CIUDAD DEL VATICANO, lunes 11 de enero de 2010 (ZENIT.org).- La protección del medio ambiente no se puede oponer a la de la vida humana. Así lo afirmó Benedicto XVI en su tradicional discurso al Cuerpo Diplomático, que tuvo lugar en la Sala Regia del Palacio Apostólico Vaticano.
El Papa centró su discurso en la cuestión del deterioro del medio ambiente, en línea con su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero, subrayando que dicho deterioro tiene “causas morales”, en la “vigente mentalidad egoísta y materialista, que no tiene en cuenta los límites inherentes a toda criatura”.
“Quisiera subrayar hoy que dicha mentalidad amenaza también a la creación”, afirmó.
En este sentido, mostró su “gran preocupación” por “la resistencia de orden económico y político a la lucha contra el deterioro del ambiente”, que pudieron constatarse en la Cumbre de Copenhague del pasado mes de diciembre.
En este sentido, rebatió tajantemente la idea, que resonó en dicha cumbre, de utilizar el control de la población como supuesta solución a los problemas medioambientales.
“Si se quiere construir una paz verdadera, ¿cómo se puede separar, o incluso oponer, la protección del ambiente y la de la vida humana, comprendida la vida antes del nacimiento?”, se preguntó.
El Papa advirtió que “en el respeto de la persona humana hacia ella misma es donde se manifiesta su sentido de responsabilidad por la creación. Pues, como enseña santo Tomás de Aquino, el hombre representa lo más noble del universo”.
Ademas, subrayó, recordando su discurso ante la FAO en la Cumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria, el pasado 16 de noviembre, que “la tierra puede alimentar suficientemente a todos sus habitantes”, con tal de que “el egoísmo no lleve a algunos a acaparar los bienes destinados a todos”.
En este sentido, mostró su esperanza de que en las próximas cumbres de Bonn y México sobre el Medio Ambiente, sea posible llegar a un acuerdo en los órdenes económico y político “para afrontar esta cuestión de un modo eficaz”.
“Se trata de algo muy importante puesto que lo que está en juego es el destino mismo de algunas naciones, en particular ciertos Estados insulares”, añadió.
Por otro lado, subrayó que el deterioro del medio ambiente supone un problema de “gran complejidad”.
“Las criaturas son diferentes unas de otras y, como nos muestra la experiencia cotidiana, se pueden proteger o, por el contrario, poner en peligro de muchas maneras”.
En este sentido, denunció que “uno de estos ataques proviene de leyes o proyectos que, en nombre de la lucha contra la discriminación, atentan contra el fundamento biológico de la diferencia entre los sexos”.
La libertad del hombre, señaló el Papa, “no puede ser absoluta, ya que el hombre no es Dios, sino imagen de Dios, su criatura”.
“Para el hombre, el rumbo a seguir no puede ser fijado por la arbitrariedad o el deseo, sino que debe más bien consistir en la correspondencia con la estructura querida por el Creador”, concluyó.
[Por Inma Álvarez]