CIUDAD DEL VATICANO, lunes 11 de enero de 2010 (ZENIT.org).- Finalizó el tiempo de navidad. En las ceremonias litúrgicas celebradas durante este tiempo litúrgico en el Vaticano, además del Papa y los concelebrantes, hubo también un grupo de personas que trabajaron arduamente para que estas ceremonias resultaran más bellas y solemnes.
Se trata del coro “Capilla musical sixtina”, compuesto por 55 voces masculinas infantiles y adultas. El coro fue fundado en el siglo VI bajo el pontificado de San Gregorio Magno el nombre de Schola Canotum Romana.
ZENIT habló con su director monseñor Giuseppe Liberto, nacido en Chiusa Sclàfani (Palermo), al sur de Italia. Este músico profesional, con una amplia producción artística en la que expresa la búsqueda de la interpretación de la Reforma Litúrgica del Concilio Vaticano II, dirige el coro desde 1997, por nombramiento del papa Juan Pablo II.
Durante sus casi 15 siglos de existencia, el coro Capilla musical sixtina ha tenido muchísimas variaciones. Su labor ha sido interrumpida en momentos de crisis dentro de la Iglesia, como el cambio de la sede a Avignon (1309 – 1377). En 1471 recibió el nombre actual, con el papa Sixto IV quien reorganizó el colegio de cantores papales.
El coro actual
El actual coro está compuesto por 20 cantantes adultos y 35 “Pueri Cantores”, que son niños entre 10 y 14 años, que cursan entre cuarto elemental y segundo de media, edad en la que normalmente les cambia el tono de la voz. Monseñor Liberto los llama “los pequeños profesionales de la música”. Esta sección del coro fue instituida en 1956 con el entonces director Domenico Bartolucci.
“La liturgia del Papa, la liturgia de San Pedro debe ser una liturgia ejemplar para el mundo”, afirma monseñor Liberto. “Por ello es tan importante, que la Capilla sixtina sea un ejemplo de cómo se debe dar belleza en el canto para la alabanza a Dios”.
Cada año en septiembre hay un cambio en la sección Pueri cantores. Salen los niños de mayor edad y entran los más pequeños, que son admitidos después de un riguroso proceso de selección, por el que pasan aproximadamente 700 candidatos, procedentes generalmente de los coros de las parroquias de Roma.
Después de haber estudiado por un año canto, música, solfeo y técnica vocal, comienzan el proceso de inmersión en el coro. “Es siempre un trabajo continuo y constante, fatigador pero fascinante”, añade monseñor Liberto.
Los niños intercalan así su actividad musical con sus estudios académicos. Para ello existe un pequeño colegio denominado Schola Puerorum della Cappella Sistina al que sólo ellos pertenecen, que comprende los últimos años de escuela elemental y la escuela media. Los niños, además de los cursos normales de matemáticas, ciencias naturales o geografía, estudian allí solfeo, música y técnica vocal.
El colegio se encuentra en el primer piso del edificio donde ensayan. La sede de este coro está situada en el centro de Roma, detrás de la iglesia San Andrés del Valle. Ensayan tres veces a la semana durante dos horas y cuando vienen épocas de mucha actividad litúrgica, como la que acaba de finalizar, las pruebas se intensifican.
Por su parte, las 20 voces adultas están clasificadas en cinco bajos, cuatro barítonos cinco tenores y seis tenores primeros. Estas voces no cambian constantemente como sucede con los menores.
Para monseñor Liberto, su cargo como director, más que un honor es un servicio a la Iglesia. “La Capilla sixtina es la capilla del Papa. No es la capilla del director que la usa y abusa de ella como quiere”, dice.
Aunque la principal misión del coro es cantar en las misas pontificias, también realizan algunas giras en el exterior y en otras ciudades italianas donde se presentan en concierto. Han estado en Japón, Hungría, Malta, España, Alemania entre otros países. En Italia han visitado ciudades como Asís, Florencia, Loreto y Verona.
“El concierto es esta catequesis en el interior de las diócesis. El programa está siempre en relación con el patrimonio musical de la Capilla, que consiste fundamentalmente en cantos gregorianos, polifónicos, palestrinos del siglo XVI, y luego polifonía y música sólo de maestros de la Capilla sixtina”, indicó monseñor Liberto.
Algunos miembros de la sección de adultos pasaron en su infancia por el Pueri cantoris. Tres de ellos tienen también a sus hijos en el coro. Un ambiente familiar y especialmente de mucha disciplina es el que se vive en el aula Pío XII, el lugar donde ensayan los cantores. Decorado con fotografías de diferentes pontífices y de afiches promocionales de los conciertos que han ofrecido en los últimos años.
Finalizando su diálogo con ZENIT monseñor Liberto mira el reloj, ve que se acercan las doce del día: hora del ensayo. Comienzan a llegar, uno a uno, los cantores adultos. Luego llegan los niños, todos juntos, después de terminar la jornada escolar. Empiezan a calentar sus dulces voces con técnicas de “boca chiusa”.
Las voces de la Capilla musical sixtina invitan al recogimiento, a la reflexión y a la oración en medio de las liturgia precedidas por el Santo Padre. Melodías sacras que, como les dijo una vez el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de estado vaticano, deben estar “a la altura del gran misterio que se celebra”.
Por Carmen Elena Villa