ROMA, miércoles 19 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Los cristianos de Hyderabad, una ciudad en la provincia de Sindh, al sur de Pakistán viven sumidos en el temor desde que estallaran las protestas contra la difusión de la película que ridiculiza al profeta Mahoma.
Según informa la agencia vaticana Fides, las marchas de protesta enfurecidas por la difusión de la película blasfema sobre Mahoma, “La inocencia de los musulmanes”, se suceden desde hace tres días y han puesto la mira en edificios e instituciones cristianas.
El padre Samson Shukardin OFM, vicario general de la Diócesis y Director de la Comisión diocesana “Justicia y Paz”, declaró que “la situación es tensa, y entre los cristianos, existe una gran preocupación y temor. Mañana está prevista otra manifestación. Los radicales dicen que no se detendrán hasta que la película no sea prohibida en la web y sus autores castigados”.
En la tarde del domingo, 16 de septiembre, más de 8.000 musulmanes radicales salieron a las calles gritando consignas anti-cristianas, quemando cruces, tratando de atacar a las instituciones cristianas. La multitud se acercó a la catedral católica de San Francisco Javier, tirando piedras y rompiendo las vidrieras de la iglesia, protegida por una muralla. Desde los pisos superiores de algunas casas cercanas dispararon contra la puerta de la catedral que estaba cerrada atemorizando a los fieles que ni pudieron asistir a la misa vespertina. Una religiosa y su conductor, el laico católico Amir Masih, que querían entrar con el coche en el complejo, fueron amenazados y el conductor herido por un disparo en la pierna ahora está en el hospital.
“Y todo esto a pesar de que todos los líderes y los fieles de las minorías religiosas, entre ellos el obispo de Hyderabad Max John Rodrigues, han participado en una manifestación de solidaridad hacia los musulmanes en el centro de la ciudad, para condenar la película blasfema”, señala el padre Shukardin.
Ayer, 17 de septiembre, una marcha de protesta trató de forzar la puerta del hospital católico Santa Isabel, un centro de excelencia de la ciudad. No sucedió nada gracias a un grupo de jóvenes cristianos y musulmanes que defendieron el hospital, así como la policía que desplegó dos patrullas de agentes cerca del mismo. Muchos ciudadanos defendieron el centro impidiendo que fuese violado y saqueado.