan diferentes como son el varón y la mujer, que en esa diferencia son capaces de engendrar nueva vida. No hay nada que pueda compararse con eso y usar ese nombre para expresar otra cosa no es bueno ni correcto. Al mismo tiempo creo que hay que evitar gestos o acciones que puedan expresar algo diferente. Por eso pienso que el mayor cuidado que hay que poner es en evitar ritos o bendiciones que puedan alimentar esa confusión. Ahora, si una bendición se da de tal manera que no provoque esa confusión, habrá que analizarlo y confirmarlo. Como verá, hay un punto en que se sale de una discusión propiamente teológica y se pasa a una cuestión que es más bien prudencial o disciplinar».
Dado que uno de los temas candentes que han salido a la luz a raíz del nombramiento del nuevo prefecto es el libro dedicado al tema de los besos, le preguntan si se arrepiente de haberlo escrito: «No. Cualquier teólogo, biblista o literato sabe que para interpretar un texto es clave situarse con claridad frente su género propio y no pedirle lo que no puede dar. Ese es un libro que hice junto con un grupo de jóvenes cuando yo era un párroco muy joven. Y el tema de ese libro es profundamente conservador. ¿Sabe por qué? Porque respondía a la preocupación de esos jóvenes -muy bien formados por mí- de aprender a explicarles a otros jóvenes por qué hay que evitar las relaciones prematrimoniales. Fíjese usted qué progre era el objetivo del libro».
Y agrega: «Pues bien, conversando y conversando se nos ocurrió destacar que el sexo no es todo, que si uno lo pospone puede desarrollar muchas otras formas de expresión del amor y crecer en ese amor. Entonces, como ejemplo de una de esas expresiones de afecto que puede haber sin necesidad de llegar al sexo, estaba el beso. Así, junto con ellos hicimos una encuesta a otros jóvenes, buscamos poemas y fuimos armando esta catequesis. No era un manual de Teología, era un intento pastoral del cual no me arrepentiré nunca. Por supuesto que hoy no escribiría algo así, ya tengo 60 años y empiezo a prepararme para la vida eterna. De hecho, poco después pedí a la editorial que no lo reimprimieran. ¿No le parece de mala lecha tomar ese librito, usar frases sueltas de ese opúsculo pastoral juvenil para juzgarme como teólogo?».
La entrevista concluye haciéndole notar la controversia que generó su nombramiento en algunos ámbitos. Sobre qué les diría puntualiza: «Estas tareas también pueden reconfigurarse, y el Papa tiene derecho a darle otro rostro. ¿No le parece bien a usted que alguna vez en la historia ocupe ese puesto un latinoamericano que haya sido párroco de periferias, que haya crecido en un pequeño pueblo del interior, con sensibilidad cercana al dolor de los descartados de la sociedad, con una historia de vida muy distinta a la de un europeo o estadounidense, pero que a la vez es doctor en Teología? Una vez más, le digo que aprenderé de la historia, respetaré los procesos, dialogaré, pero lo haré “a modo mío”».