SAN PAOLO, martes 14 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Para ssan Pablo, “la liturgia que realmente Dios acepta es ponernos enteramente al servicio del proyecto divino vivido por Jesús, el Hijo de Dios”, explica el responsable para la liturgia de la Conferencia Nacional de los Obispos del Brasil (CNBB).
En una conferencia durante la Semana Teológica del Instituto de Teología y Filosofía “Santa Teresina de la diócesis de São José dos Campos (Brasil), hace dos semanas, el padre Carlos Gustavo Haas habló de la influencia de la teología paulina en la liturgia.
Al inicio de su intervención, el sacerdote recordó la epistemología del término liturgia, derivado del griego “leitourgía”, que puede entenderse como “servicio público”, citando la definición de la constitución sobre la Sagrada Liturgia del Concilio Vaticano II Sacrosanctum Concilium, que afirma que la liturgia está considerada como “el ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo”.
“Pablo usa la palabra ‘liturgia’ para hablar de prestación de servicio. Por esto, para él, la palabra ‘liturgia’ implica compromiso social, compromiso con la vida, con la caridad. En Jesucristo, lo que vale es la fe que actúa por amor”, explicó el sacerdote.
Pablo afirma que Dios le ha dado la gracia de ser «liturgo» o «ministro de Jesucristo ante los paganos”, prestando un servicio sacerdotal al Evangelio de Dios.
Según el padre Haas, además de las consideraciones sobre el significado de la liturgia como servicio, san Pablo aporta una gran contribución a lo que se entiende por culto espiritual.
En Romanos 12, afirma: “Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual”.
“Para Pablo, la liturgia que realmente Dios acepta es ponernos enteramente al servicio del proyecto divino, vivido por Jesús, el Hijo de Dios”, subraya.
“Es muy fácil vivir una liturgia del templo, una liturgia de la Iglesia como templo. Pero es muy difícil hacer de nuestra vida una hostia viva, santa, agradable a Dios”, admitió.
El responsable de la CNBB explicó que el término “culto” tiene una raíz latina que significa “cultivar”. “¿Qué significa dar culto a Dios?”, se pregunta. Significa “cultivar cada día, en la celebración y en la vida, lo que Dios es. El culto es un compromiso, a ejemplo de Jesús”.
“Muchas Misas, bautismos y bodas han sido y son aún oportunidades más para justificar los esquemas de este mundo que para cultivar la voluntad de Dios”.
“A veces cultivamos lo que queremos, lo que deseamos, lo que pensamos, y no cultivamos, no prestamos culto a Dios. En lugar de servir a Dios, nos servimos de Dios. Y esta es la advertencia que san Pablo nos deja”, observó.
Para el padre Haas, la liturgia “debe llevarnos a hacer precisamente lo que san Pablo dijo en Gálatas 4: hacer que Cristo se forme en nosotros, en mí, en tí”.
El Año Litúrgico es esto, “un modo fantástico para que la gente cultive los sentimientos de Jesucristo que son celebrados” durante este periodo.
“La Iglesia no tiene un calendario litúrgico, sino un Año Litúrgico, que es un itinerario que la gente sigue domingo tras domingo, semana tras semana, cultivando esta Palabra, y ella penetra, transformando la vida de la gente”.
“No es devoción; es cultivar, para que podamos convertirnos en hostias vivas, santas, agradables a Dios; esto es la liturgia, no es ritualismo. Es necesario el rito, de la ritualidad, pero no del ritualismo. No es devoción, es celebración”, subrayó.
En el contexto del Sínodo sobre la Palabra de Dios, el padre Haas afirmó que es necesario escuchar la Palabra con el corazón.
Por esto, sostiene, “necesitamos el silencio. No solo el silencio de la boca, sino el silencio de los ojos, de los oídos, del corazón, de nuestro cuerpo. Vivimos en un mundo muy ruidoso. Tenemos Misas muy ruidosas…”
“Esta experiencia humana de acoger, escuchar, comprender, obedecer a la Palabra es fundamental para todos nosotros”.
El padre Haas subrayó por tanto que la Palabra no es un simple mensaje. “He oído a muchas personas decir: ‘El mensaje del Evangelio de hoy…’ La Palabra no es un mensaje, es la verdad, es la vida, es Cristo. La Palabra es un acontecimiento”.
[Por Alexandre Ribeiro. Traducción del portugués por Inma Álvarez]