Después de París, también Washington sale a la calle a favor de la vida. Hoy se esperan más de 10.000 peregrinos al Santuario nacional de la Inmaculada Concepción para la Vigilia anual de oración que celebra la Marcha por la Vida. En su 41ª edición, la manifestación es ya una cita tradicional para la Iglesia americana para recordar el aniversario de la sentencia “Roe vs Wade” de la Corte Suprema que legalizó el aborto en EEUU en 1973.
La misa de apertura será presidida por el cardenal Sean O’Malley, arzobispo de Boston, quien también es presidente de la Comisión episcopal para las actividades pro-vida. El purpurado, en días pasados, explicó que la sentencia de 1973 representa el ejemplo más evidente de lo que el papa Francisco ha definido como «cultura del descarte». «Nuestra sociedad relega el aborto a una cuestión de elección personal, negando a menudo incluso el reconocimiento de la dignidad humana de los niños no nacidos», afirmó.
La vigilia continuará a partir de medianoche en la cripta del Santuario con diferentes momentos de oración y espiritualidad: confesiones, rezo del Rosario, oración nocturna y la exposición del Santísimo Sacramento. Mañana por la mañana se celebrará la misa de clausura, a las 7:30 am, presidida por monseñor Charles Chaput, arzobispo de Filadelfia, antes de la marcha directa a la Corte Suprema, organizada por varias organizaciones pro-vida.
Una sentido llamamiento para asistir al evento fue lanzado por el arzobispo Joseph E. Kurtz, presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, que publicó en su blog las razones por las que vale la pena asistir a la marcha en Washington.
«Marchamos en recuerdo de quien ha caído por el aborto», escribe el prelado, «marchamos por los niños sin voz, para defender su derecho a la vida. Sobre todo por aquellos que, como mi hermano Georgie, han nacido con síndrome de Down y cuyas vidas son demasiado a menudo consideradas indignas de ver la luz del día».
«Marchamos por las mujeres que habiendo considerado el aborto, a través de nuestro interés por sus necesidades, encontrarán la fuerza de elegir la vida», continúa Kurtz e invita también a marchar «en solidaridad con las madres que están sufriendo el post-aborto, que están trabajando por el día en que ninguna mujer deba sufrir como ellas». Finalmente, concluye: «marchamos en acción de gracias por las madre biológicas que, a pesar de las muchas adversidades, han dado a sus hijos el don de la vida y una familia adoptiva para hacerles crecer».
El arzobispo recuerda además que, en los 41 años de la ley Roe vs. Wade, «más de 55 millones de niños inocentes han perdido la vida por el aborto en los Estados Unidos». «Innumerables madres, a menudo sufriendo física, emotiva y espiritualmente son abandonas en el silencio», observa el prelado, y junto a ellas – añade – sufren también otras personas: «los hombres que han perdido su paternidad, los abuelos a los que les faltan sus nietos y los niños privado de hermanos…».