Lo que los ortodoxos esperan de Benedicto XVI en Chipre

Entrevista con el famoso teólogo ortodoxo Theodor Nikolaou

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ROMA, viernes 4 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- La primera celebración prevista del Papa Benedicto XVI a su llegada a Chipre, ha estado bajo el signo del ecumenismo. A causa de su antigua independencia, la Iglesia de Chipre tiene a sus espaldas un camino largo y movido.

Mañana sábado, en la sede episcopal ortodoxa de Nicosia, el Pontífice hará una visita de cortesía a su Cabeza, el arzobispo Crisóstomo II. Ambos firmaron el 16 de junio de 2007 una declaración conjunta, subrayando muy claramente su voluntad de caminar hacia la unidad plena.

Por ello hay motivos suficientes para considerar por un lado la historia y el presente de la Iglesia en Chipre, y por otro lado, los retos del ecumenismo.

ZENIT entrevistó sobre este tema al profesor Theodor Nikolaou, que fue hasta 2005 titular de la cátedra de Teología ortodoxa en la Universidad Ludwig-Maximilians en Münich, y a continuación director en la misma universidad, y que es el representante internacional más autorizado en este ámbito. Alemán de origen griego, habló muy abiertamente de las expectativas ortodoxas sobre la visita de Benedicto XVI a Chipre.

-En el año 431 la Iglesia de Chipre recibió la independencia del patriarcado de Antioquía. ¿Qué significado tiene?

Theodor Nikolaou: Contrariamente a la opinión corriente, según la cual en el 431 la Iglesia de Chipre obtuvo su independencia de Antioquía, parece hoy cierto, según nuevas investigaciones, que la Iglesia de Chipre, ya a finales del siglo IV como provincia de la diócesis de Oriente era también provincia de la Iglesia a nivel metropolitano, cuyos obispos elegían y ordenaban a su propio Metropolita. Esto significa que ésta era ya independiente y regulaba responsablemente sus propios asuntos. En el 431 y durante el tercer Concilio ecuménico hubo sencillamente una confirmación de esta situación. La ocasión la ofreció el hecho de que, con la introducción del sistema del patriarcado en la Iglesia, el Patriarca de Antioquía intentó extender sus derechos patriarcales sobre la circunscripción metropolitana de Chipre.

Con el reconocimiento de la independencia de la Iglesia de Chipre se confirmó también el principio religioso según el cual las provincias eclesiásticas se adecuan a las circunstancias políticas y la independencia, en el sentido de Iglesias independientes comunicantes entre sí, constituye la estructura fundamental de la Iglesia. En la época no existía un Obispo cuya jurisdicción se extendiera sobre la Iglesia global; esto sucedió en el transcurso de un desarrollo sucesivo del papado, o mejor de una reforma de Occidente.

-Durante el dominio latino sobre la isla, la jerarquía ortodoxa se encontró en un estado de opresión. ¿Cómo se restableció después la jerarquía? ¿Cómo se llegó al título de etnarca?

Theodor Nikolaou: La jerarquía ortodoxa no fue solo oprimida, sino directamente eliminada. A raíz de las Cruzadas, en particular de la tercera Cruzada, la isla fue ocupada en 1191 por Ricardo I Corazón de León. Fue entonces cuando comenzó para Chipre la época del “dominio franco” que duró hasta 1571 (al final bajo los venecianos). El dominio extranjero, que duró casi 400 aos, fue muy gravoso para la Iglesia de Chipre. Poco después de la ocupación fueron ordenados allí cuatro obispos latinos. Los obispos ortodoxos, cuyo número pasó de 14 a 4, recibieron su ordenación a través de un decreto del Papa Inocencio III de mano de los obispos latinos.

La Bulla Cypria, emanada en 1260 por el Papa Alejandro IV, estableció por ley la disolución de la Iglesia de Chipre. Las pocas diferencias dogmáticas entre ortodoxos y católico-romanos fueron en aquellos tiempos agigantadas por el odio. Este fue el motivo por el que los chipriotas consideraron una liberación la toma de la isla por parte de los turcos en 1571. Bajo los turcos, la Iglesia de Chipre tuvo de hecho un mejor trato y la posibilidad de recuperarse. Esto sucedió sobre todo a lo largo del siglo XVII, cuando el arzobispo de Chipre obtuvo los mismos privilegios políticos y religiosos del Patriarca de Costantinopla (portavoces del pueblo, derecho de apelación, etc.). Como al Patriarca de Costantinopla le correspondió el título de Etnarca para todos los cristianos ortodoxos en el Imperio otomano, así también el arzobispo de Chipre se convirtió en Etnarca para los cristianos de la isla. Con todo en esta cuestión no faltan tensiones.

