CIUDAD DEL VATICANO, domingo 26 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Si durante la reciente crisis, la política se movilizó para ayudar a los bancos, pues eran «demasiado grandes como para fracasar», con mas razón tendrá que hacerlo a favor de los pueblos que sufren hambre y pobreza, asegura el portavoz vaticano.
El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ha hecho un análisis del histórico discurso que pronunció Benedicto XVI en el Westminster Hall de Londres, el 17 de septiembre, al mundo político, social, académico, cultural y empresarial británico, a la luz de la reciente cumbre de la ONU sobre el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
En el Reino Unido, el pontífice recordó que los gobiernos intervinieron de forma masiva e inmediata para salvar instituciones financieras muy importantes que estaban al borde del fracaso.
«Se consideró necesario intervenir destinando sumas enormes –recordaba el Papa – porque estas instituciones eran ‘demasiado grandes como para que fracasen’ («Too big to fail»)».
Sin esta intervención económica, se explicó, «la economía de los países interesados hubiera sufrido graves daños».
Según explica su portavoz en el último editorial de «Octava Dies», semanario del Centro Televisivo Vaticano, el Papa quería decir que «si han sido capaces de esas intervenciones para salvar grandes instituciones financieras, ¿por qué no se aplica lo mismo también cuando se trata del desarrollo de los pueblos de la tierra, del hambre y de la pobreza?».
«¡Éste sí que es en verdad un objetivo ‘demasiado grande como para que fracase’!», subraya el director de la Oficina de Información de la Santa Sede.
«Desde esta perspectiva –añade– se debe enfocar la cumbre de Nueva York sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio», celebrada
«Ciertamente, se darán distintas valoraciones –reconoce Lombardi–. La empresa es ciclópea y es un llamamiento a la colaboración, no sólo a los gobiernos, sino también a todas las fuerzas activas de la sociedad, tanto del mundo desarrollado como del que está en vías de desarrollo».
El sacerdote jesuita recuerda que la Iglesia en las diferentes partes del mundo está comprometida en este campo «a la luz de una perspectiva espiritual y moral, consciente y atenta a los valores fundamentales, bien delineados en la encíclica Caritas in veritate.
Como reiteraba en Nueva York el representante de la Santa Sede, el cardenal Peter Turkson, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, «la persona humana debe ponerse en el centro de la investigación para el desarrollo, no debe ser vista como un peso, sino como parte activa de la solución».