Por Renzo Allegri
ROMA, viernes 17 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Este viernes, Benedicto XVI realizó una visita de cortesía al arzobispo de Canterbury, que es el Primado de la Comunión Anglicana, Su Gracia Rowan Williams, en el Lambeth Palace. Este es un encuentro que tendrá ciertamente un gran peso en el futuro, aunque no inmediatamente.
El actual viaje a Inglaterra del Papa Ratzinger tiene, en su esencia, el objetivo de la unidad, de la reconciliación con la Iglesia Anglicana. Este ha sido ciertamente el tema de las conversaciones de Benedicto XVI, sobre todo con Rowan Williams, actual arzobispo de Canterbury y desde hace siete años Primado de la Comunión Anglicana.
El arzobispo Williams no es un personaje muy conocido fuera de Inglaterra. Galés de 60 años, es considerado uno de los hombres más cultos de nuestro tiempo. Conoce y habla ocho lenguas.
Licenciado en Filosofía y en Teología, ha pasado gran parte de su vida como profesor en dos de las universidades inglesas más importantes, la de Cambridge y la de Oxford.
Desde 1981 está casado con Jane Paul, también teóloga y profesora universitaria, con la que ha tenido dos hijos.
La formación religiosa del arzobispo tiene características muy especiales. Es fruto de amor y conocimiento de las distintas formas en las que, a lo largo de los siglos, ha estado dividida la religión cristiana.
Procede de una familia de luteranos-jansenistas, que han dado las bases a su fe religiosa. Pero de joven quiso ser educado en la tradición anglo-católica, y después, de adulto, se apasionó por el estudio de la tradición ruso-ortodoxa. El ecumenismo es, por tanto, un elemento connatural de su espíritu.
Una característica bastante sorprendente de este personaje la constituye el hecho de que él es, también, uno de los grandes poetas de nuestro tiempo. Se le cuenta entre los clásicos modernos como Thomas Stearns Eliot, por ejemplo. Sus obras forman parte ya de la historia de la literatura inglesa.
En Italia no hay más que una sola recopilación de sus poesías, publicada recientemente por la Editorial Ancora, con el título La dodicesima notte [La duodécima noche, n.d.t.], un librito que muestra de una manera magnífica el gran talento de este autor.
Las poesías están precedidas por una amplia y documentada nota introductoria del padre Antonio Spadaro, jesuita, experto del sector Literatura de Civiltà Cattolica, la prestigiosa revista de los jesuitas, que cumple este año 140 años y es la más antigua de las que existen actualmente en el panorama cultural italiano.
En su ensayo, que se titula Cómo leer la poesía de Rowan Williams, el padre Spadaro muestra inmediatamente que no se trata de “una poesía religiosa o teológica en sentido estricto”.
“La teología recoge la experiencia del mundo del autor y la compenetra de significados y de resonancias profundas”.
Leer los versos del arzobispo de Canterbury es una “empresa ardua y difícil”, explica el padre Spadaro, pero precisamente porque el autor es un verdadero artista, que usa un lenguaje rico en símbolos y afronta las temáticas más dramáticas de la humanidad de nuestro tiempo, reviviéndolo en el enfoque de lo sobrenatural.
El resultado es una mezcla de encanto extraordinario, que turba, impresiona, implica. Un verdadero poeta, por tanto.
Y este artista se encontrará frente a otro gran intelectual, Joseph Ratzinger, que ya en el tiempo del Concilio Vaticano II, cuando tenía poco más de 35 años, era considerado uno de los hombres más cultos de Europa.
Gran teólogo, pero también gran humanista. Apasionado de la música clásica, profundo conocedor y amante de las obras maestras sinfónicas de los compositores europeos, y él mismo pianista.
Dos teólogos, que son dos artistas, debatirán sobre los problemas que afectan al hombre y a Dios. Y lo harán como teólogos, pero ciertamente también como artistas. Con un estilo, por tanto, inédito, como sugiere la palabra escogida por Benedicto XVI para su visita a Gran Bretaña: El corazón habla al corazón.
¿Cuál será el resultado? Quizás no lo sabremos por las crónicas de los eventos de estos días. Pero podría ser sorprendente y bastante superior a toda expectativa.
[Traducción del italiano por Patricia Navas]