-¿Cuál es el papel político de la Iglesia de Chipre hoy?

Theodor Nikolaou: La Iglesia según los ortodoxos no mira a un papel político. Su relación con el Estado debe ser la del allanamiento y de la comprensión recíproca. El tema más importante para la Iglesia es el cuidado de las almas y la salvación del alma de los cristianos. En este espíritu la Iglesia de Chipre no tiene hoy ningún papel político, sobre todo en cuanto que la República de Chipre es miembro de la Unión Europea. Pero como usted sabe, casi la mitad de la isla fue ocupada en 1974 por los turcos. Los cristianos ortodoxos de los territorios ocupados abandonaron sus casas y sus iglesias; en muchos casos han asistido a la destrucción de los edificios de sus iglesias y a la venta en los mercados mundiales de sus iconos. Es natural que en estos casos la Iglesia haya cuidado de las personas con sistemas pacíficos y ofreciéndoles consuelo. Pero no se trata de interferencia política.

-¿A qué problemas nacionales debe poner atención el Papa durante su visita?

Theodor Nikolaou: De cuanto he dicho antes, parece evidente que las dificultades que podría tener el Papa en su visita a Chipre no son de carácter nacional. Yo no me permitiría dar consejos al Papa Benedicto XVI. La dura historia entre el papado y la Iglesia de Chipre que he ilustrado antes la toma el Papa muy a pecho, y desde mi punto de vista es posible que él – como ya hizo en Grecia hace algunos años su predecesor Juan Pablo II – pida perdón por las traumáticas y malas experiencias vividas por los cristianos ortodoxos a causa de los cristianos de la Iglesia católica romana.

-¿De qué podrían discutir juntos el arzobispo Crisóstomo II y el Papa Benedicto XVI cuando se encuentren?

Theodor Nikolaou: Creo que el tema prioritario que aforntarán el arzobispo Crisóstomo II y el Papa Benedicto XVI tendrá que ver con las relaciones entre la Iglesia ortodoxa y la Iglesia católica romana. Es obvio que el diálogo católico-ortodoxo está en fase de estancamiento.

El mayor obstáculo a este diálogo son – como ya reconoció Pablo VI – los dogmas papales. Y precisamente para eliminar estas dificultades ambos líderes religiosos y todos los cristianos deberán realizar notables esfuerzos. Personalmente, ya hace cinco años, expuse en una entrevista la opinión de que el Papa Benedicto XVI es el máximo conocedor de esta problemática. Él sabe perfectamente que la Iglesia ortodoxa no reconocerá en ningún caso los dogmas papales en su actual formulación. La pregunta por ello es cuál puede ser su contribución en el sentido de un nuevo acercamiento a esta problemática. Una contribución semejante podría provenir del propio Papa.

Por ejemplo, un primer paso importante podría ser la acentuación de la importancia del papel de la Iglesia y de la colegialidad de los Obispos, dos aspectos revalorados en el Vaticano II. Estos impulsos deberían por ello provenir del Papa, porque no creo que la Comisión católico-ortodoxa sea capaz de resolver el “nudo gordiano” de los dogmas papales. En cualquier caso, el Papa y el arzobispo Crisóstomo pueden manifestar su resolución al diálogo y a realizar todo esfuerzo posible cada uno dentro de su propia Iglesia. En este sentido, el Papa Benedicto XVI jugará un papel decisivo.

-¿Cual es la dimensión ecuménica global del encuentro entre ambos?

Theodor Nikolaou: Una dimensión ecuménica global podría manifestarse en el
reconocimiento por parte de ambas confesiones (la ortodoxa y la católica romana) que es necesario mucho valor para alcanzar la unidad de la Iglesia querida por Dios. Que Dios pueda dar a ambos, el Papa y el arzobispo, y a todo cristiano responsable, este valor. O llegamos, con la ayuda de Dios, al acercamiento y a la reunión de las Iglesias, o tendrá lugar una desmembración ulterior de la Iglesia a nivel mundial. Pero esto es contrario a la voluntad de Dios.

[Entrevista realizada por Michaela Koller, traducción de ZENIT]

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ZENIT Staff

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