SYDNEY, lunes 7 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Australia es el centro de un tráfico de miles de mujeres de Asia, Europa del este y Sudamérica. La organización católica australiana ACRATH lucha contra una industria del sexo que mueve miles de millones de dólares. En un reciente encuentro la misma ha sido definida como “la fuerza más destructiva contra las mujeres de todo el mundo”.
Cada año, hacia Australia, se verifica un tráfico de miles de mujeres provenientes de Asia, Europa del este y de Sudamérica.
Para obtener el “privilegio” de migrar al país, deben ofrecer sus “prestaciones” a 6 o 10 hombres por noche, hasta pagar su deuda de quince mil dólares. De este modo, a lo largo del primer mes, son obligadas a “servir” gratis a 800 hombres. Es frecuente que no solo vengan desvestidas en modo violento, sino también privadas de sus derechos y de su dignidad.
La organización australiana ACRATH (Australian Catholic Religious Against Trafficking in Humans) es una de las principales que luchan por liberar a las mujeres de la industria del sexo, informa la agencia Fides.
Según las estadísticas, el tráfico de seres humanos constituye la tercera industria criminal más grande en el mundo, superada solamente por la de las armas y el narcotráfico. Naciones Unidas calcula que la trata de personas produce 32.000 millones de dólares al año a los traficantes.
Según ACRATH, en 2003, fue establecida en Australia una estrategia contra este tráfico, con una financiación inicial de veinte millones de dólares en cuatro años. Otros 38,3 millones de dólares fueron destinados al presupuesto de 2007/2008, incluyendo 26,3 millones para las nuevas iniciativas.
Mientras tanto, la conciencia de este grave problema ha disminuido. Son pocas las personas conscientes de la enorme cantidad de mujeres que son vendidas en esta industria, con frecuencia totalmente inconscientes de cómo serán obligadas a pasar su vida.
Por otro lado, son muchos los que sostienen que la legalización de la prostitución reforzaría a cuantos trabajan en esta industria; con controles que permitirían mejorar las condiciones del trabajo.
El periodista y autor canadiense, Victor Malerak, actualmente de viaje por Australia, piensa de modo distinto. “Hoy las mujeres explotadas en la industria del sexo son llamadas ‘libres profesionales’, pueden aparentemente escoger sus condiciones de trabajo, y no tienen suficientes garantías de tutela”.
En un encuentro auspiciado por la ONG Collective Shout and the Salvation Army (Grito Colectivo y el Ejército de Salvación), el periodista dijo claramente que “la industria del sexo constituye la fuerza más destructiva contra las mujeres de todo el mundo”.