CASTEL GANDOLFO, lunes 13 de octubre de 2008 (ZENIT.org) El Papa Benedicto XVI hizo llegar ayer a los participantes en el Convenio islámico-cristiano de Castel Gandolfo, un telegrama en el que expresa su deseo de que este encuentro «suscite renovados propósitos cordiales de fraternidad y sincero compromiso, en favor del diálogo recíproco en el respeto de la dignidad de toda persona humana».
En el telegrama, firmado por el cardenal Tarsicio Bertone, secretario de Estado, el Papa concluye invocando “al Dios altísimo y misericordioso, para que siga guiando siempre el camino de la humanidad en el camino de la justicia y de la paz”.
El mensaje fue acogido calurosamente por los cerca de 200 participantes, musulmanes y cristianos, en el Convenio que los reúne desde el pasado jueves en la Mariápolis de Castel Gandolfo, con el tema “Amor y Misericordia en la Biblia y en el Corán”.
El encuentro está promovido por el movimiento de los Focolares, y lleva celebrándose desde 1992, aunque las primeras iniciativas de diálogo comenzaron en el Magreb hace varias décadas. En el encuentro actual participan representantes de países como Jordania, El Líbano, Turquía, Argelia, Estados Unidos, Italia, etc.
Entre los conferenciantes destacó la participación, el pasado sábado, del cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, quien se centró en el potencial del diálogo interreligioso para la paz entre los pueblos.
El cardenal Tauran explicó en su intervención que el diálogo interreligioso “no trata de establecer, con un criterio reductivo y sincretista, una base común minimalista de verdades religiosas” sino más bien “reconocer que todos los que están en búsqueda de Dios o del Absoluto tienen la misma dignidad”.
Existe, “gracias sobre todo a los musulmanes”, una “vuelta de la religión a la escena del mundo, como contribución esencial para estructurar la sociedad internacional del siglo XXI, incluso más que las ideologías del siglo XX”, explicó el purpurado.
“El mundo de hoy no se puede entender sin las religiones”, añadió.
Sin embargo, precisamente por esto, es necesario que las religiones “no se conviertan en fuente de miedo, cosa que hoy sucede `por desgracia, por culpa de los fundamentalismos exasperados”, explicó.
“Es un hecho que hoy se mata por motivos religiosos, pero no son las religiones las que hacen la guerra. De ahí nace la necesidad de poner los mensajes de las religiones al servicio de un proyecto de santidad”.
El diálogo entre las religiones, concluyó, debe ser considerado “casi como una peregrinación” pues “cuando se dialogo con un seguidor de otra religión es necesario pener la actitud de quien se pone en camino con él y toma en consideración convicciones distintas de las propias sobre los grandes interrogantes que asaltan a todo ser humano”.
“No es la propia fe lo que hay que cuestionarse, sino la forma de vivirla en la existencia concreta”, añadió.
[Por Inma Álvarez]